La Cueva de Cervantes: Refugio Secreto en Argel Donde Cervantes se Ocultó Para Intentar Escapar del Cautiverio
31 Jul. 2025
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A orillas de Argel, la cueva del alcaide Hasán fue el escenario de un desesperado intento de fuga del célebre autor de El Quijote durante su cautiverio en 1577
Redacción/CAMBIO 22
Me dijo en lengua que en toda la Berbería y aún en Constantinopla se habla entre cautivos y moros, que ni es morisca, ni castellana, ni de otra nación alguna, sino una mezcla de todas las lenguas, en la cual todos nos entendíamos.
Esta cita corresponde al capítulo XLI del Quijote, titulado Donde todavía prosigue el cautivo su suceso y en el que Miguel de Cervantes narra el viaje a Argel de un renegado y un tagarino (mudéjar) para llevarse a la princesa Zoraida, incluyendo de paso a una docena de españoles cautivos para que remen en la barca que emplean.
El fragmento figura en una placa que fue colocada en 2014 en un emblemático lugar de la costa argelina: la llamada Cueva de Cervantes, donde se supone que el escritor estuvo una noche escondido, esperando ser rescatado del cautiverio al que llevaba sometido cinco años, tras ser apresado por corsarios berberiscos.

Es decir, en esa parte de la novela -como otras que publicó (El trato de Argel, La Galatea, Los trabajos de Persiles y Segismunda) aprovecha aquella experiencia que vivió personalmente y que empezó de una forma bastante rocambolesca. Cervantes viajó a Roma en 1569, presuntamente huyendo de la Justicia porque había una orden de arresto contra él por haber herido en duelo a un rival.
La Ciudad Eterna le encantó, como hizo la poesía italiana de Ariosto, y se quedó al servicio del cardenal Acquaviva acompañándole por diversas ciudades, tal como cuenta en El licenciado Vidriera. En 1571 se alistó en los Tercios y fue embarcado como soldado en la galera La Marquesa, que incorporada a la escuadra de la Liga Santa zarpó para enfrentarse a la otomana.
Como es sabido, la batalla se libró en el golfo de Lepanto aquel mes de octubre y terminó con una rotunda victoria cristiana. A pesar de estar con fiebre, Cervantes se empeñó en combatir y recibió dos arcabuzazos, uno en el pecho y otro en la mano izquierda; este último le hizo perder la movilidad de esa extremidad y ganarse el apodo de Manco de Lepanto.

Eso no impidió que siempre se mostrase orgulloso de haber tomado parte en «la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros». Tras seis meses de recuperación en Messina reanudó su vida militar y participó en otras expediciones (Navarino, Corfú, Bizerta y Túnez), permaneciendo luego en Italia hasta 1575.
Ese año embarcó en Nápoles en la galera Sol para retornar a España, pero durante la singladura, ya a la altura de Cataluña, apareció una flotilla de tres barcos que dirigía el corsario argelino (en realidad albanés de origen) Mami Arnaute, otro veterano de Lepanto. Era el 26 de septiembre y los dos Cervantes -también iba su hermano Rodrigo- fueron apresados y trasladados a Argel. Como el escritor llevaba unas cartas de recomendación de Don Juan de Austria y el duque de Sessa, sus captores pensaron que era alguien importante y podría pagar un buen rescate, así que pidieron quinientos escudos de oro para liberarlo.
Sin embargo, Cervantes no tenía una posición tan acomodada como pensaban; iba pasando el tiempo y el dinero no llegaba. De hecho, Rodrigo fue asignado como esclavo al pachá Ramadhan y obtuvo la libertad por sólo sesenta ducados, que su madre envió al cabo de tres años de esfuerzo por reunirlos. Miguel tuvo peor suerte porque su dueño era Dali Mamí, apodado el Cojo y brazo derecho del mencionado Mamí Arnaute. Se trataba de un griego convertido al islam que hacía gala de brutal crueldad con los cristianos que tenía a su servicio, la mayoría de los cuales presentaban mutilaciones en nariz y orejas.

No obstante, la presunta posición social elevada del escritor le permitió beneficiarse de un trato mejor. Al menos hasta que empezó sus intentos de evasión, que llegaron a sumar cuatro y todos fallidos, lo que supuso que él y sus compañeros de fuga terminaran torturados y cargados de cadenas.
La más importante de esas tentativas fracasadas fue la segunda, realizada en 1577. Rodrigo había acordado con su hermano enviar una galera para recogerle subrepticiamente junto a otros catorce o quince compañeros, aprovechando que hasta entonces todavía gozaban de cierta libertad de movimientos.
Llegada la fecha prevista, los cautivos tenían que esperar de noche ocultos en una cueva que había en la playa y así lo hicieron. Pero la operación salió mal; el barco se acercó dos veces y a la tercera fue avistado y capturado. También a Cervantes y sus amigos les descubrieron los guardias, al parecer por la delación de un traidor conocido como el Dorador. A partir de ahí, el escritor -que asumió la responsabilidad del plan- quedó recluido en los baños (presidio) durante cinco meses por orden del bey Hasán Pachá. Eso no doblegaría su indomable espíritu y, como decíamos, todavía intentaría escapar dos veces más con el mismo resultado.

