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• Niños en Chihuahua celebran el Día de Muertos de una manera especial, combinando tradición y diversión en una singular forma de pedir dulces

 

Redacción / CAMBIO 22

Los primeros días de noviembre, en México se honra a la muerte con celebraciones que responden a las antiguas costumbres de cada pueblo, ciudad o estado. Ejemplo de ello es Valle de Allende, en Chihuahua, donde los niños tienen una peculiar manera de pedir calaverita cada 1 de noviembre, Día de Todos los Santos.

En todo el país no hay una tradición igual a “Los seremos”, una práctica que se realiza desde hace casi tres siglos en Valle de Allende, la cual consiste en venerar a los infantes difuntos con la escenificación de un velorio.

 

 

“Los seremos”, la tradición de hacerse el muertito

 

De manera peculiar, el 1 de noviembre de cada año, grupos conformados por varios niños y niñas de Valle de Allende recorren las calles del pueblo, haciendo pausas frente a las puertas de las casas, donde realizan su tradicional representación de un velorio, con todo lo que conlleva.

La mayoría de los participantes del tradicional festejo se pelea por ser el “muertito”, quien debe acostarse sobre un costal y ser cubierto con una sábana blanca con un crucifijo mientras sostiene con sus manos una vela encendida que ilumina el rostro de los compañeros que se encuentran colocados a su alrededor.

Cuando el “muertito” se encuentra en el piso, sus compañeros rezan un Ave María y un Padre nuestro, para después entonar la siguiente canción:

“Angelitos somos, del cielo bajamos

A pedir limosna y si no nos dejan

¡puertas y ventanas nos la pagarán!

Seremos, seremos ¡y calabacitas queremos!”

Después del ritual conocido como “Los Seremos”, las niñas y niños reciben dulces como ofrenda.

 

 

Aunque esta tradición se mantiene vigente en la actualidad y no hay datos históricos certeros sobre su origen, este podría remontarse a hace aproximadamente 400 años.

 

¿Cuál es el origen de Los Seremos?

 

Uno de los datos mas antiguos sobre el origen de “Los Seremos” se encuentra en el libro de Cofradías del Archivo Parroquial, donde se puede leer que en 1730, la cofradía de Las Ánimas benditas del Purgatorio, bajo la guía del bachiller Dr. Dn Antonio Joseph Melo, implementó que en el transcurso de la misa se realizaran rifas de sufragios para parientes difuntos con un costo de dos reales.

Sin embargo, con la desaparición de algunas Cofradías a mediados del siglo XVII y el aumento de las haciendas y estancias que quedaron sin recursos económicos para mantenerlas, comenzó la necesidad de pedir limosna.

 

 

Para ello, los mayordomos organizaron grupos para pedir dinero de casa en casa en la víspera de los Fieles Difuntos.

En dichas procesiones, los asistentes llevaban velas encendidas y un féretro que colocaban en la entrada de las casa mientras oraban.

Si bien, esta es una de las historias que se cuentan, la continuidad de más de 300 años de realizar este festejo, hizo que el pueblo de Chihuahua fuera reconocido por la Secretaría de Cultura como “Patrimonio Cultural Inmaterial del municipio de Allende”.

 

 

 

Fuente: El Sol de México

redaccion@diariocambio22.mx

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