• Necesariamente Incómoda

 

Graciela Machuca Martínez/CAMBIO 22

Ramón Bravo Prieto (1925-1998) es el buzo mexicano que mayor renombre ha alcanzado a nivel internacional. En el auge profesional de ambos, entabló una amistosa relación científica con el investigador submarino francés, Jacques Cousteau. Fue merecedor del Premio Nacional de Periodismo por su divulgación científica de la riqueza mexicana, en la pantalla chica. Su visionaria labor en defensa de los ecosistemas marinos dio origen a la Medalla Ramón Bravo, que otorga el Gobierno de Quintana Roo.

Investigador submarino, camarógrafo procurado por quien buscara al mejor bajo el agua, además fue un guía profundamente conocedor. Su programa televisivo Mundo Marino estaba dedicado a mostrar las maravillas de los mares mexicanos: las cascadas de arena en Baja California Sur, las cristalinas aguas de nuestro Caribe mexicano, los lobos marinos del mar de Cortez, atravesando todo el golfo en lanchas de goma. Eso es parte de lo que se puede leer en un texto escrito con motivo de su fallecimiento en el año de 1998.

https://amuraworld.com/topics/conservancy-report/articles/527-ramon-bravo-el-defensor-de-los-ecosistemas-marinos.

Ahora, a más de 25 años de su fallecimiento, su legado sigue presente, sin embargo, su patrimonio fue objeto de despojo, de fraude, de tráfico de influencias y de ilegalidades, a tal grado que los legítimos herederos no hay podido recuperar lo que por justicia y por ley les corresponde. Integrantes de la clase política, abogados, notarios, jueces y un sinfín de personas participaron en permitir un despojo más de los muchos que se documentan año tras año en Quintana Roo.

Por ello, Devora Bravo, a casi cien años del nacimiento de su padre da a conocer esa historia de ilegalidades que se tejió en torno al patrimonio de su padre, a partir de su muerte.

En circunstancias extrañas, sus terrenos y su casa, una obra de arte maya en Isla Mujeres, Quintana Roo, “quedaron en custodia de María de los Ángeles Vallejo Bernal, y de su abogado Ermilio Colonias Lizama, quienes en contubernio con el notario Lechón Rosas, entre otros vendieron y se repartieron sus bienes, esto dio como resultado la pérdida de su casa, sus pertenencias, filmaciones, premios internacionales, antigüedades, recuerdos y mucho material de investigación de los mares que recopilo por todo el mundo”.

Devora Bravo, recuerda que a casi 20 años después, la contactaron la señora  María Teresa de la Peña Linz y su abogado Juan Alberto Bermejo Varela, “no supe cómo ni porque, ellos tenían la posesión de los terrenos y gracias a ellos me enteré que de que mi firma, mi INE, que era la IFE y la de mis medios hermanos fueron falsificados y el colmo fue que supuestamente Ramón Arturo Bravo Ruiz y Ruth Ivonne Bravo Ruiz habían cedido sus derechos fechado en 2017 pero Ruth murió desde noviembre de 2014, ¿la revivieron?”.

A más de dos décadas, “sin resolución alguna por parte de las autoridades he sido perjudicada por un sinfín de tácticas dilatorias y demás argucias, trampas, y sobornos para alargar este proceso y yo desista de mi herencia, recurrí a las autoridades de Quintana Roo esperando justicia, desde 2019 he dado seguimiento conforme a la ley, pero los años pasan y siguen pasando y no hay justicia”.

Devora Bravo tiene su residencia en Jalisco, por lo que le es muy complicado y costoso viajar a Cancún, “han sido tiempos muy difíciles a partir de la pandemia”, comenta.

Precisa que su padre, cumpliría 100 años este octubre, “yo he pasado de la ira a la frustración, siempre con esa amarga tristeza de saber que toda la labor de la vida de mi padre fue saqueada, robada, y tirada a la basura, en manos de personas desalmadas e ignorantes que no valoran ni a la naturaleza, ni al maravilloso mar Caribe y menos a los seres que lo habitan. Mi padre dedicó su vida entera a rescatar arrecifes y especies en peligro de extinción, me molesta sobremanera ver que el dinero va por encima de todo y de todos”.

Reconoce que ha sido paciente y ha hecho todo conforme a la ley, en tiempo y forma, “las pruebas están en el escritorio del juez, ya cumplí con todos los requisitos para aclarar el despojo del que mis hermanos y yo hemos sido objeto, espero que el hacer público este atraco me ayude por fin a tener lo que por derecho me corresponde, yo soy la última hija de mi padre”.

La vida y las investigaciones de Ramón Bravo Prieto, así como su amor por la naturaleza, hoy más que nunca se deben rescatar y reevaluar, ante las decisiones políticas aberrantes para seguir destruyendo los recursos naturales no solo del Mar Caribe y la Selva Maya, sino todo el territorio nacional, ante un proyecto neoliberal al que no le interesa el futuro de las nuevas generaciones de la humanidad, sino las ganancias capitalistas y para ello se alían a gobiernos como el de la llamada IV transformación.

El texto mencionado al principio de esta columna, es de Alberto Friscione Carrascosa, quien recordó: “Las aletas, el visor, el snorkel, la cámara, el papel y el lápiz fueron sus herramientas principales de trabajo, pero sobre todo lo fue el valor moral de hacer públicas las amenazas que asechaban los ecosistemas y, por extensión, al planeta. Sabía que luchaba contra molinos de viento, pero su convicción de saber que, hacía lo correcto, y su inquebrantable fe en que podría mejorar las cosas, le obligaban a seguir adelante”.

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

RHM/RCM

 

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