La Fe Inquebrantable de los Cubanos se Vuelca en El Rincón, Así se vivió el Día de San Lázaro
19 Dic. 2025
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Tradición y sincretismo se fusionan en la peregrinación al Santuario de El Rincón
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Promesas cumplidas y penitencias bajo la pobreza: la fiesta de Babalú Ayé reunió a miles de fieles
Renán Castro Hernández/ CAMBIO 22
Cada 17 de diciembre se celebra uno de los días más conmovedores del calendario religioso cubano, en la periferia de La Habana, el humilde poblado de El Rincón alberga el Santuario Nacional de San Lázaro, un templo que se levanta junto a lo que fuera el antiguo hospital leproso, hasta allí llegan miles de creyentes para agradecer milagros o cumplir promesas al santo conocido en el sincretismo afro‑cubano como Babalú Ayé.
La cifra oficial es difícil de determinar este año las dificultades de transporte, el encarecimiento de los pasajes y las intensas lluvias redujeron el flujo habitual, pero fuentes locales hablan de decenas de miles de peregrinos procedentes de todo el país que acudieron durante la noche y la mañana del 17 de diciembre.
La historia del santo tiene varias vertientes, en la tradición cristiana confluyen dos figuras bíblicas, Lázaro de Betania, amigo de Jesús, y el mendigo que pedía limosna en la parábola del rico Epulón.
La religión yoruba lo identifica con Babalú Ayé (Asowoano o Asojuano), deidad que rige la viruela, la lepra y otras enfermedades; su iconografía lo muestra cubierto de llagas y acompañado por perros. El sincretismo surgido en la época colonial fundió estas imágenes, de manera que en Cuba la devoción al santo católico y al orisha yoruba se expresa de forma indistinguible.
El camino de las promesas: penitencias extremas para pedir salud y prosperidad
Durante la jornada del 17 de diciembre de 2025, el camino que conduce al santuario se convirtió en un río de cuerpos, oraciones y lamentos.
Muchos peregrinos caminaron descalzos desde la carretera central o desde sus pueblos; otros avanzaron de rodillas o incluso arrastrándose sobre el asfalto, algunos con piedras atadas a los pies o cargando pesadas cruces.
Las imágenes tomadas ese día muestran hombres con los pies en carne viva sosteniendo cajas de limosnas, mujeres vestidas de morado con un niño en brazos que convive con perros callejeros, ancianos arrastrando bloques de cemento y jóvenes que llevan pequeñas imágenes de San Lázaro en cajas de madera.
Visten el morado y el marrón, colores asociados al santo, o el blanco que simboliza pureza.
Las promesas son diversas, algunos cumplían pactos previos, caminar hasta El Rincón si un familiar enfermo sanaba, si encontraban trabajo o si conseguían salir del país.
Otros acudían por primera vez a pedirle al santo que cure enfermedades como la diabetes, el cáncer o el SIDA; muchos simplemente rogaron por mejor suerte y abundancia en medio de la crisis económica que sacude a la isla. La fe no distingue de clases, se vieron campesinos con ropa remendada, obreros de zonas industriales y profesionales que portaban ofrendas discretas.
No hubo processión oficial, las autoridades, conscientes del contexto sanitario y económico, organizaron un dispositivo de control para ordenar el tránsito, pero sí un flujo constante de familias, grupos de amigos y personas solitarias.
Un santuario saturado de exvotos y plegarias
Dentro del templo, las escenas eran igualmente intensas, los bancos quedaron pequeños ante la marea humana; muchos rezaron de pie y otros depositaron velas, flores, monedas y prendas de vestir a los pies de la estatua de San Lázaro, el aire olía a cera derretida, aguardiente y tabaco elementos que en la religiosidad popular acompañan las súplicas.
Afuera, en la explanada, vendedores ofrecían rosarios, pulseras multicolores, estampas de santos y figuras de cerámica; el negocio informal convive con la devoción.
La tradición incluye beber agua del pozo que se encuentra en el patio del santuario, a la que se atribuyen propiedades curativas, se formaron largas filas para llenar botellas y bidones.
Los fieles también visitaron la capilla donde se conservan velas y fotografías de familiares enfermos, y entregaron limosnas a personas con discapacidad que piden limosna en el camino.
Crisis y devoción: ¿cómo afectaron las dificultades económicas a la peregrinación?
La edición de 2025 estuvo marcada por las carencias, el encarecimiento del transporte y la falta de combustible limitaron la llegada de guaguas desde el interior del país.
Muchos peregrinos debieron caminar kilómetros o hacer autostop.
A la crisis se sumaron las fuertes lluvias que inundaron barrios de La Habana y provocaron retrasos en las carreteras.
Hasta la tarde del 17 de diciembre la calle de acceso al santuario “se veía como un día normal” debido a las lluvias y la escasez de buses; aun así, durante la noche y la mañana “se registró la llegada de fieles al Santuario de El Rincón” para pedir por Cuba.
Testimonios recogidos en redes sociales, menos gente que otros años, pero más recogimiento y silencio. La fe, sin embargo, se mantuvo intacta.
Muchas familias realizaron la peregrinación en sus propias comunidades ante la imposibilidad de viajar, encendiendo velas a San Lázaro en sus hogares.
La figura milagrosa de San Lázaro/Babalú Ayé y su importancia en la religiosidad cubana
La devoción a San Lázaro en Cuba se remonta al siglo XVIII, cuando se abrió el hospital de leprosos de San Lázaro en las afueras de La Habana. La actual iglesia fue edificada en 1917 y alberga una imagen de bulto del santo que, según la tradición, llegó a la isla en 1689.
Con el tiempo, este lugar se convirtió en un santuario para enfermos y marginados, el sincretismo con Babalú Ayé, orisha de origen arará asociado a la viruela, consolidó su fama de milagrero.
Los devotos creen que concede salud a quienes sufren enfermedades contagiosas, protege de epidemias y castiga a los irrespetuosos. Según la leyenda, en los años de la viruela los enfermos aferrados al santo se curaban milagrosamente.
Las miles de personas que acudieron este año a El Rincón pese a los apagones, la inflación y la escasez confirman que la fe en San Lázaro/Babalú Ayé sigue siendo un pilar espiritual para los cubanos.
Aunque la crisis socioeconómica ha mermado la magnitud de la peregrinación, no ha quebrado la esperanza.
“San Lázaro no nos abandona, aunque todo lo demás falle”.
Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22
GCH










































