• Presentado por los hermanos Lumière en París, el cine llegó a México en el siglo XIX, donde el Castillo de Chapultepec se convirtió en el escenario de la primera función cinematográfica, con Porfirio Díaz como uno de los primeros testigos

 

Redacción / CAMBIO 22

En la actualidad ver una película podría parecer una actividad bastante común e intrascendente, pero hace más de 100 años sin duda no lo era. El invento que marcó al mundo entero llegó a México en el siglo XIX, siendo las salas del Castillo de Chapultepec la primera exhibición cinematográfica en el país.

El 28 de diciembre de 1895, los hermanos franceses Louis y August Lumière dieron a conocer un invento en El Gran Café de París que cambiaría al mundo para siempre. Una pantalla en la que se movían figuras, como si se tratara de la proyección de un sueño del pasado. Ese día, se dio a conocer la creación del cine.

Con el pasar de los meses, dichos hermanos querían llevar su trascendente invento a diversas partes del mundo. Por ello, planificaron su divulgación segmentando en partes el mundo para concesionarlas. Por ejemplo, la zona de México incluía a Cuba, las Antillas y el Caribe.

Los encargados de llevar la primera función a este segmento del mundo fueron dos franceses de nombre Gabriel Veyre y Ferdinand von Bernard. Su llegada a territorio nacional fue a finales de julio de 1896, tan sólo unos días después se encargaron de dar la primera exhibición de cine en México.

Siete meses después de la primera función pública en París, un 6 de agosto de 1896 llegó a México la primera función de cine, siendo Porfirio Díaz uno de los primeros testigos de la función celebrada en su “casa veraniega”, el Castillo de Chapultepec.

“Porfirio Díaz era una figura popular, por lo que las películas de él tuvieron buena recepción. Una de sus películas, montando un caballo blanco, obsequio de la reina Victoria de España, duró en exhibición más de un año; en Guanajuato, al exhibir otra, la orquesta tocó la Marcha Porfirio Díaz y el público aplaudió”. explica el catedrático Aurelio de los Reyes, en entrevista con Álvaro Vázquez Mantecón de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Porfirio Díaz aún gozaba de popularidad en aquel final de siglo, hecho que cambiaría un poco más de una década más tarde con el inicio de la Revolución Mexicana. Pero antes de ello, fue una figura popular. Cabe mencionar que en una de las primeras películas tomadas por Veyre, Díaz aparece montando a caballo entre los ahuehuetes del bosque de Chapultepec.

Posteriormente, días más tardes se dieron dos funciones públicas, la primera fue el 14 de agosto de 1896. No obstante, fue para invitados especiales como: Luis G. Urbina, José Juan Tablada, Enrique Chávarri Juvenal, grupo de la élite intelectual e importantes cronistas de periódicos de aquella época porfiriana.

Fue hasta el sábado 15 de agosto, al día siguiente, la primera exhibición abierta al público. De acuerdo con las cartas del propio Veyre, fue un día lluvioso. El gusto por el cine en sus primeros años en el país fue generalizado, sin importar la clase social, la cual en ese entonces estaba bastante marcada. Tanto burgueses como obreros disfrutaron de las funciones públicas. Aunque, claro, las clases altas se comenzaron a incomodar al compartir espacios con “la pelusa”, es decir, con el pueblo. Por lo que se comenzaron a ofrecer funciones más caras para aquellos que quisieran disfrutar de una función más exclusiva.

Con los años, las películas ganaron más y más popularidad, el problema fue que al ser un mercado nuevo no había mucho contenido, la gente veía la misma película varias veces hasta que se hacía vieja cinta. Por ello, empresarios trataron de contratar diversas películas, pero producciones extremadamente baratas.

Primeros años del cine en México disminuyeron el alcoholismo en ciertas zonas

Aurelio de los Reyes, catedrático especializado en la historia del cine en México, explicó en una entrevista a Álvaro Vázquez Mantecón de la UAM que el precio de las funciones bajó exageradamente, de cincuenta centavos que se cobró en la primera función bajó a los cinco centavos, por lo que la recaudación era muy poca.

“Los espectáculos eran baratos y los actores, pues, eran malos, el público se empezó a enojar y comenzaron a dialogar, es decir: a aventarles jitomatazos, huevos podridos. Los actores contestaban y se armaba una guerra, según consignaba la prensa, eran unos escándalos fenomenales.” explica Aurelio de los Reyes.

El catedrático especializado en historia del cine detalla que distintas entidades solicitaron al Ayuntamiento cancelar las funciones, pero éste se resistía a cancelarlos por una razón: detectaron que dichos espectáculos disminuyeron el alcoholismo y la delincuencia en barrios populares de la capital del país. Incluso vieron el mismo patrón en Guadalajara.

Sin embargo, el Ayuntamiento terminó por cerrar las funciones en 1900. Si bien fueron pocos años, se les conoció como el “sarampión cinematográfico”.

 

 

 

Fuente: El Sol de México

redaccion@diariocambio22.mx

GPC/AGF

WhatsApp Telegram
Telegram