La UNO de García Harfuch y su Ingerencia en las Entidades en Materia de Seguridad de la Mano de los EEUU
4 Abr. 2025
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El jefe de seguridad de México, García Harfuch, conformó silenciosamente la UNO, una nueva fuerza policial federal de élite para enfrentar a los cárteles
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Con un poder que empieza a ser omnipotente rememora al pasado, hoy en día hasta titulares del ejecutivo estatal se cuadran a sus disposiciones y acuden a su cobijo cuando se sienten avasallados por el crimen o en otro tipo de circunstancias
Redacción/CAMBIO 22
Hace seis años, el entonces Presidente de México Andrés Manuel López Obrador, disolvió la Policía Federal y transfirió las responsabilidades de seguridad por completo al ejército.
Ahora, su sucesora ha comenzado discretamente a construir una fuerza civil de élite de investigación y operaciones especiales para combatir a los cárteles de la droga.
Un camino muy parecido al que recorrió dos sexenios atrás el entonces Presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa de la mano de Género García Luna, quienes discretamente se plagaron a los intereses y designios del gobierno de los Estados Unidos.
La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ya había mostrado su disposición, al principio de su presidencia, a alejarse a menudo de la criticada estrategia de “abrazos, no balazos” del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Esta política implementada por el hoy ex Presidente, se centró en abordar las raíces sociales de la delincuencia en lugar de confrontar directamente a los poderosos cárteles de México.
Pero pese a sus negativas el actual gobierno se ha tenido que divorciar y retomar los designios de los Estados Unidos en materia de seguridad.
El jefe de seguridad de Sheinbaum, Omar García Harfuch, está recurriendo a sus contactos en las fuerzas del orden —principalmente de las antiguas filas de la Policía Federal— para recuperar las capacidades de seguridad de las fuerzas armadas con una fuerza civil bajo su mando directo.
La administración de Sheinbaum aún no ha anunciado formalmente la formación de la llamada nueva Unidad Nacional de Operaciones (UNO), pero su existencia es un secreto a voces entre los exmiembros de la Policía Federal, donde García Harfuch comenzó su carrera.
Tres funcionarios mexicanos, quienes solicitaron el anonimato para hablar sobre la fuerza aún no anunciada, confirmaron su existencia a la agencia de noticias estadounidense The Associated Press (AP).
El analista en temas de seguridad nacional David Saucedo, quien ha hablado con personas que se han unido a la fuerza, afirmó creer que el principal objetivo de García Harfuch es contar con una fuerza armada y de reacción que le permita satisfacer las exigencias de Washington.
La Presidenta Sheinbaum optó por un cambio. Comenzaron operativos más contundentes, por ejemplo, contra autoridades locales vinculadas al crimen y la presidenta promovió modificaciones legales para que su hombre de confianza, García Harfuch, y no los militares, tuviera el mando máximo en la estrategia de seguridad.
Pero imponerse a las Fuerzas Armadas no es fácil. El secretario “era un tigre sin dientes”, al que otras corporaciones le negaban vehículos, datos, carpetas de investigación y se creó una lucha por el control de la seguridad, explicó David Saucedo. “Lo que hace al conformar esta unidad es comprarse colmillos”.
“Destruimos en el 2018 lo que construimos por casi 20 años y ahora nos dimos cuenta que nos equivocamos”, dijo Alberto Capella, un polémico exjefe de policía que trabajó en distintos lugares del país, entre ellos Tijuana, Morelos y Quintana Roo y en dónde se le acusó de vínculos con el narcotráfico, sin embargo su declaración es válida pues en su momento siempre presumió de sus enseñanzas adquiridas de la “escuela García Luna”.
El reto: evitar la corrupción
Los grupos de operaciones especiales, tanto de la Marina, Ejército, Policía Federal o policías estatales se han visto inmersos en numerosos escándalos y abusos a lo largo de los años por uso excesivo de la fuerza, ejecuciones extrajudiciales o por infiltración del crimen organizado en sus filas.
“Hubo muchos casos que sí estuvieron mal”, reconoce el funcionario federal pero, a su juicio, también hubo policías honestos.
Ahora la Secretaría de Seguridad federal aspira a hacer muchos más controles e investigaciones exhaustivas a los aspirantes, a los que quiere pagar mejor y a los que exige estudios universitarios.
La influencia de García Harfuch se extiende, además, a varios estados donde gobierna el partido oficialista. En algunos ha promovido que personas de su confianza estén en puestos clave y se prevé que la UNO entrene a unidades de élite locales en Michoacán, Tamaulipas, Estado de México, Veracruz o Chiapas.
En este estado sureño, donde los dos principales cárteles mexicanos luchan por el control de la frontera, se presentó formalmente una de estas unidades en diciembre: los Pakal, con 500 elementos.
La Historia de la Formación de la UNO (Unidad Nacional de Operaciones)
La unidad comenzó a formarse poco después de que Claudia Sheinbaum asumiera el cargo.
Ahora cuenta con 250 miembros y espera tener 800 para finales de año, dijo un funcionario federal, quien está familiarizado con muchos de los detalles de la unidad.
