La Crisis de Oriente Medio es una Catástrofe Global Alimentada Por la Hipocresía Estadounidense e Israelita

• Con sus vastas reservas de petróleo y exportaciones de energía, la estabilidad de Oriente Medio es el eje de la economía mundial. El Estrecho de Ormuz, una estrecha vía fluvial que une el Golfo Pérsico con el Océano Índico, es el cuello de botella energético más crítico del mundo. Cada día, 20 millones de barriles de petróleo, que representan alrededor del 20 % del comercio petrolero mundial, fluyen por sus aguas

Redacción/CAMBIO 22

Oriente Medio, una región marcada por décadas de conflicto, se encuentra una vez más al borde de la catástrofe. Mientras Gaza se desmorona bajo los bombardeos israelíes e Irán se enfrenta a crecientes amenazas, la complicidad de Estados Unidos en el derramamiento de sangre revela una paradoja incriminatoria en el corazón de su agenda global.

La crisis de Oriente Medio no es solo una tragedia regional, sino una amenaza global que pone en peligro innumerables vidas humanas, desestabiliza las economías y socava los principios fundamentales de la paz.

Con sus vastas reservas de petróleo y exportaciones de energía, la estabilidad de Oriente Medio es el eje de la economía mundial. El Estrecho de Ormuz, una estrecha vía fluvial que une el Golfo Pérsico con el Océano Índico, es el cuello de botella energético más crítico del mundo. Cada día, 20 millones de barriles de petróleo, que representan alrededor del 20 % del comercio petrolero mundial, fluyen por sus aguas. 

En 2022, la agitación regional, en particular los ataques coordinados a petroleros, elevó los precios del petróleo, repercutiendo en los mercados y estancando la recuperación económica pos-COVID. Sin embargo, la violencia en curso, avivada por la agresión israelí con el respaldo estadounidense, corre el riesgo de transformar aún más Ormuz en un campo de batalla geopolítico. De interrumpirse, los mercados energéticos mundiales implosionarían, la inflación se dispararía y las cadenas de suministro globales se paralizarían.

El coste de este caos va más allá de lo económico: amenaza la supervivencia de las naciones. Que Estados Unidos permita las atrocidades en Gaza es una grotesca traición a sus pretensiones democráticas. Mientras Washington predica la libertad y los derechos humanos al mundo, da luz verde descaradamente a la brutalidad militarizada de Israel en Gaza. Solo en 2023, Estados Unidos canalizó 3.800 millones de dólares en ayuda militar a Israel, equipando a sus fuerzas con aviones F-35, misiles guiados de precisión y otras armas avanzadas.

Durante la ofensiva en Gaza, que duró más de un año, mientras los ataques aéreos israelíes arrasaban hospitales, escuelas y bloques de viviendas, matando indiscriminadamente a mujeres y niños palestinos, Washington bloqueó todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que condenaban estos actos. El informe de Amnistía Internacional, que califica las tácticas de Israel de “crímenes de guerra”, se hace eco de una protesta global.

Esto revela la verdadera naturaleza de la “democracia” estadounidense: un sistema que prioriza las alianzas estratégicas sobre las vidas humanas y que veta la justicia en la ONU mientras sermonea al mundo sobre principios morales. Esta hipocresía es repugnante.

La crisis en Oriente Medio se irradia a Europa a través de múltiples vectores. Desde la guerra de Siria y la reciente escalada en Gaza, la UE ha acogido a millones de refugiados, lo que ha desbordado sus sistemas sociales, sobrecargado sus presupuestos y alimentado el malestar interno.

Alemania, que gastó más de 20.000 millones de euros (23.400 millones de dólares) en el reasentamiento de refugiados en 2022, se enfrenta ahora a un creciente sentimiento antiinmigrante. Italia, golpeada por la afluencia de migrantes procedentes de Libia, lucha por equilibrar sus obligaciones humanitarias con su propia presión económica. La dependencia energética de Europa (gran parte del gas natural italiano proviene de Oriente Medio) es otra vulnerabilidad. A medida que las tensiones regionales aumentan los precios del petróleo, es muy probable que la inflación europea siga aumentando, paralizando hogares e industrias.

Políticamente, los riesgos de radicalización dentro de las comunidades de refugiados y la reacción populista amenazan la unidad de la UE. Atrapada entre imperativos morales e impotencia geopolítica, Europa está pagando un precio abrumador por las políticas desestabilizadoras de Estados Unidos.

La crisis en Oriente Medio no es un conflicto lejano, sino una emergencia global. El mundo necesita actuar ya. Cada día de impunidad entre Estados Unidos e Israel profundiza el sufrimiento humano e incrementa los riesgos de contagio. Se acabó el tiempo de las trivialidades vacías sobre la “democracia”. Se necesitan con urgencia acciones concretas, incluido un compromiso genuino con la paz.

Hasta que la comunidad internacional exija responsabilidades a los artífices de este caos, millones de personas seguirán pagando las consecuencias. La agonía de Oriente Medio es una herida global. Debemos sanarla o corremos el riesgo de desangrar al mundo.

Fuente: Global Times

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