Redacción/CAMBIO 22

En Paderno Dugnano, una pequeña localidad italiana ubicada en las afueras de Milan, se guarda uno de los tesoros más cotizados del mundo: la Copa del Mundo.

En esta zona de parques industriales se halla la GDE Bertoni, una fábrica de trofeos y medallas deportivos que fue donde se inventó la obra que hoy guarda la selección argentina tras su conquista en Qatar 2022

La historia de la Bertoni y el trofeo de la Copa Mundial que reemplazó a la famosa Jules Rimet (obra realizada por el orfebre francés Abel Lafleur que representaba a la diosa griega de la victoria Niké) alzada por última vez en la cita mundialista de México 70 por el Brasil de Pelé, se remonta a ya más de medio siglo.

Fue en 1950 cuando el escultor milanés Silvio Gazzaniga, quien era en ese momento director creativo de esta empresa familiar, postuló su estatuilla ante la FIFA junto a otros 52 trabajos que se presentaron en un concurso internacional en el que se eligió al sustituto.

Gazzaniga, que se dedicaba a los trofeos y medallas hacía años y tenía como credenciales la confección de los premios de oro, plata y bronce entregados en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 y la Copa Intercontinental que empezó a pasar de mano en mano entre planteles sudamericanos y europeos desde ese mismo año, ideó un trofeo con dos atletas que sostienen un globo terráqueo hecho con 5 kilos de oro de 18 kilates.

Las autoridades de la FIFA quedaron maravilladas cuando vieron la obra dorada de 36 centímetros de alto y más de 6 kilos de peso y la apuntaron para ser entregada en manos del campeón mundial de 1974 (a la postre, Alemania).

Silvio Gazzaniga falleció a los 95 años el 31 de octubre de 2016, pero su legado será eterno. Y sus enseñanzas a los actuales operarios de la Bertoni, también. En una entrevista realizada por Federico Raggio en el libro “Ilusión Eterna, historias de amor, locura y mundial” (del colectivo de escritores llamado Lástima a nadie, maestro), las principales caras de esta fábrica de sueños cuentan los secretos mejor guardados sobre la composición, renovación, restauración y puesta a punto de uno del objeto más preciado del mundo del fútbol.

La actual CEO y propietaria de la GDE Bertoni es Valentina Losa (43 años), quien se hizo cargo de la empresa en 2010 cuando murió su padre, Giorgio Losa. Su abuelo, Eugenio, fue quien contrató a Gazzaniga y alumbró el camino para el reconocimiento mundial que trascendió todos los deportes, porque después de haber creado la Copa del Mundo, allí se inventaron la Copa UEFA, la Supercopa europea y otros trofeos vinculados al vóley, básquet, atletismo y el Comité Olímpico Internacional.

En la fábrica trabajan de 8 a 14 personas según el período y carga de trabajo. El ambiente es familiar y el autor de la nota reveló que no lo dejaron ingresar al establecimiento con equipo de filmación. Igualmente fue apuntando los preciados objetos con los que se topó en el recorrido: medallas de los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, varias réplicas de la Copa Italia, un trofeo de la Finalissima sin la base y la mismísima réplica de la Copa del Mundo.

Los operarios tienen formación mecánica o galvánica, pero en realidad se terminan de formar allí mismo porque todos los trabajos dependen de su ojo artístico y son 100% artesanales. “Cada trofeo es único, debe tener su forma y grabado particular”, contó Salvatore Iannetti, responsable de la producción en la fábrica desde 2014. Este fanático del Milan tiene 53 años también enumeró cuáles son los materiales con los que trabajan: latón, una aleación de cobre y zinc y otros nobles como el oro, la plata y el bronce. Además, algunas veces utilizan plexiglás o madera.

¿Cómo se lleva a cabo la restauración de la Copa del Mundo cada cuatro años?

“Antes que nada, se trata de tomar la Copa y entender en qué parte hay algo que no va. Entonces no es que es una restauración aleatoria, es un tipo de recuperación-renovación muy particular sobre los elementos del trofeo que se deterioraron en modo irremediable o sobre aquellos que tengan un menor grado de deterioro. Por lo tanto, nosotros vamos a intervenir sobre cualquier aspecto de la Copa que tenga que restaurarse”, argumentó Salvatore.

