La Lista de los Agente de la DEA que han Perdido la Vida en Manos del Crimen Organizado
14 Oct. 2023
Redacción/CAMBIO 22
El 5 de marzo de 1985 fue encontrado en una zona rural de La Angostura, Michoacán, el cuerpo de Enrique Camarena, agente especial de la Agencia Antidrogas (DEA) que había sido secuestrado durante los primeros días de febrero de 1985.
Kiki, como también se conocía al oficial, había pasado más de cuatro años en México infiltrándose en una minuciosa red de corrupción y narcotráfico encabezada en ese momento por Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero: el Cártel de Guadalajara.
Fiel a los valores de la agencia antidrogas estadounidense, Kiki Camarena estuvo cerca de desmantelar uno de los negocios lucrativos más importantes de la organización criminal hasta que su secuestro y asesinato frustraron sus planes y desató una crisis diplomática entre México y Estados Unidos.
Casi cuatro décadas después de su asesinato, el país de las barras y las estrellas sigue exigiendo la extradición de Rafael Caro Quintero -acusado de torturar y ordenar el asesinato del agente especial-. Sin embargo, los defensores legales del llamado Narco de Narcos han logrado impulsar varios recursos para detener el proceso.
Aunque por la brutalidad del crimen y el contexto histórico, el caso de Enrique Kiki Camarena figura como el golpe más severo que sufrió la Agencia Antidrogas de Estados Unidos en México. A lo largo de los años que han desplegado operaciones en el país azteca, también han perdido la vida otros agentes cuyos nombres y rostros pocas veces se recuerdan.
Desde 1973, la DEA adoptó la misión de hacer cumplir las leyes estadounidenses sobre sustancias controladas y llevar ante la justicia a miembros de organizaciones involucradas en el cultivo, fabricación o distribución de narcóticos destinados al tráfico ilícito en territorio estadounidense.
Sin embargo, como antecedente, en 1921 dos agentes estadounidenses que formaban parte del Departamento de Fronteras fueron asesinados en la frontera entre Estados Unidos y México.
Sus nombres eran Stafford E. Beckett y Charles A. Wood, agentes que fueron asignados para investigar y frenar el tráfico de bebidas alcohólicas después de que la Prohibición entrara en vigor en Estados Unidos.
En México, Juan Nepomuceno Guerra, de Tamaulipas, México, estructuró una red de tráfico de bebidas alcohólicas que, tras la derogación de la ley en Estados Unidos, cambió su enfoque al tráfico de armas y drogas, sentando así las bases del histórico Golfo. Cartel.
Stafford y Charles formaron parte del grupo de agentes asignados para combatir las operaciones ilícitas y, en marzo de 1921, rastrearon un cargamento de 23 cajas de licor que los contrabandistas mexicanos planeaban introducir de contrabando a Estados Unidos.
El operativo implicó una movilización de agentes federales, lo que desató un tiroteo en la frontera. Según el relato de la DEA, en esa redada, el oficial Stafford mató a un presunto contrabandista mexicano cuyo funeral atrajo a una gran multitud. Sin embargo, tanto él como su compañero Charles A. Wood perdieron la vida a los 31 y 35 años respectivamente.
James T. Lunn y Ralph N. Shaw
La historia del narcotráfico en México posiciona al estado de Guerrero como uno de los epicentros del cultivo de amapola, esa peculiar flor de la que los agricultores extraen goma de opio que luego es procesada para producir drogas como la heroína.
Hectáreas de este tipo de cultivos han sido destruidas en territorio mexicano y, para localizarlas, las autoridades han contado con la colaboración de la agencia antidrogas estadounidense, como ocurrió en 1976 cuando fueron designados los agentes especiales James T. Lunn y Ralph Shaw. trabajar con el gobierno mexicano para reducir la producción de opio.
James T. Lunn era un piloto experimentado y voló múltiples misiones sobre el campo mexicano en busca de campos de amapola hasta el 14 de mayo de 1976, cuando él y el agente especial Ralph Shaw volaron al norte del puerto de Acapulco.
Ambos funcionarios de la DEA no se dieron cuenta de que habían volado hacia un cañón de baja altitud y, a pesar de su experiencia y esfuerzo, James T. Lunn no logró maniobrar el avión para evitar que se estrellara contra el suelo. El piloto y el agente Ralph Shaw, de 35 y 40 años, murieron instantáneamente.
Susan Hoefler
En mayo de 1973, Susana Hoefler inició su carrera administrativa en la agencia antinarcóticos más grande de Estados Unidos. Tan solo un año después, fue trasladada a la Oficina Regional de la DEA en la Ciudad de México como empleada temporal.
