Redacción/CAMBIO 22

Bloomberg Businessweek

Hace apenas tres décadas, Sears era el minorista más grande del mundo, así como el primer supermercado financiero, pues poseía desde la aseguradora Allstate y las tarjetas Discover hasta la inmobiliaria Coldwell Banker.

Y en esta época del año, sus tiendas, antaño las reinas de los centros comerciales de todo Estados Unidos, estarían desbordadas de consumidores navideños en busca de ropa, artículos para el hogar, electrodomésticos o juguetes.

Esta temporada navideña, la compañía apenas existe, con menos de dos docenas de tiendas de gran formato, frente a las más de 3 mil 500 tiendas Sears y Kmart que Sears Holdings Corp. llegó a operar en su mejor momento.

En la mayoría de los centros comerciales, los inmensos emporios de la cadena se han subdividido en espacios más pequeños para alojar otras tiendas, han sido remodelados para fines distintos, como consultorios médicos o gimnasios, o simplemente han quedado vacantes.

Sears finalmente concluyó este octubre su proceso de bancarrota de cuatro años, pero el tamaño reducido y su futuro incierto son una caída vergonzosa para una compañía que durante más de un siglo definió el comercio minorista estadounidense, primero a través de su catálogo de venta por correo y luego con su titánica red de tiendas.

El declive

Qué final más inesperado. Sí, Sears llevaba mucho tiempo en declive. Y el cambiante panorama del sector retail vio el surgimiento de cadenas especializadas de ropa, tiendas de descuento, hipermercados y, más recientemente, gigantes del comercio electrónico como Amazon que le arrebataron el control del mercado.

Pero años de subinversión y de desmantelamiento bajo la administración de su presunto salvador, el gestor de fondos edge Eddie Lampert, también ayudaron a que la compañía llegara a este punto: vendió su masiva sede corporativa, vendió sus marcas exclusivas como Craftsman y DieHard, y la mayor parte de los empleos (que se suponía que Lampert preservaría) desaparecieron.

Es una historia no solo de las vicisitudes del sector minorista, sino también de la insistencia de un hombre en tratar de doblegarlas a su voluntad, que deja perplejos a inversionistas sobre por qué este multimillonario se esforzó tanto y se quedó corto.

“La falta de inversión en sí misma es la razón por la que Sears se convirtió en lo que es hoy. En este punto, a los inversores les hubiera ido mejor si se hubiera liquidado hace 10 años”, dice Steve Azarbad, director gerente de TradeGuard, que brinda protección crediticia a vendedores minoristas.

Lampert, quien en varios momentos desempeñó el papel de inversionista, acreedor, director ejecutivo y al final propietario de la empresa, no pudo reparar a Sears. Pero los críticos dicen que sí se aseguró de que sus propios intereses estuvieran protegidos durante su relación de casi dos décadas con la empresa.

Como su mayor inversionista, se benefició de años de escisiones y ventas que fueron el centro de una demanda consolidada recientemente resuelta con los acreedores y la masa concursal de Sears. La demanda acusaba a Lampert (con una fortuna de 2 mil 600 millones de dólares según el índice de multimillonarios de Bloomberg) de enriquecerse mientras Sears caía en la insolvencia.

En un documento judicial, los acreedores calificaron las proyecciones de Lampert para la empresa en bancarrota como “delirantes en el mejor de los casos y fraudulentas en el peor”, y los avatares de la empresa bajo su mando como “una tragedia shakespeariana”.

 

 

Fuente: El Financiero
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