Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, 6 de octubre. –  En lo profundo de la península de Yucatán, las tradiciones y creencias mayas, transmitidas de generación en generación, comienzan a desvanecerse, amenazadas por el paso del tiempo y el avance de la modernidad. Los rituales que alguna vez guiaron la vida cotidiana de los pueblos mayas, como el corte de madera o el doblado de la vara de maíz en fases lunares específicas, están en peligro de extinguirse.

Rodolfo Ucán, campesino de la comunidad de Pedro Moreno del municipio de JMM, compartió una de las creencias más arraigadas en su cultura: la importancia de la luna en la agricultura. “Cuando la luna está grande, se debe doblar la vara del maíz. Si lo haces en luna pequeña, el maíz se pica más rápido. En luna llena, el maíz se mantiene sano y en buen estado”, explicó Ucán, resaltando cómo la sabiduría ancestral determinaba el éxito o fracaso de la cosecha.

Esta misma creencia también se aplicaba a la construcción de casas. Los mayas creían que la madera debía cortarse durante la luna llena, pues solo así se evitaba que las termitas destruyeran las estructuras. “Corta la madera en luna pequeña y en menos de un año la casa ya se estará cayendo”, advirtió Ucán, quien lamenta que estas prácticas se están perdiendo entre las generaciones más jóvenes.

Más allá de estas costumbres cotidianas, la espiritualidad y los rituales ceremoniales mayas, como el Ch’aa Chaak, una ceremonia para pedir lluvia y buen clima, y el Waaji Kool, para agradecer por la cosecha, están también en riesgo de desaparecer. Estos rituales, esenciales para la relación entre el hombre y la naturaleza, se practicaban antes y después de cada ciclo agrícola, en comunión con los dioses mayas.

Sin embargo, el cambio generacional ha traído consigo una pérdida de fe en estas creencias. Mientras los ancianos mayas, como Rodolfo, aún ven en la luna y en los rituales un vínculo con la tierra y el bienestar de sus comunidades, reconocen con tristeza que las nuevas generaciones ya no practican ni creen en el misticismo que alguna vez guió sus vidas.

“El tiempo ha hecho que estas tradiciones se diluyan, y es triste ver que, con nosotros, también se irá nuestra forma de ver el mundo”, concluyó Ucán, consciente de que la rica herencia maya podría estar en sus últimos capítulos si no se toman acciones para preservarla.

 

 

 

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LRE

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