La Mariposa Arlequín, Emblema de Belleza en la Península Ibérica
30 Abr. 2024
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Cada año, la mariposa arlequín llena de color los prados y colinas de España, Portugal y el sur de Francia. El patrón único de sus alas las hace inconfundibles, pero el cambio climático las está poniendo en peligro.
Redacción/ CAMBIO 22
Con la llegada de la primavera los campos se tiñen de verde mientras los rayos del sol se desperezan, perdiendo la timidez propia de los meses invernales. El ciclo de la vida se prepara para el fin de un necesario ciclo de letargo. Se encienden las luces, el show está a punto de comenzar.
En países como España, la primavera marca la llegada del espectáculo anual en el que la naturaleza se abre paso sin encontrar oposición. Las ramas vacías dejan su lugar a un estallido de vida de color verde intenso, la vegetación caducifolia se viste de gala y especies como el oso pardo, el lince ibérico o la mariposa arlequín hacen acto de presencia.
Esta última especie, endémica de la península Ibérica y el sur de Francia, adelanta su llegada cada primavera y lo hace por obligación: el calentamiento global está afectando a su ciclo de crecimiento.
El patrón dorsal de la mariposa arlequín
Con un patrón dorsal inconfundible, la mariposa arlequín (Zerynthia rumina) es una de las especies animales más carismáticas de la península Ibérica. Endémica de esta región del planeta, el uso de pesticidas y la destrucción de su hábitat están haciendo mella en sus poblaciones, organizadas en pequeños núcleos familiares.
Su patrón moteado se vuelve único cuando se acerca a los extremos de sus alas, desplegando una variedad de sinuosas ondas entrelazadas que otorgan a la mariposa arlequín un singular traje natural. Además, la combinación de los colores rojo, negro y amarillo hacen de ella un icono inconfundible de los bosques ibéricos.
Una de las joyas de la corona de la fauna ibérica
La mariposa arlequín es una de las especies que más intensamente está sufriendo el aumento anual de temperaturas, pues es la temperatura la que marca el ciclo de crecimiento de los ejemplares.
Con el impacto del cambio climático este proceso se ha adelantado paulatinamente, pues a cada grado que aumenta el planeta estas mariposas eclosionan una media de 2,4 días antes de lo que lo harían en condiciones óptimas si el ciclo natural del medio ambiente no estuviese alterado.
Los pasos previos a la metamorfosis
Con el aumento global de temperaturas afectando a la especie, la mariposa arlequín adelanta cada año su metamorfosis cuando se acerca la época primaveral, dejando de ser crisálida para desplegar su carismática belleza.
En el patrón ajedrezado de sus alas, tan cautivador como enigmático, el color rojo aporta su toque pasional a una mariposa que es por derecho propio una de las joyas de la corona de la fauna ibérica.
Un traje inconfundible
Al ser una especie sedentaria, solo aparece en áreas cercanas a las plantas del género Aristolochia, unos vegetales de los que se alimentan sus orugas y que contienen alcaloides tóxicos. Sin embargo, esta exclusividad requiere grandes esfuerzos de conservación: para mantener las poblaciones de mariposas arlequín en unas cotas alejadas de la extinción es necesario controlar su periodo de vuelo en las zonas más proclives a su aparición.
En 2019 se detectó un adelantamiento en ese periodo de vuelo. La arlequín salió de su letargo en la zona norte de España durante el mes de febrero, cuando acostumbra a hacerlo durante los meses de abril y junio. No es que la especie se haya vuelto más madrugadora, sino que las temperaturas de su entorno le exigían salir. El cambio climático tiene una sombra muy alargada que llega hasta todos los rincones de planeta y la mariposa arlequín no es una excepción.
Una familia pequeña y muy unida
La arlequín cuenta con un rango de distribución extenso dentro de las fronteras españolas, pues salvo la franja cantábrica, el resto del país ofrece las condiciones idóneas para su desarrollo. Sin embargo, hay una característica de estos lepidópteros que hace que su relación en comunidad llegue hasta unos extremos casi románticos: a pesar de estar muy repartidas por todo el territorio, siempre forma poblaciones aisladas de pocos individuos que requieren un hábitat muy específico para su desarrollo. En resumen, su familia es pequeña y está muy unida.
Un ejemplar adulto a todo detalle
Tal despliegue de color y resistencia ante la adversidad, unido a la fidelidad que profesa por las plantas del género Aristolochia, fue lo que la hizo merecedora del premio a Mariposa de Año 2020 para la Asociación Zerynthia. Sin embargo, debido a las delicadas condiciones que requiere para establecerse en su hábitat, podría encaminarse hacia la extinción si las temperaturas globales siguen en aumento.
El cambio climático, la destrucción de su hábitat, el uso descontrolado de pesticidas y la existencia de grupos tan reducidos son los grandes obstáculos en el camino de una de las especies más emblemáticas de la península Ibérica.
Fuente: National Geographic
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