La Transición Pactada
4 Jul. 2022Renan Castro Madera/CAMBIO 22
En el estado del “no pasa nada”, en donde el índice de criminalidad, según las propias autoridades surgen producto de la percepción del ciudadano común y de la magnificación de los negativos del que hacen uso “agoreros” del desastre en una entidad, acostumbrada a festinar el triunfalismo y las complicidades al más alto nivel, así concluye el mandato de Carlos Joaquín González.
Contados son quienes pueden aceptar el retroceso sufrido a lo largo de estos más de cinco años de esta gestión administrativa, a consecuencia de la reducida participación cívica y comprometida que evidencia una inmadurez política, la cual se manifiesta en la toma de decisiones a la hora de elegir a sus autoridades.
El desastre que padecemos, es obvio y evidente; reflejo del fracaso de una transición y alternancia fallida a punto de fenecer, para darle paso a otra administración que por cierto, ascenderá con poco menos de la mitad del electorado a su favor.
Nuestra sociedad ha sido forjada por la conveniencia, edificada tal vez sobre la farsa y el engaño, por ello se toleró un proyecto administrativo diseñado bajo el efecto de la venganza y las traiciones, amalgamadas con la bendición del entonces Presidente Enrique Peña Nieto.
Y eso que todavía no se dimensiona a plenitud hasta donde la intervención de Jorge Emilio González Martínez “El Niño Verde”, colaboró para que Carlos Joaquín, con un partido diferente al dominante en ese entonces (PRI), pudiera consolidarse y ayudar al inicio de su extinción al costo de poner la gubernatura al servicio del poder central.
Ante todas estas características y particularidades, aceptadas en la mayor parte de esta administración, ayudamos indirectamente a depositarla en la historia, tal vez como la peor calificada en la historia de Quintana Roo, cómo estado libre y soberano.
Discursos triunfalistas, sin sentido y como verdaderos insultos a la inteligencia del ciudadano tanto del Sur, Centro o Norte del estado; fueron tolerados y aplaudidos pese a los incontables agravios que padecimos.
Tanto que hoy posicionannal estado entre los más penetrados por el crimen organizado del país y con Cancún, ubicada entre las 50 ciudades más violentas del orbe.
Pese a ello votamos por lo que más le convenía al Presidente de la República y no por quién nos diera la certidumbre necesaria para acabar con este clima de sangre y violencia que hoy nos aqueja en toda la geografía estatal.
Vamos, nos preparamos a recibir una nueva administración que siembra más dudas que certidumbres y tal vez únicamente garantizará la continuidad para la culminación de las cuatro obras insignias de la 4T: la edificación del puente Nichupté, el Tren Maya, la Modernización del Boulevard Colosio y el aeropuerto de Tulum.
El resto de esta historia, la historia se encargará de juzgarla.
Y pese a ello, el grado de complicidad se refleja por la falta de castigos y penalidades a quienes en el pasado reciente, saquearon las arcas municipales, dejando una estela de corrupción que en poco ayuda a las actuales administraciones para aliviar los males que aquejan a sus gobernados.
Sin castigos a los causantes del saqueo al erario público de los municipios, hoy los autores placean sus desvergüenzas y en el peor de los casos hasta serán premiados con puestos públicos en el gobierno entrante para desgracia de los quintanarroenses.
Prueba de lo anterior es lo que ocurre en Solidaridad, Playa del Carmen, en dónde un grupo de hermanos oportunistas y caracterizados con una ineptitud delincuencial, sumieron en la peor crisis política, de inseguridad y económica al segundo municipio más rico de Quintana Roo.
Hoy, su sucesora Lily Campos Miranda, voltea para otro lado y deja pasar las graves irregularidades detectadas desde los primeros días de su toma de protesta como presidenta municipal solidaridense.
Sin embargo, como olvidar aquellos discursos de campaña incendiarios, lanzados para acompañar las múltiples demandas de la ciudadanía que exigían un castigo ejemplar para su contendiente y alcaldesa en funciones Laura Berinstain Navarrete, que sin pudor alguno gozaba y goza del manto protector que le tendieron desde el mismo gobierno del estado.
Es tanto el descaro del escandaloso fraude que se cometió durante esa gestión administrativa, que su propio partido le dio la espalda ante las contundentes pruebas que pesan en su contra.
Sin embargo, pese a las más de 50 carpetas de investigación abiertas por el cúmulo de irregularidades detectadas, hasta hoy no hay una sola orden de aprehensión girada en su contra.
Así de sencilla y lamentable se erige la complicidad en Quintana Roo, en dónde aplicar la frase juarista: “Para los amigos, Justicia y Gracias; para los Enemigos la Ley a Secas…” Es sinónimo de impunidad y desvergüenza.
r.castro@cambio22.mx
RHM