Dra. Candy Raygoza / CAMBIO 22

Quintana Roo no solo es playas y turistas. En el sur del estado y en las zonas indígenas del centro, late una realidad que muchos prefieren no mirar: la pobreza estructural que arrastra generaciones enteras. Comunidades que sobreviven sin agua potable, sin caminos dignos, sin clínicas funcionales. Familias que aprenden a resignarse antes que a soñar.

Oscar Lewis, en su clásico Antropología de la pobreza, describía cómo los pobres no solo carecen de dinero, sino que muchas veces viven dentro de una cultura donde la desesperanza, la desconfianza y la resignación se vuelven una forma de vida. Esa cultura no nace por gusto. Nace del abandono, de la repetición y de un sistema que, en lugar de liberar, somete.

¿QUÉ ES LA POBREZA?

Antes de avanzar, vale la pena clarificar los términos.

Pobreza no es solo la falta de ingresos. Según el CONEVAL, es la privación simultánea de al menos uno de seis derechos sociales: educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos y alimentación, además del ingreso insuficiente.

Carencia significa vivir sin uno o más de esos derechos.

Marginalidad es el aislamiento estructural de un grupo social respecto del acceso pleno al desarrollo, y suele reflejarse en la exclusión geográfica, social o económica.

Vulnerabilidad es la condición de riesgo que enfrenta una persona o grupo ante factores externos como violencia, discriminación o desastres, sin contar con mecanismos eficaces de protección o respuesta.

Comprender estos términos no es un lujo técnico, es fundamental para no simplificar la vida de quienes viven en condiciones injustas. La pobreza no es solo un “problema de dinero”. Es un fenómeno complejo que afecta la mente, las emociones, los lazos sociales y la percepción de uno mismo.

LA OTRA CARA DE QUINTANA ROO

Mientras las zonas hoteleras concentran riqueza, los municipios rurales como Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Lázaro Cárdenas arrastran cifras alarmantes: más de 150,000 personas viven en situación de pobreza, y más de 53,000 en pobreza extrema. Allí, la lengua maya resiste con dignidad, pero también se resiste al olvido institucional.

Las escuelas carecen de personal suficiente. Las clínicas no tienen medicinas. Los empleos son mal pagados, temporales, sin seguridad social. Muchos niños trabajan antes de los doce años, y migrar a la zona hotelera parece el único camino. Así se perpetúa un ciclo que no solo es económico, sino profundamente humano.

 

LAS CARACTERÍSTICAS DE LA CULTURA DE LA POBREZA

 

Oscar Lewis, a través de estudios etnográficos, identificó patrones comunes que se desarrollan en comunidades donde la pobreza se hereda y se cronifica:

Vivir al día: La urgencia constante impide planear el futuro.

Desconfianza hacia las instituciones: El abandono genera una ruptura con el Estado.

Inestabilidad familiar: Padres ausentes, redes frágiles, rupturas emocionales.

Baja participación social: Se apaga la esperanza de que algo pueda cambiar.

Aislamiento simbólico: No se sienten parte del resto de la sociedad.

Relaciones funcionales: Los vínculos giran en torno a la necesidad.

Fatalismo: Se cree que la vida es así y que nada la puede cambiar.

Baja autoestima colectiva: Se interioriza la carencia como identidad.

Transmisión generacional: El patrón se aprende, se normaliza, se hereda.

Estas características no definen a las personas pobres como culpables, sino que reflejan la forma en que el entorno moldea la conciencia y las emociones cuando se vive sin oportunidades reales.

¿AYUDAS QUE LIBERAN O QUE CONDICIONAN?

 

Miles de personas en Quintana Roo reciben apoyos económicos. Las pensiones y becas representan un alivio. El problema aparece cuando esos apoyos se usan como herramienta política y no como restitución de derechos.

No se le puede llamar justicia social a lo que se otorga como dádiva. Mucho menos cuando se condiciona el pensamiento o el voto con base en la necesidad.

Así como las religiones someten a los fanáticos a través de la fe, los gobiernos humillan a los ciudadanos sometiéndolos por su carencia y condicionando su libertad de decisión. A eso no se le puede llamar justicia social. Eso es manipulación disfrazada de ayuda. Eso es servirse de la pobreza, no servir a los pobres.

 

UN DERECHO, NO UNA LIMOSNA

 

Algunos apoyos ya están establecidos como derechos constitucionales y no deben ser utilizados como favores políticos:

El Artículo 4° Constitucional garantiza una pensión no contributiva para todas las personas adultas mayores de 68 años (65 si pertenecen a comunidades indígenas).

El Artículo 123, tras la reforma de 2020, reconoce el derecho de las juventudes a recibir formación y capacitación laboral como parte del programa Jóvenes Construyendo el Futuro.Estos derechos no son opcionales. No se condiciona lo que te pertenece por justicia.

 

¿Y ENTONCES QUÉ HACER?

 

No se trata de eliminar los apoyos sociales. Se trata de que no se utilicen para manipular, silenciar ni comprar voluntades.

El verdadero camino es:

Restituir derechos.

Llevar servicios dignos a las zonas más pobres.

Invertir en infraestructura social, no solo en megaproyectos turísticos.

Dar presencia real del Estado en las comunidades indígenas.

Apostar por la educación con pertinencia cultural y enfoque de derechos.

LA ESPERANZA COMO DERECHO

 

En los pueblos mayas de Quintana Roo hay sabiduría viva, resistencia, mujeres valientes, jóvenes que quieren quedarse pero no pueden. Niños que dibujan bicicletas en hojas viejas, soñando con tener caminos dignos para jugar.

No podemos seguir permitiendo que esta pobreza se normalice, ni que se utilice como botín electoral. No podemos seguir humillando a quien solo necesita una oportunidad.

Es tiempo de dejar de administrar la pobreza y comenzar a construir dignidad. De dejar de usar a la gente y empezar a servirla. Porque en el fondo, todos merecemos la oportunidad de escribir una historia distinta.

Dra. Candy Raygoza.
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Sobre la autora:
Dra. Candy Raygoza, es abogada, doctora en Derecho, psicoterapeuta humanista y tanatóloga. Presidenta de la COMNAPAZ en Quintana Roo y Presidenta Nacional de Líderes Juaristas, ha dedicado su vida profesional a la defensa de los derechos humanos, la cultura de paz y el acompañamiento terapéutico. Combina su experiencia jurídica y social para construir una voz crítica y comprometida con las causas más urgentes del país.

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

GFB/MA

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