La Tragedia de Sac Xan, Dirigida desde la SSC

• Muerte, abuso y un grito por justicia ante el manto de la impunidad.

Ricardo Jesús Rivas/ CAMBIO 22

CHETUMAL, 24 de enero. – El poblado de Sac Xan vivió el horror del abuso de poder que quedará marcada en la memoria de sus habitantes. Fernando Izquierdo Hernández, un joven trabajador de 24 años, perdió la vida a manos del Grupo Jaguar de la Policía Estatal de Quintana Roo. Lo que comenzó como un día común se transformó en un espiral de abuso, impunidad y muerte, dejando a una familia rota y a una comunidad indignada. Una trágica secuencia de hechos que fueron orquestados desde lo más alto del poder en la Secretaría de Seguridad Ciudadana, encabezada por Julio Cesar Gómez Torres.

La tragedia inició cuando Fernando y un familiar acudieron a una tienda para comprar refrescos. Lo que encontraron fue un despliegue de maniobras temerarias de los policías del Grupo Jaguar, quienes jugaban carreras con sus patrullas en las calles del pueblo. Según los testimonios, el intento de los jóvenes de grabar estas acciones provocó la ira de los oficiales, quienes, sin mediar palabra, los detuvieron, los despojaron de sus pertenencias y los subieron violentamente a las patrullas.

Desesperados, los familiares de Fernando intentaron intervenir, pero fueron repelidos con violencia. Los policías, liderados por el comandante conocido como “Acuario”, intentaron perderlos en un recorrido caótico por los cañales. No satisfechos, confiscaron las llaves de la camioneta familiar para evitar que los siguieran, dejando a los parientes en una desesperación que los obligó a buscar respuestas en Chetumal.

El dolor de la familia aumentó con cada negativa recibida en las dependencias de seguridad. Nadie sabía, nadie decía. Las horas transcurrían y las puertas seguían cerrándose ante su angustia. Finalmente, policías compasivos les informaron que los detenidos estaban en las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Sin embargo, lo que encontraron al llegar fue aún más desgarrador, un ejército de policías que guardaban silencio.

A pesar de la barricada policial, los familiares comenzaron a sospechar lo peor al ver la llegada de una ambulancia del Servicio Médico Forense misma que pretendía entrar por la parte posterior y luego, la ambulancia intentaba salir con el cadáver de Fernando sin dar respuestas.

Los intentos por ocultar la verdad fueron inútiles ante la presión de la familia, los vecinos y los medios de comunicación. Finalmente, un fiscal del Ministerio Público confirmó lo que todos temían, Fernando Izquierdo Hernández había muerto bajo custodia policial.

El tormento no terminó ahí. Los familiares descubrieron que el otro detenido, también un miembro de su familia sería consignado al Ministerio Público con acusaciones de portación de armas y drogas, cargos que consideran fabricados para justificar la brutalidad policial. La actitud desafiante y burlona de algunos oficiales provocó que la indignación estallara.

En un acto de desesperación, una camioneta fue utilizada para intentar ingresar por la fuerza a las instalaciones de la policía. La patrulla que servía como barricada fue rociada con gasolina y reducida a chatarra mientras los policías, equipados con antimotines, respondían con gases lacrimógenos. En el caos, los oficiales trasladaron al detenido a la Fiscalía General del Estado, mientras los familiares y la comunidad los seguían, exigiendo respuestas.

La madrugada en Chetumal fue un reflejo del dolor y la indignación de un pueblo que se siente desprotegido. Patrullas de la Guardia Nacional llegaron para reforzar la vigilancia, pero no para dar justicia. La avenida Insurgentes, bloqueada por policías, se convirtió en un silencioso testigo de la impotencia de quienes solo buscan la verdad sobre la muerte de un ser querido.

La muerte de Fernando dejó una silla vacía en su hogar y encendió un grito de justicia en Sac Xan y Chetumal. Una familia devastada, una comunidad unida por el dolor y una sociedad que exige el fin de los abusos de un grupo que debería proteger, no destruir.

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