El pasado lunes, mientras García Harfuch estaba en Washington reunido con la administración Trump, la Secretaría de Seguridad publicó una convocatoria para que graduados universitarios conformen “la primera generación de agentes de investigación e inteligencia”, diciendo únicamente que formarán parte de un grupo especializado para fortalecer la seguridad del país.
La UNO tendrá tres ramas distribuidas geográficamente en todo México, así como un equipo de alto impacto que será la “élite de la élite”, dijo el funcionario federal.
Sus miembros actuales son en su mayoría ex Policías Federales y miembros del equipo de operaciones especiales que García Harfuch creó cuando era jefe de policía de la Ciudad de México.
La mayoría ha recibido previamente entrenamiento de fuerzas de seguridad de Estados Unidos, Colombia, España o Francia.
Su desafío es reconstruir la confianza de sus homólogos estadounidenses después de que López Obrador limitara los movimientos de los agentes estadounidenses en México y hacerlo mientras el presidente Donald Trump presiona a México para intensificar la lucha contra el tráfico de fentanilo.
La Policía Federal se Disolvió bajo el Gobierno de AMLO
Para hacer un poco de historia hay que recordar que poco después de asumir el cargo, López Obrador reemplazó a la Policía Federal con una nueva fuerza, la Guardia Nacional, que presentó al público como civil, pero que siempre estuvo liderada e integrada por las fuerzas armadas.
Esta fuerza al parecer no permite a García Harfuch construir lealtades para conformarla y llevar a cabo su proyecto de trabajo tal y como lo ha venido planeado desde el sexenio pasado cuando y desde entonces ya sabía que heredaría la poderosa secretaria que hoy encabeza.
Vamos, su recorrido y sin concesiones es muy parecido al que recorrió el hoy detenido en los Estados Unidos, Genaro García Luna antes y después que lo llevó a convertirse en el poderoso jefe policiaco y super secretario por obra y gracia del entonces Presidente en turno.
López Obrador desde el primer día de su mandato, criticó a la Policía Federal por ser demasiado corrupta para ser rescatada y convirtió al exjefe de seguridad de México, Genaro García Luna, quien entonces enfrentaba un juicio en Estados Unidos y finalmente fue condenado por trabajar para el cártel de Sinaloa, en el ejemplo perfecto.
Recortó los fondos para entrenar y equipar a la policía local.
Lo que siguió fueron seis años de lo que los críticos denunciaron como militarización, que en la práctica concentró una autoridad sin precedentes en manos de las fuerzas armadas.
A pesar de eso, los niveles de violencia se mantuvieron obstinadamente altos y los críticos dijeron que los cárteles se fortalecieron, impulsados por el aumento vertiginoso de los ingresos del fentanilo.
Una de las principales críticas a la Guardia Nacional y a las Fuerzas Armadas fue que, si bien eran numerosos y tenían poder de fuego, carecían de las habilidades de investigación necesarias para desmantelar grandes organizaciones criminales.
García Harfuch fue inicialmente un “tigre desdentado”, a quien otras entidades de seguridad le negaban con frecuencia recursos, información y expedientes de investigación, según Saucedo, con sede en el estado de Guanajuato, el más violento de México.
La Creación de la Unidad Nacional de Operaciones (UNO) Pone Una Fuerza de Élite Bajo su Mando Directo
El funcionario federal mexicano negó que el objetivo de la Unidad Nacional de Operaciones (UNO) fuera creada para satisfacer a Trump, pero señaló que la unidad participó en la entrega sin precedentes de 29 figuras destacadas de cárteles a Estados Unidos en pleno auge de las negociaciones entre ambos países para suspender los aranceles amenazados.
Fueron rescatados de prisiones de todo México, reunidos y enviados a Estados Unidos sin incidentes.
El Reto: Evitar la Corrupción
Las fuerzas de operaciones especiales, ya sean de la Marina, el Ejército, la Policía Federal o la policía estatal, tienen un historial accidentado en México, al haberse visto involucradas en numerosos escándalos y abusos de poder, ejecuciones extrajudiciales e infiltración de cárteles.
“Ha habido muchos casos graves”, dijo el funcionario federal previamente citado, quien agregó que también había policías honestos.
Dijo que la Secretaría de Seguridad está haciendo hincapié en una revisión más estricta, investigaciones exhaustivas de antecedentes y mejores salarios una vez que estén en el cargo.
La influencia de García Harfuch también se extiende a los estados donde el partido de Sheinbaum tiene el poder.
Personas de su confianza están asumiendo puestos clave de seguridad y la UNO capacitará a los equipos estatales de operaciones especiales que también están compuestos por muchos ex policías federales.
El estado sureño de Chiapas, donde los cárteles más poderosos de México luchan por el control de las rutas de contrabando, anunció en diciembre una fuerza de operaciones especiales llamada Pakal con unos 500 miembros.
Dos miembros dijeron a la AP que eran ex policías federales y que realizaron ocho meses de entrenamiento especializado para unirse a Pakal.
Pero persisten las dudas. Para Saucedo, dado que la nueva fuerza de élite aún no cuenta con controles internos efectivos ni mecanismos de rendición de cuentas, «no hay garantía de que este grupo de élite no cometa los excesos de otros grupos de operaciones especiales».
Fuentes Sistema de Noticias CAMBIO 22/AP/ProcesoMilenio
HTR/RCM