Juegos de Mesa y Azar en el Antiguo Egipto
27 Sep. 2024
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¿Cómo disfrutaban el tiempo de ocio en la antigüedad? Para los egipcios, los conocidos y populares “juegos de mesa”, con los que seguimos disfrutando en la actualidad, fueron algo muy habitual, aunque, por desgracia, sus reglas no han trascendido hasta nuestros días.
Redacción / CAMBIO 22
La princesa Reny-Seneb bosteza y se estira. Está cansada, lleva ya mucho rato jugando y tiene ganas de retirarse a dormir. Pero el faraón no parece darse cuenta de nada, enfrascado como está en el juego. Y es que al contrario que su contrincante, Amenemhat está muy animado todavía.
La joven se resigna a su suerte. Y encima hoy va perdiendo. El faraón es muy bueno jugando a Perros y Chacales, que duda cabe (aunque ella le ha ganado en más de una ocasión). Así que además de no dormir, Reny-Seneb va a perder la enésima partida de la noche. Será por eso que el rey está hoy tan contento, se dice la princesa.
Amenhemat levanta la mirada del bonito tablero de marfil y ébano y observa que su compañera de juego parece tener sus pensamientos en otra parte. Sonríe y lleva a cabo la última jugada, que le da la victoria. “Creo que deberíamos retirarnos ya, ¿no te parece?”, pregunta el faraón ante el alivio de la joven. “Mañana seguimos con la partida”.
Evidentemente esta escena es una recreación, pero muy bien pudo haber sucedido así. De hecho, tanto Amenemhat IV como Reny-Seneb existieron realmente. Vivieron durante la dinastía XII (1985-1773 a.C.) del Reino Medio de Egipto. En 1910, Howard Carter, futuro descubridor de la tumba de Tutankamón, localizó en la necrópolis tebana de Asasif la tumba de esta princesa, en cuyo interior había un hermoso tablero de ébano y marfil del popular juego de Perros y Chacales.
El bello objeto, que hoy en día se expone en el MET de Nueva York, tiene la forma de un pequeño mueble que se sostiene sobre las patas de un animal. En la parte superior del tablero, de 15 x 10 cm, se talló una palmera y hay 58 agujeros. En algunos de estos huecos se alzan diez fichas (unos “palitos”), cinco de ellas rematadas con la cabeza de un perro y otras cinco, con la de un chacal.
De este, como de otros muchos juegos que nos han llegado del antiguo Egipto, no conocemos las reglas, aunque los estudiosos no han dejado de sugerir estrategias de lo más variadas. Y en el caso del de Perros y Chacales no iba a ser diferente. Incluso parece ser que este juego, también conocido como “juego de los 58 agujeros”, triunfó más allá de sus fronteras. Y es que hace unas semanas nos sorprendía la noticia del hallazgo de un tablero de este tipo de juego nada menos que ¡en Azerbaiyán!
Está claro que desde los tiempos más remotos la humanidad ha buscado diversas maneras de divertirse. Socializar, explicar historias, bailar, competir… han sido muchos de los modos que la gente ha utilizado para pasar sus, a veces, escasos ratos de ocio.
Aunque no hay duda de que los juegos de estrategia o de azar (lo que hoy conocemos como “juegos de mesa”) han sido uno de los métodos de distracción más universales (¡los de cierta edad seguro que recuerdan perfectamente aquellas largas tardes de domingo jugando con los variadísimos y muy divertidos Juegos Reunidos Geyper!)
De regreso al antiguo Egipto, no pensemos que Perros y Chacales fue el único “juego de mesa” del que disfrutaron los habitantes del país del Nilo. Hubo bastantes más, algunos de ellos muy antiguos, como por ejemplo el Juego de la Serpiente, o meben, un juego cuyo tablero tenía la forma de una serpiente enroscada, cuya cabeza se encontraba en el centro y el cuerpo se dividía en varias casillas. Las fichas tenían la forma de tres leones, tres leonas y unas bolitas blancas y rojas. Evidentemente tampoco sabemos las normas, pero sí que se jugaba ya en tiempos tan remotos como la dinastía I (3000-2890 a.C.).
