Hatzegopteryx, El Pterosaurio Terrestre que Desafía las Convenciones
1 May. 2024
-
Hatzegopteryx fue uno de los pterosauros más grandes que han existido y el animal de mayor peso que jamás haya surcado los cielos de nuestro planeta. La sorpresa es que, en realidad, era un animal terrestre.
Redacción/ CAMBIO 22
Al hablar de pterosaurios, los reptiles voladores que dominaron los cielos del Mesozoico, nos vienen a la mente algunos nombres comunes, como el pterodáctilo o el Quetzalcoatlus. Pero seguramente no pensamos en el Hatzegopteryx, un pariente de este último, que a pesar de no ser muy conocido es el animal más pesado que se conoce con la capacidad de volar.
Aunque otros pterosaurios tenían una longitud mayor gracias a su cuello, Hatzegopteryx siguió una evolución diferente. Con más de 10 metros de envergadura de las alas y un peso que superaba los 200 kg, este pterosaurio contaba con una serie de adaptaciones que le permitían alzar el vuelo, pero lo más sorprendente es que este animal era principalmente terrestre.
UN COLOSO DE LOS CIELOS
Hatzegopteryx era un azdárquido, una familia de pterosaurios caracterizados por sus largos cuellos y extremidades, gracias a los cuales alcanzaban tamaños enormes. A esta familia también pertenece el famoso Quetzalcoatlus, considerado como el mayor pterosaurio en cuanto a dimensiones totales del cuerpo.
Lo que caracterizaba al Hatzegopteryx, y a la vez lo diferenciaba de otros azdárquidos, eran sus vértebras más robustas, lo cual parece indicar que poseía una musculatura cervical más fuerte y un cuello más grueso. Esto parece ir en contra de la tendencia habitual en animales voladores, que es la de aligerar al máximo los huesos para volar con más facilidad.
Un cuello así solo tendría sentido si pensamos que los músculos del cuello jugaban un papel importante. La razón más evidente sería que tuviera que levantar presas pesadas o que tuviera una mordedura más potente que sus parientes. Sin embargo, esto no sería especialmente útil para un cazador aéreo ya que, como se ha dicho, los animales voladores tienden a ser muy ligeros.
Por poner un ejemplo actual, el cóndor de los Andes, el ave rapaz más grande del mundo, tiene una envergadura de más de 3 metros pero su peso promedio es de solo 15 kg. En cambio, la envergadura del Hatzegopteryx estaba entre los 10 y los 12 metros, pero su peso estimado es de unos 225 kg: proporcionalmente, este pterosaurio sería 5 veces más pesado en relación a su tamaño.

CAZADOR ESPECIALIZADO
Lo que se cree es que el Hatzegopteryx se alimentaba principalmente de presas terrestres, cuyo peso era mayor; y al ser más difíciles de despedazar, necesitaba una mandíbula y un cuello de mayor fuerza. La primera idea es que podrían haber cazado de una forma similar a las aves rapaces, abalanzándose sobre sus presas desde el cielo; tener un gran peso, en este caso, ayudaría a que su ataque fuera más fuerte.
Sin embargo, la hipótesis de los expertos es aún más sorprendente: el Hatzegopteryx era principalmente un animal terrestre en vez de volador, algo bastante inusual para un pterosaurio. Sabemos que podían desplazarse por tierra con relativa facilidad sobre sus extremidades, ya que se conservan sus huellas fosilizadas: los paleontólogos creen que que se movía de forma parecida a las cigüeñas.
Su cráneo de tres metros de largo parece desproporcionado, pero además era inusualmente ancho. Según los expertos, su método de caza consistía en ensartar a las presas grandes y después despedazarlas con sus mandíbulas, mientras que los animales de pequeño tamaño podía devorarlos de un bocado, como hacen las aves pescadoras.
En realidad, el Hatzegopteryx no tenía necesidad alguna de volar. Este género de pterosaurios era endémico de una zona conocida como la Cuenca de Hateg, una isla situada en lo que hoy es Rumanía. Los herbívoros que vivían ahí eran versiones “enanas” de sus parientes de las masas continentales, principalmente saurópodos de pequeño tamaño.
¿Entonces, para qué le servían unas alas tan grandes? Los paleontólogos creen que las usaban cuando necesitaban desplazarse a distancias relativamente largas y que, más que impulsarse, volaban aprovechando las corrientes de aire. Así, irónicamente, el animal volador más pesado que ha existido era principalmente terrestre.

Fuente: National Geographic
PAG





















