Gano el Desinteres

JuanJo Sanchez/CAMBIO22

Como ya sabes que #MiPechoNoEsBodega en estas líneas #TeLoCuento con cifras en la mano: en México, el” “nuevo Poder Judicial fue electo con apenas poquito más de 13 millones de votos, mientras que Wendy Guevara, ícono pop salida de un reality show, acumuló 18.2 millones de votos. Y aquí no hay ningún error de cálculo, hay una radiografía emocional del país.

Cuando Ariadna Montiel Reyes, secretaria del Bienestar desde 2022 y ratificada por la presidenta Claudia Sheinbaum en 2024 , informa que para ese mismo año, más de 14 millones de personas reciben la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, entendemos dos cosas: que hay una base enorme de ciudadanos en contacto directo con programas sociales y que, si se quisiera, esa misma base podría movilizarse para defender causas más complejas que un depósito bimestral.

Pero no. Cuando se convocó a participar en la elección judicial, esa que tanto se cacarea como histórica, “casi” 13 millones de mexicanos acudieron. Ojo: casi. Ni siquiera se logró alcanzar el número de beneficiarios de Bienestar. ¿Qué pasó ahí? ¿Dónde estaban esos 14 millones cuando se les pidió emitir un voto que definiría el perfil del sistema de justicia? ¿Les pareció aburrido? ¿Incomprensible? ¿Innecesario? ¿Más complejo que votar por una estrella de reality?

Claudia Sheinbaum dijo que la elección judicial fue “todo un éxito”. El adjetivo, francamente, da risa si se compara con el fenómeno Wendy Guevara. Porque sí: Wendy arrasó en una dinámica de popularidad virtual, con 18.2 millones de votos. Aceptémoslo: para millones, Wendy representa más que cualquier magistrado. Genera más interés, más emoción, más identificación.

Podríamos ponernos exquisitos y decir que no se compara una votación virtual con una presencial. Pero ese no es el punto. El punto es que en México, cuando se trata de la vida pública, votamos con el estómago, no con la cabeza. Movemos el dedo en el celular por una influencer, pero no las piernas para ir a una casilla si se trata de algo tan abstracto como la justicia.

Esto no se trata de burlarse de Wendy Guevara ni de sus fans. Se trata de preguntarnos por qué un proceso como la elección de los jueces no convoca más que el “rating” de una telenovela. ¿Será que el Poder Judicial nos ha sido ajeno por décadas? ¿Será que no confiamos en nadie, ni en el INE, ni en el sistema, ni en nosotros mismos? ¿Será que, como sociedad, no entendemos qué chingados es lo que estamos votando?

Si el poder es un reflejo de quienes lo eligen, el espejo que nos devuelve la elección judicial está sucio, agrietado y con el marco roto. La participación fue escasa. La legitimidad es débil. Y el entusiasmo… ausente.

El “casting” para el nuevo Poder Judicial se hizo, pero sin público. La mayoría no acudió ni por morbo. Porque si Wendy Guevara genera pasión, memes y debates, los jueces sólo provocan bostezos. Y eso, aunque nos duela, es nuestra responsabilidad también. Porque permitir que el país se gobierne entre pasillos oscuros, con decisiones técnicas sin escrutinio social, es abrirle la puerta al autoritarismo disfrazado de reforma.

Así que sí: felicidades a Wendy, la más votada. Ella sí supo conectar. Ella sí emocionó. Ella sí nos hizo sentir parte de algo. El Poder Judicial… no tanto.

Pero ojo, porque mientras aplaudimos a la ganadora del reality, en las sombras se están repartiendo las sillas del poder real. Esas que deciden si un corrupto pisa la cárcel o sale libre por “falta de pruebas”. Esas que callan cuando desaparece gente, o que absuelven a los poderosos mientras los pobres hacen fila para la justicia.

Votamos con furor por una influencer, pero dejamos vacías las urnas que construyen el país. Si no exigimos, si no entendemos, si no participamos, los mismos de siempre seguirán haciendo castings… pero entre ellos. Y esta vez no habrá repechaje, ni confesionario, ni votos por mensaje: solo sentencias, imposiciones y una justicia tan lejana que difícilmente la alcancemos.

Porque si no nos importa quién juzga, no nos quejemos cuando el juicio nos alcance.