La Supervivencia de la Corte en la Elección del 2 de Junio
30 May. 2024
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Es la hora de los ciudadanos, votar por la continuidad de lo que ha salido mal traerá como consecuencia la elección de jueces a modo, impreparados y obedientes al Ejecutivo, una reforma con objetivos políticos que no mejoraría a la impartición de justicia y aniquilaría la separación de poderes.
Redacción/CAMBIO22
En este periodo de reflexión tras la estridencia de campañas políticas plagadas de promesas que no serán cumplidas, millones de spots infumables, incidencia de la delincuencia en el proceso y visos de una elección de Estado, habremos de ir a las urnas el próximo domingo sin perder la esperanza en el empoderamiento ciudadano a través del voto en la última llamada para nuestra amenazada democracia.
El dinero público fluyó en efectivo entre los más necesitados y los menos reflexivos para analizar la encrucijada de la inminente desaparición de instituciones cuya supervivencia estará comprometida en la variable de la integración de un Congreso sin mayorías afines al régimen que las vulnera.
Es preciso que en la soledad de la mampara, frente a las urnas, logremos visualizar las consecuencias de nuestra decisión para los próximos años en un país desangrado en el sexenio que termina. México está herido por la demagogia de los otros datos que desconocen los frentes abiertos de muchas crisis sin resolver y prefabrica una realidad alterna basada en la infamia de las mentiras oficializadas con irresponsabilidad.
Cualquiera en sus cabales diría que en este escenario sería fácil decidir qué proyecto favorecer el próximo domingo, lamentablemente es mucho más complejo que eso en la coyuntura de un sistema de ambiciones que manipula al electorado menos analítico, presa fácil de encuestas a modo que favorecen burdamente a quien las paga en un mercado sin escrúpulos y un proceso inequitativo planificado por un gobierno que jamás reconocería un revés si este llega a darse.
La narrativa es ampliamente conocida, donde haya derrota se cantará fraude y en el triunfo el proceso habrá de calificarse como impecable. Hemos perdido oportunidades valiosas, el espejismo de la transformación ha pretendido pisotear la inteligencia de los ciudadanos y ese será el factor decisivo para enfrentar el futuro. ¿Quiénes serán capaces de sacudirse tan perversa inercia?
El diagnóstico previo a la elección más grande de la historia es incierto, pero es esencial plantearlo basado en la consistencia del comportamiento de sus protagonistas. Sólo el voto reflexivo e informado permitirá calificar a los candidatos que se disputan el poder. ¿Es posible darle un revés contundente al populismo? Indudablemente sí.
Enfatizo en el título de este texto a la Suprema Corte de Justicia porque de su estabilidad como Tribunal Constitucional independiente dependerá la viabilidad de nuestra democracia. Un Congreso sin equilibrios sería el epitafio de la única institución que en el presente ha contenido al presidencialismo más abusivo y destructivo que se recuerde desde la post revolución.
El máximo tribunal presidido por la ministra Norma Piña ha rescatado con firmeza la esperanza de una división de poderes resquebrajada por su antecesor, que sin recato manoseó la autonomía del Poder Judicial de la Federación y ahora es investigado por sus bajezas. Arturo Zaldívar ha desaparecido cargando a cuestas la ignominia que merece, se ordenó hacerlo a un lado para no afectar a la candidata con la que apuesta retomar el protagonismo que tanto le obsesiona.
l judas de la impartición de justicia autónoma tiene un proyecto para desmantelar la que fue su casa, sólo si el Congreso llegara a tener mayorías afines a Morena. De la integración de las cámaras federales dependerá la supervivencia de la Corte, es indispensable un Legislativo plural que obligue a negociar al Ejecutivo para sostener la confiabilidad del sistema de impartición de justicia. Necesitamos jueces que sigan siendo capaces de anular leyes inconstitucionales y exhibir las infamias de legisladores dóciles que tienen precio.
En la boleta presidencial y las que determinarán la composición de fuerzas en las cámaras de Diputados y Senadores se juega el futuro de esa Corte que puede contener al autoritarismo que atenta contra el orden constitucional que establece el sometimiento de cualquier autoridad al Estado de derecho.
Votar por la continuidad de lo que ha salido mal traerá también como consecuencia la elección de jueces a modo, impreparados y obedientes al Ejecutivo, una reforma con objetivos políticos que no mejoraría a la impartición de justicia y aniquilaría la separación de poderes.
La elección no es un trámite, tampoco es un referéndum populachero entre los 2 mundos que planeta el gran polarizador “oligarquía vs. democracia”. El próximo domingo a fuerza de votos se podrá demostrar que ninguna autoridad moral está por encima de la ley, que los electores tienen la madurez para darle la espalda a quienes llegaron para destruir, confrontar, mentir, odiar, dividir, corromper y oficializar su alianza con los criminales.
Es la hora de los ciudadanos que, si se comprometen a llenar las urnas de votos libres, darán un ejemplo de civilidad para defender al país de instituciones que es amenazado por una camarilla de falsarios que tienen fecha de caducidad.
Hagámoslo por quienes no debieron morir en una pandemia mal manejada, por las víctimas de la violencia, por los jóvenes a los que se les ha despojado de oportunidades dignas, por las madres buscadoras, los enfermos sin medicinas, los más vulnerables a los que se pretende cooptar con dádivas, por los estudiantes sin universidades, por quienes padecen la impunidad en carne propia con la manipulación de sus procesos, por los periodistas perseguidos, por los jueces valerosos que resuelven con honestidad a pesar de las amenazas, pero esencialmente porque nuestro país merece un mejor destino.
Tocará después del 2 de junio vigilar cada paso del árbitro electoral que habrá de procesar la votación, así como el desempeño de un Tribunal Electoral disminuido a propósito rumbo a la calificación de la elección presidencial.
Que la apatía sea desterrada por la conciencia colectiva para evitar que una minoría decida por nosotros. Es la última oportunidad para la democracia, por nuestras decisiones seremos recordados en las páginas que están por escribirse.
Fuente: La Lista
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