Gabriel Hernández / CAMBIO 22

En el corazón de Yucatán, el municipio de Tizimín alberga una de las tradiciones más emblemáticas de la región: la festividad de los Tres Reyes Magos. Este evento, profundamente arraigado en una leyenda que mezcla elementos prehispánicos y católicos, ha trascendido generaciones, consolidándose como un pilar cultural y espiritual para sus habitantes.

El templo de los Tres Reyes Magos, construido en 1666, es considerado el segundo santuario más importante del mundo en honor a Melchor, Gaspar y Baltasar, después de la catedral de Colonia, en Alemania. Este recinto sagrado no solo resguarda las veneradas figuras, sino también un legado histórico que atrae a miles de visitantes cada año.

La leyenda cuenta que, hace siglos, tres hombres decidieron emprender un viaje hacia Tizimín, enfrentando grandes dificultades en un tiempo donde llegar al poblado era casi imposible. Sin embargo, en lugar de los viajeros, llegó una embarcación sin tripulación, llevando tres figuras que hoy representan a los Reyes Magos.

Estas esculturas, originalmente mayas, representaban a Yum Chaac, dios de la lluvia; Yum Kaax, dios del maíz; y Yum Ik’, dios del viento. Su llegada simbolizó una transición cultural y espiritual, producto del proceso de evangelización llevado a cabo por los frailes franciscanos en el siglo XVI.

Los pobladores, al descubrir las figuras talladas en madera, notaron que siempre miraban hacia Tizimín, lo que interpretaron como un llamado divino. Mientras las trasladaban al pueblo, el peso de las esculturas disminuía, un fenómeno que reforzó la creencia de que su destino final era este rincón de Yucatán.

La festividad de los Tres Reyes Magos comienza el 28 de diciembre, cuando las figuras son bajadas de sus nichos para dar inicio a una serie de procesiones, gremios y actos religiosos. Las celebraciones culminan el 6 de enero, en el Día de Reyes, atrayendo a miles de feligreses que buscan experimentar la magia y el fervor que envuelven este evento.

El misticismo de esta tradición también incluye una feria regional, que complementa las actividades religiosas con eventos culturales, gastronómicos y artesanales. Este espacio no solo celebra la fe, sino que también impulsa el turismo y la economía local, convirtiendo a Tizimín en un destino clave para quienes visitan Yucatán.

Cada año, cientos de devotos acuden al templo sagrado para pedir milagros que transformen sus vidas o sanen a sus seres queridos. Divinidad, creencia o superstición, este acto de fe refleja el profundo vínculo espiritual que los pobladores tienen con los Tres Reyes Magos.

Historiadores señalan que la festividad también tiene raíces en las creencias prehispánicas de los mayas, quienes veneraban a deidades relacionadas con los ciclos agrícolas y la naturaleza. Esta mezcla de tradiciones ha enriquecido la cultura de Tizimín, dotándola de un simbolismo único.

Además de ser un evento religioso, la festividad se ha convertido en un atractivo turístico que posiciona a Tizimín como un referente cultural en México. Miles de peregrinos y visitantes nacionales e internacionales llegan cada año para participar en las actividades y vivir esta experiencia única.

El templo, más allá de su importancia arquitectónica, es un símbolo de fe y resistencia cultural. La leyenda que lo rodea continúa siendo un relato vivo que refuerza la identidad de la comunidad y celebra la conexión entre su pasado y su presente.

La festividad de los Reyes Magos de Tizimín es mucho más que una tradición; es un recordatorio de cómo la fe y la cultura pueden converger para crear una herencia que trasciende generaciones. Así, este rincón de Yucatán sigue siendo un testimonio del sincretismo y la riqueza espiritual de México.

 

 

 

Con información del sistema de noticias CAMBIO 22.

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