• Estos enormes escualos son mundialmente conocidos por su dilatada esperanza de vida. Ahora la secuenciación genómica ha desvelado que cuentan con un extenso genoma con muchas secuencias repetidas. Y eso es algo que desconcertaba a los científicos.

 

Redacción / CAMBIO 22

El tiburón de Groenlandia, (Somniosus microcephalus) habita principalmente en regiones de aguas frías de los océanos Ártico y el Atlántico Norte. Aunque su área de distribución se extiende también hasta el sur, en el mar del Norte, e incluso en aguas del este de Canadá y el noroeste de Estados Unidos.

El tiburón de Groenlandia tiene en su haber algunos de los mayores récords del mundo animal. Por ejemplo, es uno de los peces cartilaginosos más grandes del mundo, con una longitud que puede alcanzar los 7 metros. Pero sobre todo, es el animal vivo más longevo del que se tiene constancia, con una esperanza de vida estimada de unos 400 años.

Algunos científicos piensan que incluso puede vivir más. ¿Cuánto? Difícil saberlo, pues, a diferencia de otros escualos, como el tiburón blanco, la edad de estos gigantes del océano no puede calcularse con el método que se usa en otros escualos: contando las franjas de las espinas y las aletas. Y es que en  los tiburones de Groenlandia no tienen ni espinas en las aletas ni otros tejidos duros que permitan deducir este patrón, con lo que, para calcular su esperanza de vida, los científicos solo podían realizar estimaciones basadas en el ritmo de crecimiento, que calculaban era de menos de 1 centímetro al año. Y ello daba como resultado entre unos 400 o 500 años para los ejemplares más voluminosos.

Esta situación ha cambiado recientemente, a medida que la comunidad científica ha podido llevar a cabo estimaciones mucho más precisas a través de un método cuanto menos inusual: la datación por radiocarbono de unas proteínas encontradas en el interior de los ojos, un órgano que se forma antes del nacimiento del escualo. Un estudio llevado a cabo con este nuevo método sobre unos ejemplares capturados accidentalmente en redes de pesca estimó que estos colosos del océano podrían tener entre los 272 y los 512 años, una formulación mucho más precisa.

Sin embargo, la comunidad científica había pasado por alto un tesoro oculto para la investigación que nunca antes había sido estudiado con precisión: los genes. Su estudio, han demostrado, no solo arroja luz sobre el crecimiento de estos escualos, sino también sobre las posibles causas de su longevidad.

Recientemente, un equipo de investigadores del Instituto Leibniz sobre el Envejecimiento y Universidad Friedrich Schiller, en la ciudad alemana de Jena, se embarcó en varias expediciones a las costas de Groenlandia, donde capturaron varios ejemplares de tiburón de Groenlandia a los que tomaron tejido de su médula espinal. Tras almacenar las muestras a baja temperatura, las enviaron al Instituto Leibniz, donde se procedió a la secuenciación del ADN. Descubrieron algo sorprendente: los tiburones de Groenlandia envejecen menos gracias a su extraordinaria capacidad para reparar las secuencias genéticas duplicadas.

En una investigación publicada en fase ‘preprint’ publicado recientemente en el portal Biorxiv, descubrieron que estos escualos están equipados con un genoma extraordinario formado por más de 6.500 millones de pares bases de ADN, más del doble, por ejemplo, que el del ser humano, y el más extenso documentado en ninguna otra especie de escualo.

“Hay muy pocos animales secuenciados hasta ahora que tengan un genoma mayor que el de este escualo”, afirma el bioinformático Arne Sahm, profesor de fenómica computacional del Instituto de Ciencias de la Edad de Leibniz, refiriéndose a las investigaciones practicadas sobre otras especies extraordinariamente longevas, como el ajolote o la tortuga de las Galápagos.

“Genes saltarines”

Sin embargo, todavía hay otro dato que sorprendió aún más a los investigadores: el enorme tamaño del genoma del tiburón de Groenlandia se debe a la presencia de secuencias repetidas en la cadena de ADN, unos elementos que se transponen entre secuencias y que algunos investigadores suelen denominar ‘genes saltarines’. El caso es que se calcula que estas repeticiones genéticas representan hasta el 70% del código genético de estos grandes escualos, una rareza que desconcertaba a los investigadores.

Lo más curioso es que estas repeticiones genómicas suelen ser perjudiciales en muchos otros organismos, pues pueden repercutir en la estabilidad genómica. Por ejemplo, mientras que algunas duplicaciones genéticas son relevantes para el funcionamiento celular, muchas secuencias repetidas se relacionan con la aparición de ciertas enfermedades.

En el caso de los humanos, por ejemplo, están relacionadas con distintas dolencias neurodegenerativas, como la enfermedad de Huntington o la ataxia de Friedreich. En el caso del tiburón de Groenlandia, sin embargo, la duplicación genética no parece tener ningún efecto para su salud, ni afecta a la longevidad. Estos hallazgos extraordinarios no solo aportan los primeros datos sobre los genes y los procesos biológicos específicos del tiburón, sino también sobre los mecanismos de reparación celular de estos animales, que explicarían su excepcional longevidad.

 

 

 

Fuente: National Geographic

redaccion@diariocambio22.mx

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