Redacción/CAMBIO 22

Hershey en Cuba: la ciudad que nació del chocolate

A solo 45 kilómetros de La Habana existe un pueblo singular que sorprende tanto por su historia como por su nombre: Hershey, sí, como la famosa marca de chocolate estadounidense. Aunque suene increíble, este lugar tiene un origen profundamente ligado al dulce imperio creado por Milton S. Hershey, el fundador de The Hershey Company, una de las empresas chocolateras más grandes del mundo.

La historia se remonta a principios del siglo XX, cuando Milton Hershey, visionario empresario y filántropo, buscaba una fuente estable y eficiente de azúcar para su creciente producción de chocolate en Estados Unidos. En esa época, Cuba era uno de los principales productores de caña de azúcar del mundo, gracias a su clima tropical y su ubicación estratégica.

En 1916, Hershey decidió invertir en Cuba y compró una enorme extensión de tierra al este de La Habana. Allí construyó una planta procesadora de azúcar, que sería fundamental para abastecer sus fábricas de chocolate en Pensilvania. Pero no se quedó solo con una planta: Hershey fue más allá. Inspirado por el modelo de ciudad que ya había creado en Estados Unidos para sus trabajadores, fundó un pueblo completo en Cuba, al que puso su propio nombre: Hershey.

El pueblo fue diseñado al estilo estadounidense, con casas de madera, parques, áreas recreativas, una iglesia, una escuela y hasta un cine. Todo esto con el objetivo de ofrecer a los trabajadores condiciones de vida dignas, estables y saludables. La comunidad se convirtió en una especie de “burbuja americana” en medio de la isla caribeña.

Pero la obra más ambiciosa de Hershey en Cuba fue, sin duda, la construcción de un ferrocarril eléctrico, el primero de su tipo en la isla. Este tren conectaba la refinería de azúcar con La Habana y otros puntos clave de la región, permitiendo transportar fácilmente tanto trabajadores como mercancías. Durante décadas, el llamado “Tren de Hershey” fue un símbolo de modernidad y eficiencia.

A lo largo de los años, el pueblo floreció gracias a la actividad azucarera. Sin embargo, en 1946, la empresa Hershey vendió sus propiedades en Cuba a una compañía cubana, aunque el nombre del pueblo ya estaba tan arraigado que nunca cambió. Más adelante, con la llegada de la Revolución Cubana en 1959, el Estado nacionalizó la planta y todo el sistema ferroviario.

A pesar de estos cambios, el pueblo mantuvo su nombre y gran parte de su arquitectura original. Con el paso del tiempo, la producción de azúcar disminuyó y la infraestructura se fue deteriorando. El famoso tren eléctrico siguió funcionando por décadas, convirtiéndose en un ícono nostálgico para muchos cubanos, hasta que dejó de operar regularmente en los últimos años.

Hoy, Hershey es un lugar lleno de historia, un testimonio vivo del cruce entre el capitalismo estadounidense de principios del siglo XX y la historia industrial de Cuba. Aunque la fábrica ya no funciona como antes y el tren eléctrico apenas se mueve, el pueblo conserva su nombre, su espíritu y su curiosa herencia chocolatera.

Visitar Hershey en Cuba es como hacer un viaje en el tiempo. Sus calles tranquilas, las viejas casas de estilo norteamericano y los restos del tren recuerdan una época en que el azúcar y el chocolate unieron dos mundos diferentes. Es, sin duda, una historia dulce, única y poco conocida, que demuestra cómo una marca puede dejar huella mucho más allá de lo que uno imagina.

 

 

 

Fuente: Facebook

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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