La Niña que No Cruza y me Sigue
29 Sep. 2025
Miguel Ángel Mauss/CAMBIO 22
En el Congreso de Quintana Roo, donde la gente anda con mucha pasión y a veces hasta con coraje, se dice que hay una niña fantasma que ronda por ahí. Muchos la han visto o sentido, y hasta las cámaras la han captado en pasillos, salas y cabinas. Desde que me mudé a la oficina en la biblioteca, parece que me siguió. Quienes trabajan cerca dicen que desde entonces la sienten. No sé si sea verdad o no, pero esta historia le da un aire misterioso a un lugar ya de por sí lleno de energía.
“Si te quieres salvar, deja la oscuridad y no dudes jamás de la luz astral la verdad hallarás, nunca perecerás fortalece tu fe en la luz astral, ángeles de acero, con la fuerza celestial irrumpen la batalla con espadas de cristal.”
Así arranca una de las estrofas más intensas de Cristal y Acero, banda pionera del rock sinfónico espiritual en español. No es solo un verso; es un llamado. A decidir entre la oscuridad y la luz. Porque, en el fondo de la cultura, el arte y la música, sigue latiendo una vieja pregunta: ¿Cómo se salva una vida o el alma?
En el cine también aparece esta lucha. En Poseídos (1998), Denzel Washington enfrenta a un demonio que no puede ser vencido por medios humanos. En El Ente (1982), Carla Moran sufre ataques de una fuerza invisible, y ni la ciencia ni la fe logran explicarlo. El cuerpo se vuelve el campo de batalla. En Bohemian Rhapsody, Mercury canta el remordimiento de alguien que ha cruzado un límite: no hay redención clara, solo una súplica existencial.
Todas estas historias comparten un mismo centro: la caída. No solo de individuos, sino del alma enfrentando su propia oscuridad. Como Lucifer, el ángel que portaba luz y eligió rebelarse. O como Jacob, que lucha con un ángel hasta el amanecer y de ahí nace un nuevo destino. La luz no llega sin herida.
En Fausto, de Goethe, el protagonista vende su alma por la experiencia total. No cae por maldad, sino por hambre de sentido. Su redención no viene de la perfección, sino de no rendirse jamás. “El que siempre se esfuerza, puede ser salvado”, dice la obra.
Así, entre fantasmas, películas, óperas rock y libros clásicos, se dibuja una verdad persistente: cada alma está en guerra. Y en esa guerra, a veces, una canción, una historia o un verso bastan para seguir luchando. Aunque solo sean espadas de cristal.
Y si la niña sigue ahí, es porque algo no ha terminado. No es solo un fantasma: es una señal. Porque donde hay energía estancada, la sombra se queda. Y a veces, lo más inquietante… es lo que aún no entendemos. Como en la estrofa, tal vez solo se necesita saber su invocación para hablar con ella, y ayudarla, por fin, a cruzar el limbo y alcanzar la luz.
¿Me ayudas a cruzarla al más allá?
Foto ilustrativa
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