• En la era digital, los poetas adoptan nuevas plataformas y técnicas impulsadas por algoritmos, redefiniendo la forma de crear y compartir poesía en redes sociales.

 

 

Redacción/DIARIO 22

Cuando hablamos de poetas, seguramente la imagen que a uno se le viene a la cabeza es de una persona sentada en frente de una máquina de escribir o con una lapicera en mano, junto con muchos papeles con versos tachados, escribiendo sin cesar. Seguramente, es una persona grande. La imagen que el cerebro crea hasta tiene colores opacos y añejos. El primer contacto que muchos tienen de la poesía es en la escuela, y los poetas que se enseñan, la mayoría, vivieron y murieron en siglos pasados. ¿Pero, qué pasa con la poesía en el siglo XXI? ¿Todavía hay público que le guste la poesía?

En un mundo saturado por el contenido digital, donde el algoritmo decide qué se ve y cuándo, la poesía parece haber encontrado un espacio particular. En redes sociales como Instagram y TikTok, se ha gestado una nueva forma de compartir y consumir poesía, a menudo en formatos breves y visualmente atractivos, lo que contrasta con la idea clásica de la poesía como un arte solitario y reflexivo.

Estos poetas digitales encuentran un público que quizá no está acostumbrado a consumir poesía de la manera tradicional, pero que responde a su inmediatez y capacidad para conectar emocionalmente a través de fragmentos de texto, imágenes y vídeos cortos. Infobae entrevistó a poetas que han conquistado algoritmos con sus rimas y versos, desafiando los límites de las palabras escritas, llegaron a conmover a miles de usuarios.

Florencia Dapiaggi, autora de “Ella es mi chica solar”, tallerista y poeta reconocida en internet bajo el usuario de @flordapiaggi, opinó que “la poesía, al trabajar con una condensación de los sentidos y al ser más breve que otros tipos de literatura, es increíblemente maleable para emplazarla en las redes sociales”.

Otro poeta nativo de internet, conocido como Valentin Carrera o también @valencarrera_ y autor de “Cuando el mundo me habla de vos”, comentó que “la mayor parte de difusión de poesía contemporánea está en redes sociales. Los escritores emergentes no suelen ‘probar suerte’ en primera instancia con editoriales, como tal vez sucedía años atrás; sino que lo hacen compartiendo sus textos en esos mares algorítmicos con la esperanza de que llegue a las playas de algún nuevo lector”.

 

Leila Torres, talleristas, periodista y poeta conocida bajo el usuario de @leipoesia, contó que “las redes sociales permitieron la proliferación de distintos tipos de contenidos de manera masiva. La poesía también tiene un lugar ahí: hay muchos autores que comparten sus escritos y muchos lectores conectados”.

“La poesía es un género que se consume muchísimo más porque hay espacios conquistados por los y las poetas, que nos permiten acercarnos a un público lector que por ahí en otra época nunca se hubiera acercado a la poesía, o no saben ni de qué se trata. Las redes permiten una cercanía y fluidez que es difícil de lograr en otros ámbitos”, expresó Sofía Sol Veronelli, escritora y poeta independiente que publica sus escritos sus redes bajo el usuario de @soldeinviernook; y además es autora de “Mi media naranja soy yo”.

Asimismo, Valentina Lobo, poeta y creadora de un taller conocido como @museoestrellas_, manifestó que en la actualidad se encuentran cada vez más poetas y gente interesada en lo mismo, desde las redes sociales hasta los eventos presenciales. “Puedo apreciar el interés genuino por este arte”, dijo Lobo.

De igual forma, Diapiaggi comentaba que “para los jóvenes, hoy en día las redes sociales funcionan como una ventana para darnos a conocer en lo que amamos. Yo pude llegar a publicar en una editorial porque ya había construido una comunidad en las redes que probara que había gente que no solo quisiera leerme a mí, sino que estaban interesados en la poesía como género”.

