Redacción/CAMBIO 22

JOSÉ MARÍA MORELOS, 5 de diciembre.- En José María Morelos, un acto de fe y solidaridad se renueva cada año cuando los Antorchistas Guadalupanos son recibidos con brazos abiertos por las familias morelenses. Este gesto, que ha trascendido por varios años, está profundamente arraigado en la dinámica familiar promovida por la Iglesia Católica en la comunidad.

Sofía Pool Yam, encargada de la Capilla de Guadalupe y coordinadora de la dinámica matrimonial, relata emocionada cómo esta tradición ha crecido con el tiempo:

“Esto comenzó hace muchos años cuando una familia notó las necesidades de los Antorchistas que, con sacrificio, cumplen sus promesas de fe. Inspirados por lo que veían en otras comunidades, como Yucatán, donde se les ofrece comida al pasar, aquí en Morelos las familias comenzaron a colaborar. Hoy, gracias a la generosidad de nuestra gente, podemos brindarles alimentos, hospedaje y un lugar para descansar”. 

El esfuerzo comunitario es evidente. Desde el 7 de diciembre, las familias empiezan a abrir sus hogares y a compartir alimentos con los peregrinos. Aunque al inicio llegan pequeños grupos, para el 11 de diciembre, la cifra alcanza alrededor de 300 personas, incluyendo familias enteras y niños, todos unidos por su devoción a la Virgen de Guadalupe.

Sofía explica cómo la comunidad se organiza:

“Preparamos colchonetas, tortas, ollas de comida y todo lo necesario para que los Antorchistas encuentren descanso y alimento. Es un trabajo arduo, pero lleno de bendiciones. Este año, con el apoyo de la gente, logramos construir un tinglado que brinda mayor comodidad, aunque todavía nos falta cerrarlo y adquirir más recursos para atender mejor a los peregrinos”. 

Los Antorchistas, provenientes de comunidades de FCP y otras más lejanas, encuentran en José María Morelos un oasis de fe y calor humano. Algunos llegan solo para ofrecer cantos y veladoras a la Virgen, mientras que otros permanecen hasta el día 12, compartiendo momentos que renuevan la esperanza y la devoción.

Sofía, junto con los feligreses, sueña con mejorar aún más esta tradición:

 “Queremos un lugar digno para recibirlos, donde no tengamos que depender de renta de mesas o sillas. Cada año nos esforzamos más, pero confiamos en que, con la ayuda de Dios y de la comunidad, lograremos cumplir este sueño”. 

En este rincón de Quintana Roo, el espíritu de la hospitalidad y la fe brilla con intensidad. Los Antorchistas Guadalupanos no solo encuentran alimento y descanso, sino también el abrazo cálido de una comunidad que, con fe y esfuerzo, mantiene viva una tradición que une corazones.

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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