• El Caso de la Planta de Moscas Estériles en Chiapas

 

  • El Proyecto Fallido de la Planta de Moscas Estériles en Chiapas Aumenta el Riesgo Sanitario y Económico

 

  • México Depende de Estados Unidos para Combatir la Plaga del Gusano Barrenador Tras el Cierre de la Planta Nacional

 

 

Renán Castro Hernández/ CAMBIO 22

En 2021, bajo el mandato de Andrés Manuel López Obrador, se inauguró en Metapa, Chiapas, la planta Ingeniero Jorge Gutiérrez Samperio, un ambicioso proyecto de 100 millones de dólares que prometía producir mil millones de moscas estériles a la semana para combatir el gusano barrenador; sin embargo, lejos de cumplir su propósito, la planta jamás entró en operación y hoy alberga un destacamento de la Guardia Nacional, convirtiéndose en un símbolo de negligencia administrativa y desperdicio de recursos públicos.

A la planta Moscamed la nombraron Ingeniero Jorge Gutiérrez Samperio, en honor al reconocido ingeniero agrónomo parasitólogo, misma que Prometía producir mil millones de moscas a la semana, pero su capacidad técnica estaba limitada a la mosca del Mediterráneo, por tanto no ayudó del todo con el volumen que prometía.

La Planta de Cría y Esterilización de la Mosca del Mediterráneo, ubicada en Metapa de Domínguez, Chiapas, fue inaugurada en 1979 por la Secretaría de Agricultura. Durante más de 40 años, esta planta se convirtió en un referente internacional en la lucha contra una de las plagas más devastadoras, que afecta a los humanos, el Ganado y a más de 250 frutas y hortalizas.

El proyecto se consolidó gracias a la colaboración binacional entre México y Estados Unidos, utilizando la técnica de liberación de moscas estériles para frenar la reproducción de la plaga.

Esta tecnología fue esencial para combatir al gusano barrenador, ya que las moscas estériles competían con las fértiles y reducían su capacidad de reproducción.

Según autoridades federales afirman que la Planta proveyó de alrededor de 500 millones de pupas estériles de mosca del Mediterráneo a la Campaña Nacional Moscas de la Fruta y al Programa Moscamed, lo cual fue un factor estratégico para mantener a México como país libre de la plaga desde 1982, en beneficio de productores que cultivan en 1.9 millones de hectáreas.

Sin embargo, al considerar la plaga como erradicada, las autoridades mexicanas decidieron cerrar la planta, dejando al país vulnerable ante un posible rebrote.

Como contexto, en 2013, México decidió clausurar la planta productora de moscas estériles ubicada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, tras declarar erradicada la plaga del gusano barrenador del ganado.

En 2021, durante el mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, se inauguró una nueva planta en el municipio de Metapa, Chiapas, bajo el nombre Ingeniero Jorge Gutiérrez Samperio.

La obra, con una inversión aproximada de 100 millones de dólares, prometía producir mil millones de moscas estériles a la semana, sin embargo, a pesar del ambicioso anuncio, la planta nunca entró en operación.

Hoy en día, el edificio está ocupado por la Guardia Nacional, lo que lo convierte en un claro ejemplo de infraestructura abandonada.

El secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Julio Berdegué, reconoció recientemente que esta planta nunca funcionó y que actualmente Estados Unidos es el único país con instalaciones activas para la producción de moscas estériles, ubicadas en Panamá.

A pesar de contar con un espacio físico construido y una inversión significativa, México depende exclusivamente de la planta panameña para enfrentar el problema del gusano barrenador.

Esta situación ha generado críticas sobre la gestión de recursos públicos y la falta de previsión en la administración de López Obrador. La negligencia en el manejo de proyectos estratégicos, especialmente en el sector ganadero, ha dejado al país vulnerable frente a la reaparición de la plaga.

La falta de coordinación interinstitucional y el desinterés en dar continuidad a proyectos previos han resultado en una crisis que afecta tanto la economía como la salud pública.

En 2023, la plaga resurgió en Panamá y se propagó rápidamente por Centroamérica, alcanzando el sur de México en noviembre de 2024. Hasta la fecha, se han confirmado al menos 369 casos en los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, incluyendo dos casos humanos en Chiapas.

La situación ha generado alarma en el sector ganadero, que enfrenta pérdidas significativas debido a las restricciones de movilidad y comercialización impuestas para evitar la propagación del parásito.

En medio de esta crisis, el secretario Berdegué solicitó a Estados Unidos la reactivación de una planta de producción de moscas estériles en Chiapas.

Durante una conferencia matutina, el funcionario reconoció que actualmente la única planta en la región capaz de producir estas moscas se encuentra en Panamá y es operada por el gobierno estadounidense.

Productores ganaderos de Chiapas han expresado su preocupación por la falta de coordinación entre las autoridades y la incertidumbre sobre el futuro de sus actividades económicas.

La reaparición del gusano barrenador no solo ha afectado la producción local, sino que también ha desencadenado restricciones sanitarias en estados vecinos, afectando indirectamente a miles de familias que dependen del comercio ganadero.

El impacto de esta situación también ha llegado a la salud pública, los dos casos humanos confirmados en Chiapas evidencian el riesgo de transmisión del gusano barrenador a personas, especialmente en comunidades rurales donde el contacto con animales infestados es común.

Las autoridades de salud han emitido alertas preventivas, pero la falta de infraestructura adecuada para el control de la plaga sigue siendo el principal obstáculo.

El abandono de la planta de moscas estériles en Chiapas se ha convertido en un emblema de negligencia administrativa, la gestión de la actual administración ha sido cuestionada por su incapacidad para dar seguimiento a proyectos estratégicos, especialmente aquellos que involucran el manejo de riesgos sanitarios y económicos.

Aunque el gobierno federal insiste en la necesidad de reabrir la planta, el hecho de que esta nunca haya operado muestra una falta de planeación evidente.

Es urgente que las autoridades federales prioricen la reactivación de la planta y establezcan acuerdos sólidos con Estados Unidos para garantizar el suministro de moscas estériles, así como estrategias eficaces para mitigar el impacto de esta crisis.

La falta de previsión y seguimiento en proyectos estratégicos como el de la planta en Chiapas pone en evidencia la necesidad de una política agropecuaria más coherente y centrada en la prevención de plagas que ponen en riesgo la soberanía sanitaria del país.

La negligencia en la gestión de recursos destinados a la planta en Chiapas no solo refleja un fallo administrativo, sino también un riesgo latente para el bienestar de comunidades que dependen de la ganadería como principal actividad económica.

La reapertura de la planta y el establecimiento de protocolos de manejo deben ser prioritarios para evitar una crisis mayor que podría afectar la economía nacional.

El gobierno federal debe reconocer los errores de administración que han llevado a esta situación crítica y comprometerse a dar solución efectiva al problema del gusano barrenador.

De lo contrario, el sector ganadero seguirá enfrentando pérdidas económicas y problemas de salud que podrían haberse prevenido con una gestión más eficiente y responsable.

 

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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