• Un análisis realizado por el sitio especializado en temas de seguridad Insight Crime, resume el trance provocado al gobierno de México el escándalo provocado por la detención del alto mando militar y varios funcionarios de Aduanas

 

  • La serie de incautaciones y capturas recientes ponen en evidencia cómo los grupos criminales más poderosos de México están expandiendo su participación en el robo de combustible, una de las economías ilícitas de más rápido crecimiento y más rentables del país, cuyo auge también está corrompiendo a las fuerzas de seguridad más confiables del Estado

 

  • De acuerdo con reportes de inteligencia, dados a conocer recientemente por Estados Unidos, el petróleo robado en México ha llegado a ese país, a India e incluso hasta Japón

 

Primera Parte

 

Sam Woolston / Insight Crime / CAMBIO 22

Una serie de incautaciones y capturas recientes ponen en evidencia cómo los grupos criminales más poderosos de México están expandiendo su participación en el robo de combustible, una de las economías ilícitas de más rápido crecimiento y más rentables del país, cuyo auge también está corrompiendo a las fuerzas de seguridad más confiables del Estado.

Las fuerzas de seguridad mexicanas detuvieron a 14 personas, entre ellas un alto jefe de la Marina, el 6 de septiembre, tras el hallazgo en marzo de 10 millones de litros de diésel ilícito, una de las incautaciones más grandes en la historia del país. Según las autoridades, los grupos criminales habían introducido el combustible de contrabando desde Estados Unidos en un buque de 46,000 toneladas para evadir los impuestos al combustible en México. La red transfronteriza operaba gracias a la complicidad de empresas y a funcionarios corruptos de aduanas y de las fuerzas del orden.

Estas nuevas capturas son apenas el último ejemplo de cómo, en los últimos años, los grupos criminales han transformado su participación en los mercados ilícitos de combustible en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Las mafias del huachicol, algunas designadas por el gobierno estadounidense como “organizaciones terroristas”, han ampliado sus operaciones para insertarse a gran escala en los mercados energéticos internacionales. De acuerdo con reportes de inteligencia, dados a conocer recientemente por Estados Unidos, el petróleo robado en México ha llegado a ese país, a India e incluso hasta Japón.

Al mismo tiempo, miles de millones de litros de combustible ilícito también han ingresado desde Estados Unidos hacia México, donde redes criminales utilizan empresas fachada y fraude aduanero para evadir los impuestos nacionales al combustible. Los hidrocarburos se venden luego en los florecientes mercados negros del país, generando decenas de millones de dólares en ganancias para el crimen organizado.

El robo de combustible es la “fuente de ingresos ilícitos no relacionados con drogas más importante” para las mafias criminales de México, según la Red de Control de Delitos Financieros (Financial Crimes Enforcement Network, FinCEN) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos dado a conocer apenas en el pasado mes de mayo. Las autoridades estadounidenses señalaron que varias compañías energéticas con sede en Texas fueron “cómplices” de los flujos ilegales de hidrocarburos y compraron combustible robado de grupos criminales.

De Robin Hood al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG)

El 18 de enero de 2019, huachicoleros perforaron el oleoducto Tuxpan-Poza Rica-Tula en un campo cercano al pequeño pueblo de Tlahuelilpan, provocando un chorro de combustible que se elevó al cielo. Los ladrones huyeron, dejando que el combustible siguiera derramándose en el terreno. Al caer la noche, familias locales empezaron a llegar con botellas y baldes plásticos para llevarse algunos litros gratis que brotaban de la tierra.

Entonces, una chispa de electricidad estática encendió toda la escena, desatando una explosión que dejó al menos 137 muertos.

Los grupos criminales han usado el huachicol como fuente de ingresos ilícitos desde la década de 1990. Los primeros perforaban los oleoductos que atraviesan México y usaban válvulas, mangueras y bidones para extraer combustible, un modus operandi que hoy sigue en pie, aunque a mucha mayor escala.

Los primeros huachicoleros eran en su mayoría organizaciones locales pequeñas que cultivaron una imagen que emulaba a Robin Hood, vendiendo combustible robado a bajo precio en sus comunidades. Pinchar oleoductos con equipos rudimentarios era un trabajo peligroso, y las hazañas de estos grupos eran a menudo celebradas en corridos. Algunos incluso rezaban a “El Niño Huachicoleo”, el santo popular del robo de combustible, para evitar arrestos, proteger a sus familias y prevenir incendios en los oleoductos.

Pero para 2007, grandes grupos criminales, encabezados por el brazo armado del Cartel del Golfo conocido como Los Zetas, empezaron a apoderarse de los mercados de huachicol en el estado norteño de Tamaulipas, desplazando a los ladrones locales. Ese año, inteligencia estadounidense compartida con el gobierno mexicano reveló que Los Zetas estaban involucrados en una vasta operación de robo y contrabando de combustible con base en una zona petrolera de Tamaulipas conocida como La Cuenca de Burgos.