Sus habilidades como mecanógrafa y archivadora/empleada de correo le permitieron ser ascendida en 1984 como asistente de oficina en la oficina de campo de la DEA en Guadalajara.
Fue precisamente en ese momento cuando se produjo el secuestro y asesinato del agente especial Enrique Camarena, y Susana fue la encargada de coordinar el flujo de información entre las autoridades estadounidenses y mexicanas.
Un año después del secuestro y asesinato de Kiki, en 1986, Susana Hoefler se vio involucrada en un accidente automovilístico que la dejó con graves heridas que le provocaron la muerte a los 32 años.
El caso Víctor Cortez
Mientras las tensiones aún eran altas entre Estados Unidos y México por el asesinato de Enrique Camarena, en 1986 otro agente especial de la DEA fue secuestrado y torturado en México.
En una situación similar a la de su colega, Víctor Cortez fue secuestrado por miembros de la policía mexicana, según confirmó el entonces fiscal general estadounidense Edwin Meese.
Un informe de la época de The New York Times afirma que fueron policías del estado de Jalisco quienes perpetraron el secuestro y tortura del agente especial de la DEA y que incluso planeaban asesinarlo.
Al parecer, Víctor Cortez había sido sometido a torturas, incluidas descargas eléctricas, después de que semanas antes de su secuestro se hubieran incautado unos 2.200 kilos de cocaína, una gran pérdida para los traficantes de Guadalajara y sus alrededores.
El gobierno mexicano argumentó en ese momento que el agente de la DEA no había sido maltratado y que sólo había estado detenido brevemente. Sin embargo, la presión de las autoridades estadounidenses aumentó y pidieron una investigación de los funcionarios involucrados en el caso así como de la muerte de Susan Hoefler, cuya versión siempre fue manejada como accidental.
Tras su rescate, Víctor Cortez fue deportado a Estados Unidos, donde continuó trabajando como agente de la DEA hasta su jubilación en 2008.
La frontera entre Estados Unidos y México fue nuevamente el escenario del asesinato de un agente federal en 1986. William Ramos, quien estaba asignado a la oficina del distrito de McAllen Texas, fue asesinado a tiros a la edad de 30 años.
Años antes de convertirse en agente de la DEA, William fue agente de la Patrulla Fronteriza y al unirse a la DEA fue asignado a la Oficina del Distrito de McAllen Texas.
En la víspera de Año Nuevo, el agente especial Ramos se hizo pasar por un narcotraficante y acordó reunirse con un conocido contrabandista identificado como Felipe Molina Uribe para comprar 300 libras de marihuana.
La reunión tuvo lugar en un suburbio del este de McAllen en un vehículo encubierto del agente especial de la DEA, desde donde indicó a su equipo que ejecutara el arresto de Molina Uribe.
Mientras el equipo de arresto se acercaba al vehículo, William Ramos y el narcotraficante entablaron un forcejeo en el que Molina Uribe terminó disparándole al agente en el pecho, provocándole la muerte.
Varios agentes de la DEA han arriesgado sus vidas en la dura lucha contra las drogas que lideran en distintas partes del mundo. En México, Don C. Ware fue acusado -junto con su colega Wilfred Stevenson- de realizar una investigación de una organización de tráfico de heroína en San Río Luis Colorado, Sonora.
Durante el operativo, ambos agentes especiales fueron secuestrados por miembros de la organización criminal, quienes los golpearon repetidamente hasta que optaron por transportarlos a un desolado lugar desértico.
En el proceso de fuga, tanto Don C. Ware como Wilfred Stevenson fueron agredidos con armas de fuego, dejándolos con graves complicaciones médicas.
Don C. Ware permaneció en estado crítico durante meses y fue sometido a múltiples cirugías y a un intenso tratamiento médico. Luego de su recuperación parcial, el agente permaneció activo en la oficina de la DEA en Las Vegas, Nevada hasta su retiro en 1995.
En 2004, el agente especial volvió a ser operado para tratar de mitigar los estragos que dejó en su cuerpo el ataque armado que sufrió en México. Sin embargo, una serie de complicaciones acabaron por cobrarle la vida aquel mes de octubre.
En varias ocasiones, la DEA ha sido acusada de violar la soberanía de México debido a las operaciones sigilosas que realizan en el país. Sin embargo, y aunque hay agentes que han sido vinculados al propio crimen organizado, su colaboración con las autoridades mexicanas también les ha permitido ganar batallas en la lucha contra las drogas, sin importar que sus vidas estén en juego.
Fuente Milenio
AFC