Mediante espectroscopía Raman avanzada del fondo marino, el equipo midió concentraciones de hidrógeno molecular de 5,9 a 6,8 mmol/kg en fluidos hidrotermales difusos. Aunque los fluidos en sí mismos son moderadamente cálidos (menos de 40 °C), los marcadores geoquímicos indican temperaturas subterráneas mucho más altas, suficientes para impulsar la formación de dolomita, lo que apunta a intensas interacciones fluido-roca en las profundidades del fondo marino.
5% de producción abiótica submarina
Con base en el mapeo del área de descarga y el análisis de la velocidad del flujo, el flujo anual de hidrógeno del campo Kunlun se estima en 4,8 x 10 elevado a 11 mol/año, lo que representa al menos el 5% de la producción global de hidrógeno abiótico de todas las fuentes submarinas, una contribución notable para un solo sistema.

Las características geológicas, que incluyen cráteres de paredes escarpadas que se asemejan a chimeneas de kimberlita, depósitos explosivos de brechas y estructuras estratificadas de carbonato, sugieren que la actividad hidrotermal ha seguido una evolución gradual: primero erupciones impulsadas por gas, seguidas de una circulación hidrotermal prolongada y deposición mineral.
“Lo que resulta particularmente intrigante es su potencial ecológico”, afirmó el profesor Sun. “Observamos la proliferación de diversas especies de vida abisal: camarones, langostas, anémonas y gusanos tubícolas, especies que podrían depender de la quimiosíntesis impulsada por hidrógeno”.
Laboratorio natural
Este descubrimiento proporciona un laboratorio natural para estudiar los vínculos entre las emisiones de hidrógeno y el surgimiento de la vida primitiva. Se cree que los fluidos alcalinos ricos en hidrógeno, como los de Kunlun, reflejan el entorno químico de la Tierra primitiva.
El sistema hidrotermal de Kunlun no solo amplía nuestro conocimiento sobre los procesos de hidrógeno en aguas profundas, sino que también abre nuevas vías para la identificación de recursos submarinos de hidrógeno sin explotar, señalaron los investigadores.
Fuente: La Jornada






















