Miguel Ángel Fernández/ CAMBIO 22

CHETUMAL, 27 de diciembre.- La Sabana de Chetumal, un ecosistema de 15 kilómetros hoy refleja el rostro más crudo de la negligencia ambiental. En un reciente deslinde de responsabilidades, el titular de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (SEMA), Óscar Rebora, evitó asumir un papel activo frente a la crisis ambiental, señalando que la Procuraduría de Protección al Ambiente (PPA) es la instancia encargada de la inspección.

Mientras tanto, la problemática se agrava. Basura, escombros y llantas se acumulan en un cuerpo de agua que debería ser un pulmón ambiental para Chetumal. Las declaraciones del secretario dejaron más preguntas que respuestas: ¿Dónde están las acciones concretas? ¿Por qué no hay presupuesto asignado para un problema que pone en riesgo tanto el medio ambiente como la salud pública?

Un Diagnóstico Eterno

Sobre la planta de tratamiento de aguas residuales que es señalada de contaminar desde hace años la Sabana de Chetumal, Rebora explicó que están en reuniones con la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA) para analizar su estado. Sin embargo, esta postura no es nueva. La falta de avances en el diagnóstico de la planta de tratamiento de Chetumal fue señalada hace más de un año por la anterior titular de la SEMA.

Un Basurero a Cielo Abierto

La Sabana no solo sufre por los contaminantes vertidos en sus aguas, sino también por la acción humana directa. La construcción de caminos y puentes improvisados interrumpe su flujo natural, dividiéndola en tres partes con visibles diferencias en la calidad del agua. En las zonas más impactadas, los tonos turbios y los desechos son el nuevo paisaje.

La situación es particularmente crítica en áreas como la colonia Mártires Antorchistas, donde las familias, a falta de alternativas, dependen de este recurso contaminado para su sustento diario.

Los daños a este ecosistema no son solo una tragedia ambiental; también tienen consecuencias directas en la calidad de vida de los chetumaleños. La quema de basura y llantas, junto con el crecimiento descontrolado de asentamientos irregulares, agravan un problema que debería ser prioridad en la agenda estatal.

El deslinde de la SEMA pone de manifiesto una alarmante falta de voluntad política para enfrentar el problema. La ausencia de presupuesto y acciones contundentes es una muestra del abandono que ha sufrido la Sabana.

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

RHM

 

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