Redacción/CAMBIO 22

Los arqueólogos creen que pueden haber encontrado el único dildo romano conocido de tamaño natural, hallado en una zanja en lo que fueron los confines más septentrionales del imperio.

Si no se utilizó como instrumento sexual, entonces el objeto, de dos mil años de antigüedad, podría haber sido un mortero con forma de pene erecto, o podría haber sido una pieza de una estatua que la gente tocaba para tener buena suerte.

Sin embargo, definitivamente no se trata del objeto que fue catalogado tras su descubrimiento en el fuerte romano de Vindolanda en el condado de Northumberland en 1992: una herramienta para zurcir.

“Tengo que confesar”, dijo Rob Collins, profesor titular de arqueología de la Universidad de Newcastle, “que una parte de mí piensa que es bastante evidente que se trata de un pene. No sé quién lo registró en el catálogo. Tal vez fue alguien a quien le incomodó o no pensó que los romanos harían cosas tan tontas”.

Si la persona realmente pensaba eso, no podía estar más equivocada, dado que las representaciones bidimensionales y tridimensionales de falos eran abundantes en el mundo romano, ya fuera en mosaicos, frescos, decoraciones en vasijas o dijes que se usaban alrededor del cuello.

El falo del fuerte de Vindolanda mide 16 cm de largo pero, según indican los investigadores, probablemente era más grande, ya que la madera arqueológica es propensa a encogerse y deformarse.

Lo examinaron investigadores de la Universidad de Newcastle y del University College de Dublín. El análisis reveló que se trata, como mínimo, del primer ejemplo conocido de un falo incorpóreo de madera recuperado de cualquier lugar del mundo romano.

El falo fue hallado en una zanja junto con docenas de zapatos y accesorios de vestir, así como desechos de artesanías, como retazos de piel y cuernos trabajados, quizás una de las razones por las que fue considerado una herramienta para zurcir.

“Lo que lo convierte en una primicia es que no se trata de un pequeño falo en miniatura”, comentó Collins. “Es de tamaño natural. También es importante porque la madera no suele sobrevivir… no pudimos encontrar ningún equivalente”.

El tamaño y la incertidumbre respecto a su función eran fascinantes, señaló. “A menudo, en arqueología, cuando encontramos un objeto podemos determinar para qué se utilizaba o deducirlo. Ese no fue el caso de este objeto. Tuvimos que ampliar nuestras posibilidades pensando para qué serviría un falo tallado en madera de quince centímetros y medio”.

“Tuvimos discusiones muy interesantes”.

Los antiguos objetos fálicos se utilizaban con frecuencia para alejar el mal. El análisis demostró que el falo del fuerte de Vindolanda tenía los extremos notablemente más lisos, lo que indica que fue utilizado para algo durante un periodo de tiempo.

El equipo maneja tres posibles teorías, todas ellas descritas en un detallado artículo de debate publicado en la revista Antiquity.

Una teoría es que se utilizó con fines sexuales. Esto podría significar que se trataba de un juguete sexual, aunque es necesario adoptar cierta cautela, señaló Collins.

“A veces (los dildos) no siempre eran utilizados para el placer… pueden ser instrumentos de tortura, así que soy muy consciente de utilizar el término de juguete sexual. Ojalá haya sido utilizado para eso. Esa es la posibilidad más emocionante e intrigante”.

“De ser así, se trataría, hasta donde sabemos, del primer dildo romano hallado en la arqueología. Sabemos por la poesía griega y romana y por el arte griego y romano que utilizaban dildos. Pero no hemos encontrado ningún ejemplo arqueológico, lo cual es intrigante en sí mismo”.

“Si es eso y se encontró aquí en la franja norte del imperio y no en el rico centro de la Italia romana… es bastante asombroso”.

La segunda teoría es que el objeto fue utilizado como mortero, ya fuera con fines culinarios o para moler ingredientes cosméticos o medicinales. Su tamaño habría facilitado su uso y su forma habría conferido a los alimentos o ingredientes propiedades mágicas.

La tercera opción es que su función fuera encajar en una estatua que los transeúntes tocaran para atraer la buena suerte o absorber o activar una protección contra la desgracia, la cual era una práctica habitual en todo el imperio romano.

Si ese era el caso, la estatua probablemente estaba situada cerca de la entrada de un edificio importante, pero la evidencia indica que el falo se encontraba en el interior de un lugar o, al menos, no en un lugar expuesto al exterior durante mucho tiempo.

Los investigadores esperan que el falo del fuerte de Vindolanda impulse la búsqueda de objetos similares en otras colecciones. Mientras tanto, está expuesto en el museo de Vindolanda.

 

Fuente The Guardian
redaccionqroo@diariocambio22.mx

RHM

WhatsApp Telegram
Telegram