Las comunidades que se generaron a partir del crecimiento de las redes sociales va más allá del género poesía. Desde hace años, la comunidad de bookfluencers – usuarios que recomiendan libros en diferentes plataformas – ha generado un alto impacto y atrajo a jóvenes a la lectura, como ha estado mostrando las últimas ediciones de la Feria Internacional del Libro con números récords en visitantes. “El hecho de que el arte pueda ser un movimiento popular, al alcance de quienes deseen encontrarlo, y no solo de algunos pocos, es sin dudas digno de un brindis”, opinó Carrera.

Más allá de que las redes sociales a muchos poetas les ha servido como herramienta para crear su propia comunidad y darse a conocer, estar expuestos a que cualquier persona llegue a consumir su contenido tiene un lado b donde la retroalimentación puede llegar a ser negativa algunas veces. Veronelli comentó que a veces uno de los retos de publicar en internet sus poemas es dejar su intimidad al descubierto. “El desafío constante creo que es desnudarte demasiado. Cada vez que comparto lo que escribo me estoy exponiendo de cierta manera”. Lobo, de igual modo, confesó que “a la hora de compartir, está el desafío de mostrarme vulnerable y real ante el mundo”.

Por otro lado, el “hate” en este sector del algoritmo también existe. “Cuando empecé en 2019 ya había mucha violencia en las redes, pero sinceramente creo que si tuviera que empezar hoy lo dudaría mucho más. Estamos viviendo una época de mucha agresión verbal en las redes”, confesó la autora de “Ella es mi chica solar”.

Además, otro desafío que los creadores de contenido en general enfrentan es los cambios de dinámicas de algoritmos. “Es la necesidad de adaptación a formatos breves y dinámicos que se ajusten a las expectativas que hoy tienen las redes sociales. La poesía, al menos en su estado más “puro”, necesita de un espacio y un tiempo determinado para desarrollarse, mientras que las plataformas tienden a premiar lo inmediato y lo visual. La constancia y el ritmo también es una presión que demandan las redes, lo que suele interferir con la espontaneidad que puede tener un “proceso creativo”, admitió el autor de “Cuando el mundo me habla de vos”.

A su vez, Torres compartió la postura de los algoritmos y lo efímero: “las plataformas digitales permiten a artistas emergentes compartir su trabajo a nivel global sin depender de formatos tradicionales. Esto democratiza el acceso al arte y amplía las oportunidades para creadores diversos. Pero se puede tender a la banalización del arte por la forma que tenemos de estar en las plataformas: suele primar el scrolleo y una forma muy efímera de consumir. En esa abundancia de contenidos de poesía, detenerse a leer un poema y que te movilice, es difícil pero no imposible”.

Es por eso que muchos la poesía en redes sociales tiene múltiples formatos. Aunque la mayoría de los poetas que se entrevistaron publican y eligen el formato por “intuición”, Florencia compartió la fórmula que muchas veces utiliza: “Si es un poema más rítmico en la cadencia, suelo preferir recitarlo. Si es un poema que juega con el espacio, por ejemplo, me gusta poder mostrar eso a través de una foto”.

Por si fuera poco, las tendencias cambian demasiado rápido en el presente. Pero si le preguntas a un poeta qué espera del futuro de la poesía, hay varias respuestas. Algunos están esperanzados por la aceptación que hay en redes del género, como lo expresó la autora de “Mi media naranja soy yo”: “Lo que pienso es que la era digital viene a cambiar las reglas sobre lo que ya existía, y por supuesto que la poesía no quedará exenta. Me parece que es bueno. El poema es algo cotidiano y la necesidad del poema, también es cotidiana”. Hay otros que ven un futuro borroso como Flor: “Genuinamente no lo sé. Siempre me costó imaginarme el futuro. Son cosas de poeta, solo vemos el pasado y el presente.”

Fuente: Infobae

redaccion@diariocambio22.mx

VAC/MER

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