Varios factores convergieron para convertir al huachicol en un negocio prioritario para las grandes mafias criminales de México. Primero, una ofensiva sostenida del gobierno contra el narcotráfico, iniciada en 2006, empujó a los grupos criminales a buscar fuentes de ingresos alternativas. Al mismo tiempo, el gobierno mexicano empezó a reducir los subsidios a los combustibles fósiles, lo que hizo que los precios en las gasolineras subieran. Esto incrementó los márgenes de ganancia de la venta de combustible robado.

Para 2010, tanto el Cartel del Golfo como Los Zetas redoblaron sus operaciones de robo de combustible, en parte para financiar una guerra cada vez más sangrienta entre ellos, luego de que Los Zetas se separaran. La disputa por recursos convirtió a Tamaulipas en el primer gran epicentro del huachicol en México.

Tras la llegada de estos grupos, el número de tomas ilegales detectadas por la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) comenzó a dispararse. La compañía, que advirtió por primera vez a sus inversionistas sobre el robo de combustible tras descubrir 152 tomas en 2003, vio cómo la cifra subió a 710 en 2010 y luego alcanzó un récord de 14,910 en 2018.

A medida que aumentaban las tomas, también crecía la expansión geográfica del robo de combustible en México.

El Problema del Huachicol en México se Expande

El robo de combustible comenzó a extenderse a nuevas zonas, impulsado en parte por la presión de seguridad en Tamaulipas y por la llegada de nuevos actores criminales que empezaron a perforar ductos para generar los ingresos necesarios con los que competir con Los Zetas y frenar el apetito implacable del grupo por expandirse territorialmente.

Desde Tamaulipas, el robo de combustible se expandió hacia los estados centrales de Puebla y Guanajuato. El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que ya era uno de los grupos criminales más poderosos de México en 2015, tenía bastiones en ambos estados y siguió a Los Zetas en este negocio, iniciando una violenta disputa por el control de territorios cercanos a la infraestructura de ductos en el centro del país a partir de ese año.

Algunos grupos locales se unieron para resistir la incursión del CJNG. Uno de estos colectivos se convirtió en el Cartel de Santa Rosa de Lima, una organización especializada en huachicol que enfrentó con fuerza al CJNG en Guanajuato. Los enfrentamientos entre ambos estallaron en 2017 y fueron en parte responsables del rápido deterioro de la seguridad en el estado, que pasó de ser uno de los más pacíficos de México a uno de los más violentos por su alta tasa de homicidios.

“Hay que Controlar Dónde Están los Ductos para poder robar…” Entonces “los grupos criminales] pelean por el territorio físico de una forma en que no lo hacen por el tráfico de drogas sintéticas como el fentanilo o la metanfetamina”, explicó a InSight Crime Jane Esberg, investigadora que estudió el robo de combustible en México.

Hoy, Hidalgo, otro bastión del CJNG, es la Capital del Huachicol en el País. Allí se encuentra la refinería de Tula, una de las más grandes de México, con capacidad para procesar unos 315,000 barriles de crudo al día. Solo en 2024, el estado registró 2,450 tomas ilegales, la mayor cifra del país.

La infraestructura crítica también ha atraído a los ladrones al estado. “El centro del país tiene grandes carreteras… Tienes acceso a toda la región central de México”. “Eso genera muchas opciones para distribuir el combustible robado”, señaló Samuel León Sáez, autor de un libro abocado al estudio del tráfico de combustibles en México.

A la sombra de la refinería de Tula se encuentra Tlahuelilpan, escenario de la explosión de 2019. En el campo donde antes llovía combustible ahora hay un cementerio improvisado en memoria de las víctimas de la tragedia. Pero el pueblo sigue atrayendo a huachicoleros.

El ducto que atraviesa la localidad es uno de los más perforados de México. Entre 2022 y 2023, Pemex detectó un promedio anual de 3,226 tomas clandestinas a lo largo de la tubería. De ellas, 111 estaban en Tlahuelilpan.

Desde la explosión, los grupos de huachicol en México solo han intensificado el saqueo. Según estimaciones preliminares de Pemex, en 2024 se robaron 987 millones de litros de combustible, frente a 371 millones en 2019.

Huachicol no ha terminado, autoridades trabajan para disminuir el robo de hidrocarburos - POSTA México

Y aunque este tipo de robo local sigue en aumento, las cantidades sustraídas de la frágil infraestructura de Pemex quedan opacadas por una nueva fuente de suministro ilícito: las mafias criminales ahora acceden a los mercados internacionales de energía para multiplicar sus ganancias más allá de lo que pueden extraer de la empresa estatal.

Nuestro próximo artículo sobre el robo de combustible en México profundizará en los nuevos modelos internacionales de negocio empleados por los grupos criminales del país, incluido cómo el combustible proveniente de Estados Unidos inunda cada vez más los mercados ilícitos de México, generando cientos de millones de dólares en ganancias para el crimen organizado.

 

 

 

Fuente Insight Crime

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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