En el campo de juego del Lusail el pasado 18 de diciembre, la Copa estuvo custodiada por guardias de seguridad privada de la FIFA, pero pasó de mano en mano de cada jugador e integrante del cuerpo técnico. Incluso familiares y amigos se dieron el gusto de posar con ella. Ese manoseo genera roces, pérdida de brillo y algunos detalles que a posteriori deben ser recompuestos en la fábrica milanesa. “Un elemento muy frágil es la base que está realizada en malaquita, una pierda semipreciosa. Hay que estar muy atentos cuando se desmonta y vuelve a armar la Copa porque es linda para ver, pero muy delicada”, añadió.

Comprensivo por su fanatismo con el cuadro rossonero, acotó: “Los jugadores se entusiasman y la zarandean para cualquier lado. Suele terminar con diversos daños, sobre todo en la base. Nosotros somos amantes del calcio, así que los entendemos”. Para recomponerla utilizan tornos, limas y soldadoras. La Copa además es sometida a un tratamiento químico que le devuelve el esplendor.

Pietro Brambilla es el más antiguos de los empleados. Entró a trabajar justo después de que la selección de Francia alzara la obra de Gazzaniga en 1998. Aprendió las labores junto a su madre, que le enseñó a soldar antes de jubilarse. Es todoterreno, pero tiene licencia para trabajar con cianuros, parte riesgosa del esquema laboral: “Debemos tener siempre las protecciones porque usamos sustancias muy peligrosas, ácidos muy nocivos como el sulfúrico, el nítrico o el clorhídrico, que son muy, muy tóxicos y peligrosos a nivel cutáneo y respiratorio”.

La Bertoni es hoy una de las cinco más importantes empresas del rubro, entre las que se destacan otra inglesa y una Suiza que se mudó a la India. En esta hacienda de Milán se confeccionan medallas para casi todas las competiciones de la FIFA (incluida la Copa del Mundo), la UEFA y reproducciones de la Champions, Europa League, Supercopa europea, Nations League y Eurocopa. Además, trabajan con la federación italiana, africana y algunas asiáticas como la de Qatar.

Para el último Mundial diseñaron casi 6 mil medallas contabilizando las de participación y premiación. Generalmente empiezan los trabajos nueve meses antes de cada Copa del Mundo. Valentina Losa se refirió a los cuidados que deben tener cuando reciben el trofeo original: “Tenerlo acá es toda una responsabilidad y tratamos de conservarlo lo menos posible. Pedimos que aumenten la prima de la aseguración y tenemos guardias de seguridad que permanecen con nosotros mientras está aquí”.

En su propio showroom suelen guardar la única réplica autorizada por la FIFA que tiene el mismo tamaño de la oficial. La que luego se les entrega a cada federación ganadora del Mundial es una de un tamaño un poco menor y es producida con una aleación de cobre y zinc, bañada en oro.

Mientras Kader, un hombre marroquí de 58 años que trabaja en la Bertoni desde 1998, les pasa a las medallas bicarbonato con un cepillo para que brillen y se vean más lindas, el más joven de la fábrica también contó su historia. Marco Costanzo, un hincha de la Juventus de 24 años que fue contratado en 2019, cruzó un umbral mágico cuando inesperadamente se enteró de que iba a trabajar en el lugar en el que se confeccionaban y restauraban los trofeos más importantes del fútbol.

“Estaba buscando trabajo y me comentaron de una empresa que se dedicaba a la producción de trofeos deportivos. Vine a la entrevista y me encontré con todas estas copas. ¡Me volví loco! Nunca me había preguntado dónde se hacían estos trofeos y me arrepiento de no haberlo hecho. Yo vivo en Muggio, que es bastante cerca de aquí. Fue increíble enterarme de que a 15 minutos de mi casa se hacía el trofeo de la Champions, la Europa League y la Copa del Mundo”, confesó.

 

 

Fuente: Infobae
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