• Con casi ocho meses de gobierno, apuntalado políticamente con la popularidad de las pensiones y las becas, la administración construye, en una narrativa digna de García Márquez, un país de espejismos

Sergio Negrete Cárdenas/ CAMBIO 22

Los salarios van al alza, lo mismo que los ahorros, por lo que los mexicanos tienen margen para aguantar una recesión. El funcionario de la Secretaría de Hacienda que hizo la declaración tan desafortunada como irrealista se refería, en realidad, a los ahorradores en el sistema financiero, pero incluso acotando a ese grupo (37 de cada 100 personas carecen de una cuenta bancaria), son muy pocos los que realmente tienen un margen monetario para enfrentar una adversidad, desde una enfermedad familiar hasta una recesión en el país.

Pero es el espejismo de Claudia Sheinbaum que reflejó uno de sus funcionarios. Es la creencia de que México “va bien”. No puede ser de otra manera en el año siete del obradorato, cuando ya no se puede culpar a los antecesores de la herencia recibida. Estrictamente se podría, por supuesto, y con razón, pero la titular del Ejecutivo no puede decir que su antecesor (a quien le debe todo como su padre político) le “dejó un cochinero”, una de las frases a las que era tan afecto el hoy desaparecido tabasqueño.

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No es que a la presidenta no le guste, como a su predecesor, poder refugiarse en el pasado para evadir el presente. Lo hace, y en semanas recientes su constante muletilla ha sido el Fobaproa, rebajándose ella (y su investidura) en forma extraordinaria tratando de aplastar en un debate artificial con quien es reconocido como uno de los principales artífices de la democratización de México. Todo con tal de denostar la figura de Ernesto Zedillo, quien abandonó un silencio que había mantenido por casi un cuarto de siglo para denunciar la brutal regresión al autoritarismo.

Pero cuando está obligada a enfrentar el presente (o, todavía peor, el futuro) la presidenta siempre tiene a su disposición alguna cifra o hecho para decir que la situación de México es maravillosa. Suelta esa pequeña pieza del rompecabezas económico nacional, por ejemplo que la tasa de desempleo es muy baja, y hace a un lado el resto. Cuando habla del paupérrimo crecimiento, su argumento (también reciclado del sexenio anterior) es que esa variable macroeconómica no es la importante, sino el desarrollo y el bienestar. Y entonces decreta que el país marcha por la senda correcta. No es de sorprender entonces que se argumente que los mexicanos tienen ahorros suficientes para poder enfrentar una contracción económica.

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Fuente:El Financiero

redaccion@diariocambio22.mx

KXL/RCM

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