La Sobreexplotación en la Pesca del Pulpo Maya, la Corrupción y los Efectos Climáticos Que lo Ponen en Riesgo de la Extinción
3 Ene. 2024
Redacción/CAMBIO 22
Las taras de pulpo fresco exhiben ejemplares con la cabeza visiblemente destruida proveniente de Campeche.
Un vendedor ofrece pulpo baby, una talla por debajo de la permitida, a 85 pesos el kilo (5 dólares), más barato que los 120 y 140 pesos (entre 7 y 8 dólares) que cuestan los de tallas legales. “Hay un mercado de comercio ilegal durante todo el año de pulpo fresco y no existe una supervisión a los restaurantes suficientemente fuerte porque el tema de la trazabilidad es muy débil, es muy difícil detectar revisando documentos”, explica la oceanóloga Minerva Alonso.
Iniciativas como Fishery Progress (FIPS) han intentado mejorar la trazabilidad de la pesquería, pero la certificación, entre otras fallas, apenas se ha implementado en ocho empresas y cooperativas de toda la península.
Las consecuencias de la corrupción
Gran parte de los involucrados en la pesquería de pulpo se han organizado en comités para enfrentar la ilegalidad. Frecuentemente tienen reuniones con autoridades e incluso una vez compraron una lancha para apoyar a las autoridades federales en la vigilancia, pero el actual titular de la Secretaría de Pesca estatal ha denunciado la falta de inspectores.
Los esfuerzos se enfocan en el decomiso de productos ilegales en el mar o en traslados desde los puertos de Celestún y Dzilam de Bravo, donde hay un mayor registro de lanchas irregulares. Según un pescador de Kalapec, Conapesca depende de la Marina para sus labores de vigilancia porque no tiene un vehículo propio. “Les dan entre 27.000 y 30.000 pesos (1.600 y 1.740 dólares) para usar un vehículo de la Marina con combustible, pero estos últimos solo salvaguardan la integridad de los pescadores, mas no participan en el operativo del decomiso”, explica.
Entre 2009 y 2023, Conapesca registró 822.883 acciones de vigilancia distintas (recorridos terrestres, acuáticos, pláticas de prevención e inspecciones), el 2,7% de ellas en Campeche y el 3,5% en Yucatán. Son dos de los diez estados del país con mayor vigilancia de ese organismo, pero están lejos del 19% que representan las acciones realizadas en Sinaloa, de acuerdo con datos proporcionados por la comisión vía solicitud de información.
Carlos Rosas, doctor y acuicultor de la UNAM Sisal, propone una mayor vigilancia a las menos de treinta empresas congeladoras y exportadoras que reciben producto de diferentes cooperativas y bodegas: “Si controlas al comprador, frenas al pescador, porque no hay a quien le venda”, señala. Además, sugiere que ellos tienen mayor capital que los buzos para pagar las multas de Conapesca.
Investigadores y pescadores coinciden en que existe corrupción entre los inspectores de Conapesca para que sigan las operaciones irregulares. “La pesca ilegal deja mucho dinero y hablamos de los que se dejan corromper para que pase su lancha, no le pase revisión a la bodega o blanquean sus facturas. Todo eso es la depredación”, dice Cab.
A Jaziel y sus compañeros, Conapesca ya les ha decomisado equipo valuado en 20.000 pesos (1.160 dólares) y el producto que esconden en una hielera durante el viaje. Saben que, con el motor descompuesto, son un blanco más fácil para la lancha de Semar, que a lo lejos persigue a otras embarcaciones con buzos, pero no los detiene “porque sus lanchas están marcadas”, denuncia el pescador.
Sus jefes les han recomendado que, si les paran los inspectores, se dejen agarrar y les entreguen la compresora: “Te van a remolcar, te toman fotos para que ellos la suban al feis [Facebook], que vean que están trabajando, pero después le llevan la compresora al patrón, se la venden en 5.000 pesos (290 dólares) y le piden 30.000, 40.000 pesos (entre 1700 y 230 dólares) mensuales para seguir trabajando sin que los detengan”, dice Jaziel.
A los pescadores del comité que se han quejado de las lanchas que operan sin permiso o de la corrupción, los inspectores los buscan para sancionarlos por faltas menores como no llevar su documentación completa en cada viaje. “Todo se sabe”, cuenta Alonso. “En ocasiones, se ha pedido catear una bodega donde hay producto ilegal y, una noche antes de que vayan los inspectores, ya vaciaron la bodega porque alguien les avisó”. Conapesca no respondió a las solicitudes de entrevista para este reportaje.
Amenazas al ecosistema
La cadena de responsables por la pesca desmedida del pulpo tiene un eslabón más, que para parte de los entrevistados en este reportaje es el de mayor peso: los consumidores, ya sea puestos en las costas o cualquier restaurante. Silvia Salas recomienda solamente consumir pulpo durante la temporada de pesca, mientras que Minerva Alonso cree que debería haber una mayor inspección a los restaurantes, donde hay chefs que trabajan con iniciativas como Comerpesca para capacitarse y comprar los productos de acuerdo a la normatividad.
En el restaurante Los mariscos de Chichí, con una vista inigualable al malecón de Progreso, los meseros ofrecen pulpo como especialidad del día por 600 pesos (35 dólares) durante la veda. Como consumidor, es difícil corroborar si fue pescado de manera legal porque su tamaño se reduce con la cocción, pero las congeladoras (legales) aseguran que ellas no venden pulpo de manera local. Al solicitar permisos o facturas de donde se compró el pulpo, los meseros no dan esa información.
Otra amenaza para la especie son los factores ambientales, como anomalías térmicas cada vez más frecuentes, que pueden debilitar a la especie. El equipo de Carlos Rosas de la UNAM Sisal encontró que, a una temperatura mayor a 27°C, las hembras dejan de desovar y los machos producen menos esperma. Así, los huevos y pulpos juveniles crecen menos que en la temperatura normal (22-24ºC) porque consumieron más energía para vivir. El doctor y su equipo creen que la siguiente generación de estos pulpos pequeños será aún menor.
Sin embargo, los investigadores consultados coinciden en que, por su resiliencia, antes de desaparecer, el pulpo se mudaría a aguas más profundas para mantener una temperatura adecuada, pero la cadena de producción colapsaría. Para los pescadores, adaptarse a cada temporada implicará alejarse cada vez más de la costa, invertir más en gasolina y un mayor esfuerzo, algo que solo la flota mayor podrá solventar.
Alicia Virginia Poot Salazar, responsable regional de Inapesca en Yucalpetén, asegura que no se requieren estrategias especiales de manejo porque la pesquería de pulpo sigue sana, pero los estudios de su institución han mostrado preocupación sobre esa práctica. Desde 2011, antes del boom de la compresora, dicho instituto advirtió que si la pesquería se seguía sustentando principalmente en la captura de pulpo maya se corría un riesgo de sobreexplotación del recurso a corto plazo. Recomendó hacer un mejor manejo enfocado en el pulpo común e implementar estrategias para pescar tallas legales, lo que no ha ocurrido.
Mientras, en el puerto de Lerma, los pescadores exigen penas más severas para el comercio ilegal y que se respete su actividad artesanal, en riesgo de desaparecer. “Así es la vida de un pescador”, dice David Cab después de remolcar la lancha de Jaziel a la orilla tras permanecer seis horas varados en altamar. “Para nosotros la pesca es todo, de eso vivimos y por eso estamos luchando”
Fuente: El País
MTM