Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, 26 de noviembre. –  Con un sol brillante en el horizonte y corazones llenos de devoción, los primeros Antorchistas Guadalupanos han comenzado su peregrinaje, marcando el inicio de una travesía de fe y sacrificio. Uno de los grupos partió esta mañana con el objetivo de recorrer la costa yucateca, un trayecto de aproximadamente 800 kilómetros de ida y vuelta, con la promesa de regresar para cantarle Las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre.

Entre ellos destaca Franklin Orlando Argüello Cano, quien lleva ocho años peregrinando. Los primeros cuatro los hizo corriendo, mientras que los últimos, incluido este año, los ha realizado en bicicleta, acompañado de un grupo de amigos que comparten su misma pasión y devoción. “Cada quien tiene una promesa personal”, comenta Franklin con una sonrisa que refleja devoción.

La organización del viaje ha sido fruto de esfuerzo y trabajo en equipo. “Hacemos rifas, ventas, lo que sea necesario para juntar un poco de dinero y cubrir los gastos del camino. Pero siempre hay manos solidarias que nos apoyan. La gente en la carretera a veces nos da $50 o $100 para un refresco o una botella de agua. Esas pequeñas ayudas significan mucho para nosotros”, relata.

El recorrido no está exento de retos. Las inclemencias del tiempo, las largas jornadas bajo el sol, y las noches en la carretera podrían desanimar a cualquiera, pero no a los Antorchistas. “En las comunidades, siempre hay alguien que nos ofrece un espacio, un pequeño techo para descansar. La bondad de las personas nos llena de ánimo para seguir adelante”, dice Franklin.

El grupo espera regresar a casa la noche del 11 de diciembre, justo a tiempo para cantar con fervor Las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe, cerrando así un ciclo más de fe y compromiso. “Es un sacrificio, pero también una muestra de gratitud. La Virgen nos acompaña en cada kilómetro y nosotros cumplimos nuestra manda con amor y esfuerzo”, concluye Franklin.  Este peregrinaje es mucho más que un recorrido físico; es un acto de amor, gratitud y esperanza. Cada kilómetro recorrido es un testimonio de fe y una promesa cumplida, un recordatorio de que la devoción puede superar cualquier obstáculo en el camino.

 

 

 

 

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LRE

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