Asimismo, piezas y fichas sueltas, sin tablero, se han descubierto en algunas tumbas del Reino Antiguo, como en los complejos funerarios del faraón Neferefre y la reina Khentkhaus, de la dinastía V (2494-2345 a.C.). Del mismo modo, se han documentado tableros solitarios en algunas mastabas, como la del noble Ptashepse, visir del faraón Niuserre, también de la dinastía V, en Abusir.
Pero existe otro juego que fue extremadamente popular en el antiguo Egipto. Se trata del senet, en el cual algunos investigadores han querido ver un antecedente del juego de damas, el backgamon, el parchís, la oca o incluso el ajedrez. De hecho, se han hallado tableros de este juego, que está documentado en Egipto desde época predinástica, inscritos en el pavimento de algunos templos (como Medinet Habu) y se ha descubierto un gran número de tableros completos de senet en algunas tumbas, tanto de faraones (en la de Tutankamón se hallaron cuatro) como de particulares (como el hermoso senet descubierto en la tumba del arquitecto Kha y su esposa Merit en Deir el-Medina, el poblado de los constructores del Valle de los Reyes).
Aunque no hay duda de que una de las representaciones más conocidas de un senet es la que se plasmó en los muros de la tumba de la reina Nefertari, la esposa favorita de Ramsés II, en el Valle de las Reinas. La escena muestra a la soberana sentada ante un tablero de senet, presta a mover una de las fichas. Y es que el senet devino algo más que un simple juego de mesa. Al parecer, se piensa que pudo haber tenido también un sentido mágico y ritual. Incluso se menciona en el Libro de los muertos egipcio como una de las pruebas que el alma del difunto tenía que superar para llegar al reino de Osiris y alcanzar la eternidad.
El tablero tradicional de senet estaba compuesto por tres hileras formadas por diez casillas cuadriculadas cada una y las fichas tenían una forma cónica o cilíndrica. Pero como ocurre en los casos anteriores, tampoco conocemos cómo se jugaba al senet. Las reglas no han trascendido, lo que, como en los otros casos y como no podía ser de otro modo, ha dado lugar a infinidad de interpretaciones entre los investigadores.
Pero aún hay más. Otro juego que tuvo también bastante predicamento entre los antiguos egipcios fueron los dados. No es un juego oriundo de Egipto, sino que fue introducido en el país por los griegos durante el período ptolemaico, en torno al siglo IV a.C. Aunque eso no quiere decir que antes de eso los egipcios no jugasen a algo similar. De hecho, practicaron un juego parecido usando unos palitos o bastones de madera de pocos centímetros de largo, que eran redondeados por un extremo y planos por el otro. Tras arrojarlos al igual que se hacía con los dados, dependiendo de sobre qué lado caía la pieza el valor resultante era uno u otro.
Y, a todo esto, ¿sabemos qué fue de la princesa Reny-Seneb? ¿Por qué se encontraba en su tumba ese bonito juego de Perros y Chacales? Desafortunadamente son preguntas sin respuesta. Sin embargo, sí que podemos hacer un ejercicio de imaginación, echar la vista atrás y ver qué pasó después de que Amenhemat IV decidiera terminar la partida ese lejano día…
El faraón chasquea los dedos y un sirviente, pendiente de cualquier gesto de su señor, retira el tablero con sumo cuidado para introducirlo en su lujosa caja. Como sabemos, se trata de un objeto muy valioso. Reny-Seneb observa cómo se lo llevan para guardarlo y recuerda que el faraón prometió regalárselo algún día. “Será una de las piezas más apreciadas de mi ajuar funerario”, piensa soñolienta la princesa. Aunque la verdad es que no tiene ninguna prisa para jugar a Perros y Chacales en el reino de Osiris. Prefiere que Amenemhat siga retándola a una partida cada noche… aunque acabe perdiendo.
Fuente: Historia National Geographic
GAVC / MER