• El alcalde de Alicudi pide un hogar para 600 cabras silvestres que serán retiradas de la pequeña isla volcánica.

     

Redacción/ CAMBIO 22

Cuando el alcalde de una remota isla italiana que se enfrenta a una superpoblación de cabras silvestres se ofreció a regalar a las cabras, previó un cierto interés por parte de los ganaderos de las islas vecinas, quizá deseosos de aumentar su producción de queso ricotta.

Pero cuando la noticia de su iniciativa de “adoptar una cabra” se extendió más allá de Alicudi, recibió una cascada de ofertas de todo el mundo, no sólo de Europa, sino también de Estados Unidos, e incluso de un amante de animales en Nigeria.

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A Riccardo Gullo se le ocurrió la novedosa idea después de que un censo estimara que el número de cabras silvestres en Alicudi, la más pequeña del archipiélago siciliano de las Eolias, era seis veces superior a la población humana de la isla, que es de 100 personas durante todo el año.

Gullo tendrá que ser juicioso en su selección, ya que la demanda de cabras supera con creces la oferta.

“El total de las ofertas era de mil 900 cabras, explica. “La respuesta ha sido estupenda, pero vamos a tener que rechazar a la mayoría, ya que se cree que el número de cabras en la isla es de unas 600”.

Cabra Girgentana - Wikipedia, la enciclopedia libre

Su reto más apremiante es cómo capturar a los animales y transportarlos fuera de Alicudi, una isla de 5 km2 con un volcán inactivo que está a entre dos y tres horas en barco desde Sicilia continental.

El encargado de esta tarea es Giovanni Dell’Acqua, director de desarrollo rural del Consejo Regional de Sicilia en Mesina. “No va a ser fácil, pero tenemos que actuar con rapidez y eficacia”, afirma.

El dilema caprino de Alicudi comenzó hace dos décadas, cuando los ganaderos trajeron a la isla un pequeño número de estos animales. Pero cuando la economía de la isla se orientó hacia el turismo, los granjeros abandonaron a las cabras a su suerte.

“Sería como si yo dejara a mi perro en medio de la carretera”, explica Dell’Acqua. “Las cabras se reprodujeron en exceso y aquí estamos hoy… deberíamos haber vigilado mejor”.

Durante años, las cabras fueron un espectáculo encantador escondido en el extremo rocoso de la isla. Pero entonces los animales, expertos en sortear los escarpados acantilados, empezaron a gravitar hacia la zona habitada, dañando la exuberante vegetación verde, causando estragos en jardines y huertos, derribando partes de muros de piedra e incluso metiéndose en las casas de la gente.

Lorcan O’Neill, propietario de una galería de arte en Roma que tiene una casa en Alicudi, afirma que antes los habitantes de la isla consentían a las cabras “cuando había cierto sentido del equilibrio”.

“Pero ahora, sin depredadores ni labranza, parece una infestación que destruirá el frágil ecosistema que ha existido en esta pobre y casi yerma isla durante siglos”, afirmó.

O’Neill describió el impacto que la presencia de las cabras ha tenido en la isla. “Se comen todo lo verde que hay a la vista. Olvídate de cultivar cualquier cosa, decorativa o para la cocina: ¡las cabras pueden llegar a cualquier sitio y comérselo todo!”

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“Es peligroso dar un paseo por la montaña o acercarse a la orilla por mar, porque no paran de caer rocas: es una pesadilla. Y las cabras monteses son enormes, con pesados cuernos, y se han vuelto agresivas”.

Dell’Acqua afirma que otra preocupación es que los animales, que pesan hasta 120 kg y tienen cuernos de 50 cm, puedan cornear a alguien. “La gente tiene miedo”.

Un equipo de expertos en fauna salvaje viajará a Alicudi la próxima semana y ha empezado a diseñar un plan de captura, que consistirá en atrapar a las cabras con redes o atraerlas hacia corrales con comida.

“Encerrarlas será muy difícil, ya que llevan 20 años en libertad, por lo que esperamos muchas coces”, explica Dell’Acqua.

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Una vez capturadas, las cabras se someterán a análisis de sangre para detectar enfermedades. Después, los expertos tendrán que encontrar la forma de trasladarlas desde la cima de la isla, lo que implica un descenso pronunciado, hasta el puerto, desde donde serán enviadas a Milazzo, en Sicilia. Una vez allí, permanecerán en cuarentena durante dos meses.

“Alicudi es muy rocosa y, objetivamente, no será fácil transportarlas”, explica Dell’Acqua.

El objetivo es capturar el mayor número posible de cabras antes de que empiece la temporada turística a mediados de junio, antes de reanudarla en septiembre. “No debe quedar ni una sola cabra”, afirma Dell’Acqua.

Mientras tanto, las autoridades sicilianas decidirán quién puede adoptar una. Los que querían tener una como mascota doméstica se sentirán decepcionados.

“Aunque la gente ha sido muy amable al ofrecerse, las cabras sólo irán a parar a manos de granjeros, personas que sepan cómo criarlas y puedan darles el entorno que necesitan”, explica Dell’Acqua. “Espero que todas se queden en Sicilia o en otras regiones del sur de Italia, ya que así podremos limitar el estrés que el transporte causará a los animales”.

 

Fuente: La Lista

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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