Pero tendría que esperar a 1580, cuando unos frailes mercedarios y trinitarios -las órdenes encargadas de rescatar prisioneros cristianos- arribaron a Argel. Uno de ellos, fray Antonio de la Bella, logró costear la liberación de un gran grupo. Cervantes no figuraba entre ellos porque estaba tasado mucho más caro, así que tuvo que ser fray Juan Gil el que, presentando trescientos escudos y completando el precio total con aportaciones de varios mercaderes de la ciudad, finalmente pagase el rescate en septiembre de ese año; justo a tiempo, pues el escritor estaba siendo embarcado ya hacia Constantinopla.
Lo que nos interesa aquí es esa gruta en la que los esclavos permanecieron escondidos esperando para embarcar. Se supone que es la que comentábamos al principio, la de la placa con la cita del Quijote, escenario frecuente de eventos culturales relacionados con la etapa argelina del Príncipe de los ingenios que organizan el Instituto Cervantes y el ayuntamiento local. Su localización constituyó un motivo de interés durante mucho tiempo; tan sólo se sabía que se referían a ella como la cueva del alcaide Hasán (que era otro griego renegado) y que estaba situada en lo que actualmente está en lo alto del actual barrio de Belouizdad.
Se denomina Beloiuizdad a lo que durante el período francés era Belcourt. Se trata de un distrito de Argel situado a tres kilómetros al sudoeste de la ciudad, que tiene un litoral de más de kilómetro y medio, y cuya relación con la literatura no se reduce a Cervantes, pues allí se crió Albert Camus. Lo forman cuatro barrios separados por el Jardín d’Essai o Jardín de Pruebas de Hamma, un jardín botánico de treinta y dos hectáreas. La gruta se ubica en una colina entre Diar el Mahçoul y el bulevar del mismo nombre, al oeste del Bosque de las Arcadas, en el barrio de Hamma. La zona residencial que hay alrededor recibe precisamente el nombre de Cervantes.
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Los avatares de la Historia hicieron que el sitio quedase un tanto olvidado hasta que en 1887 el almirante de una escuadra española de paso entregó al consulado una placa de hierro fundido para señalizar el escondrijo del prisionero. Como había dos posibles cuevas, el cónsul encargó un estudio ad hoc a la Cámara de Comercio. Entre los miembros del comité seleccionado estaba Oscar Louis Alfred Mac Carthy, un geógrafo francés que había sido uno de los primeros exploradores del norte de África, llegando casi hasta Tombuctú, y que desde 1869 dirigía la Biblioteca Nacional de Argelia y el Museo de Argel.
Aquellos expertos dictaminaron que el lugar más probable era la reseñada gruta que estaba en los jardines del alcaide Hasán, habilitado, por cierto, por un esclavo navarro aficionado a la jardinería llamado Juan. Situada extramuros de la puerta de Bab Azun, es pequeña, angosta, de sólo siete metros de largo por dos de ancho, pero parecía perfecta porque ocupaba un alto asomado al mar, desde donde se hubiera podido vislumbrar discretamente la llegada del barco de rescate. Así que la placa fue colocada allí. Llevaba esta inscripción: «Cueva refugio que fue del autor de El Quijote, 1577. El almirante, jefes y oficiales de una escuadra española a su paso por Argel, siendo cónsul general el marqués de González. Año 1887».
Siete años más tarde los residentes españoles añadieron un busto de mármol del escritor a cuyo pie se leía: «Es aquí, según se cree, que buscó asilo con trece compañeros Cervantes, queriendo sustraerse a la cautividad de los piratas argelinos. –La colonia española y sus adoradores de Argel han levantado este modesto recuerdo en testimonio de admiración al talento del escritor insigne, siendo cónsul general de España D. Antonio Alcalá Galiano. 1894». Lamentablemente ese busto desapareció luego, pero en 1926 se pusieron nuevos elementos decorativos; concretamente una estela con el escudo nacional de España y una zona ajardinada que adecentaba el entorno de la gruta.

El conjunto fue sometido a una rehabilitación casi integral en 2006, merced a una colaboración entre la Embajada Española, el Instituto Cervantes y las autoridades locales, con financiación de la empresa Repsol-YPF y diseño del estudio de arquitectura argelino Hamuch Arceau. Hoy el conjunto presenta una explanada, una fuente, una placa conmemorativa y una columna que sostiene otro busto de mármol, copia exacta del que se colocó en 1894. Asimismo, hay una placa en memoria de Jean-François Régnard, poeta francés que estuvo esclavizado en Argel entre 1678 y 1681.
Ya que empezamos con el Quijote, terminemos también con él. En el mismo capítulo los personajes regresan a España y cuenta Cervantes, a buen seguro recordando sus tiempos de cautiverio:
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Embestimos en la arena, salimos a tierra, besamos el suelo, y, con lágrimas de muy alegrísimo contento, dimos todos gracias a Dios, Señor Nuestro, por el bien tan incomparable que nos había hecho. Sacamos de la barca los bastimentos que tenía, tirámosla en tierra, y subímonos un grandísimo trecho en la montaña, porque aún allí estábamos, y aún no podíamos asegurar el pecho, ni acabábamos de creer que era tierra de cristianos la que ya nos sostenía.
Fuente: La Brújula Verde
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