• Se dice que las elecciones del 2024 podrían ser las últimas libres y democráticas en México.

 

Redacción/CAMBIO 22

Se dice que las elecciones del 2024 podrían ser las últimas libres y democráticas en México. Pero la realidad es que ese tren ya se fue. Las elecciones del próximo año ni serán libres ni democráticas, como tampoco habrá autoridades autónomas que velen por las mismas ni contrapesos institucionales que den voz a la ciudadanía.

Una sensación de impotencia me embarga. Como un cáncer que hace metástasis, López Obrador absorberá ya pronto los tres poderes de la Unión, mismo antes de celebrarse las elecciones venideras. Será necesario esperar mucho tiempo después para que Morena se rompa destruyéndose desde dentro para evitar entonces comenzar a construir nuevamente una república de pesos y contrapesos. Por lo pronto, me temo, lo que viene a corto plazo no augura nada bueno.

Y no, no es una cuestión de que la oposición pueda o no ganar. De que los abstencionistas se movilicen masivamente o no y de que se vote en contra del régimen. Ya podrá Xóchitl Gálvez resultar victoriosa y/o la oposición en el Congreso arrebatarle a Morena su mayoría calificada o cualquier gubernatura, el aparato de la 4t se encargará de negar cualquier derrota. ¿Impugnaciones en contra de la imposición gubernamental o denunciando fraudes por parte del régimen? Estas se toparán con el omnímodo poder absoluto del gobierno de López Obrador.

El anuncio de Dante Delgado, presidente de Movimiento Ciudadano, de que terminarían con el bloque de contención en el Congreso porque “los agravios siempre tendrán consecuencias”, es trasladar su pleito con el PAN, el PRI y el PRD a que los ciudadanos seamos quienes perdamos cauces institucionales, así como experimentemos el derrumbe de la democracia.

Y así como la detención de René Gavira Segreste, ex director de finanzas de Segalmex, pero también personaje cercano al dirigente emecista, coincide con el anuncio que hace este último por cuanto hacia dónde soplan sus “nuevos” quereres políticos, la votación de la bancada de MC referente al relevo de Arturo Zaldívar en la SCJN será el banderazo de salida para que el obradorismo tome por asalto al tribunal constitucional máximo de nuestra nación.

¡En sus marcas, listos, fuera! se escuchará un par de meses después de la reforma al Poder Judicial. Tras el anuncio de Delgado acerca de la “muerte” del bloque de contención en el Congreso, López Obrador ha hecho saber que en febrero enviará al Legislativo esta otra iniciativa de reforma para que los integrantes de la Suprema Corte sean electos mediante voto popular. La popularidad de Andrés Manuel trasladada como mecanismo de designación de los ministros.

Luego le seguirán las reformas constitucionales de Andrés Manuel sobre la Guardia Nacional y el sistema electoral (en pleno año electoral). ¿Querrán añadir un proceso constituyente? Por supuesto. Anótelo usted en la lista de lo que el gobierno tiene en puerta para los mexicanos. Nada que detenga las marrullerías antidemocráticas de Palacio y el afán de asirse al poder no importando los “cómos”.

¿Esperarse a que Morena obtenga mayoría calificada en junio del 2024? ¿A un ‘plan C’ de reforma al Poder Judicial para finales del próximo año? ¿Arriesgarse a que la oposición levante pasiones en los siguientes seis meses? ¡Qué va! “No es necesario”, ya anuncia AMLO y apuesta a que en el primer trimestre del 2024 sus reformas pasen sin que les quiten una sola coma.

Busca hacerlo detentando la titularidad en la práctica de las tres ramas del Estado. Eso ha venido tramando todo este tiempo y el momento se le presenta ahora propicio para ello.

 

Fuente: EL HERALDO

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