La Escalofriante Historia de la Isla de las Muñecas: Misterio y Leyenda en Xochimilco
28 Oct. 2024
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Entre canales y muñecas colgantes, este lugar embrujado en México guarda una historia de terror que sigue atrayendo a curiosos y amantes del misterio.
Redacción/CAMBIO 22
Hay pocos lugares en el mundo como este. Los canales de Xochimilco, en Ciudad de México, esconden un inquietante y tenebroso secreto. Se trata de un lugar con un innegable atractivo turístico para algunos, al cual se accede embarcando en una trajinera, una especie de barca de fondo plano. Pero este viaje se tiene que negociar, a veces arduamente, con los remeros, puesto que muchos de ellos, poseídos por una superstición ancestral, se niegan a recorrer la hora y media que dura el trayecto.
Cada una de las distintas islas que conforman este paisaje con un toque algo onírico esconden una leyenda, aunque ninguna de ellas es tan aterradora como la que se ha forjado en el lugar al que nos dirigimos: la isla de las muñecas, que se halla sumida en el silencio más absoluto.
Nada más desembarcar, una miríada de ojos sin vida (o eso parece) dirigen su fría mirada hacia el viajero que ha decidido, con cierta valentía, recorrer aquel páramo habitado por centenares de muñecas abandonadas, rotas y que viven colgadas en los árboles en la más absoluta tristeza y soledad.
Pero por si no fuera lo suficientemente terrorífico el hecho de encontrarse frente a una colección de inquietantes muñecas rotas a lo largo de todo el recorrido por la isla, la historia que se esconde detrás es mucho más perturbadora.
Para conocerla nos hemos de remontar al año 1950, cuando el antiguo propietario de la isla, un hombre llamado Julián Santana, decidió colgar de los árboles algunas muñecas para tratar de ahuyentar al espíritu de una niña que había fallecido ahogada en los canales varios años atrás.
Obsesión por las muñecas
Julián Santana era un agricultor que vivía en el barrio de la Asunción, al este de Ciudad de México, y que solía frecuentar los bares de la zona al finalizar su jornada laboral. Ya en aquellos años era normal verle recogiendo muñecas por toda la ciudad, aunque nunca nadie le preguntó cuál era el motivo de aquella extraña afición. Con el paso del tiempo, y cuando ya había recogido una gran cantidad de ellas, Julián decidió instalarse definitivamente en la isla.
De hecho, existen muchas leyendas urbanas acerca del motivo por el cual Julián se obsesionó de ese modo con las muñecas. Al parecer, el detonante habría sido el hecho de encontrar una muñeca abandonada flotando en el agua poco tiempo después de aparecer el cadáver de una niña que se ahogó al quedar atrapada por las raíces de un lirio. Todo ello le perturbó profundamente.
A partir de entonces, Santana afirmaba ser víctima de extraños fenómenos. Y aunque nunca llegó a explicar de qué tipo de fenómenos se trataba, él siempre los relacionó con el hecho de no haber podido salvar a aquella pobre niña. Fue entonces cuando tomó una decisión sorprendente: colgar las muñecas a modo de ofrenda para proteger su casa.
Presencia sobrenatural
Según las declaraciones posteriores de su sobrino Anastasio, el hallazgo del cadáver de la niña obsesionó hasta tal punto a su tío que a partir de entonces emprendió la ardua tarea de buscar muñecas para colgarlas de los árboles de la isla y ahuyentar de este modo a los espíritus que, según él, empezaron a visitarlo con frecuencia. Y no solo eso. Anastasio aseguró que su tío le contó que desde entonces empezó a oír los lamentos de una mujer y a escuchar un ruido de pasos que rondaban por la isla.
No era de extrañar, pues, que los vecinos vieran a Santana recogiendo las muñecas que la gente tiraba a la basura en un agónico afán de protegerse de aquellas indeseadas apariciones. En su frenética búsqueda, Julián no discriminaba a ninguna muñeca. Sin importar sus condiciones, la recogía para terminar colgándola junto con las otras en su extraño santuario con el objetivo de hacer frente al pretendido acoso de los espíritus.
La leyenda de la sirena
Con el paso del tiempo, Julián permitió que algunos vecinos visitasen su propiedad que, poco a poco, se fue convirtiendo en un atractivo para el turismo de terror. Finalmente, al ver la curiosidad que despertaban sus muñecas entre el público, Julián decidió permitir que viniera todo aquel que quisiera, pero a cambio debía entregar un pequeño pago, que no era otra cosa que una muñeca. De esta manera, su extraña colección creció hasta cubrir por completo la isla y, de este modo, sellar para siempre la leyenda de la isla de las muñecas.
Como no podía ser de otra manera, la leyenda que rodea a la isla de las muñecas tiene un final digno de ella. Anastasio, el sobrino de Julián, afirma que cierto día en que él y su tío estaban pescando, este le contó que una sirena le quiso arrastrar hasta las profundidades del agua y que él lo evitó entonando una melodía.
Fuente: National Geographic.
VAC/MER