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• Sequías, reducción del hato y falta de relevo generacional amenazan la producción ganadera en el estado

 

• Pese a los programas de apoyo, la burocracia y recortes presupuestales han frenado una verdadera recuperación del sector

 

Renán Gabriel Castro Hernández/ CAMBIO 22

El hato ganadero de bovinos en Yucatán ha disminuido drásticamente, tras confirmarse que de 600 mil cabezas de ganado que lo poblaban ha disminuido hasta Más de 155 mil animales.

Uno de los principales factores que ha contribuido a esta situación es la prolongada sequía que ha afectado al estado en los últimos años. Esta condición climática correlacionada con el calentamiento global ha reducido la disponibilidad de pastizales y fuentes de agua, esenciales para la alimentación y bienestar del ganado.

Como consecuencia, los productores han enfrentado dificultades para mantener a sus animales en condiciones óptimas, lo que ha derivado en una disminución notable de la población bovina (el hato ganadero).

Según datos recabados, el hato ganadero en Yucatán ha disminuido a aproximadamente 150,555 ejemplares distribuidos en los 106 municipios del estado. Esta cifra representa una reducción alarmante en comparación con décadas anteriores, donde se reportaban cifras superiores a las 600,000 cabezas de ganado. La escasez de vientres bovinos es particularmente preocupante, ya que limita la capacidad de reproducción y, por ende, la recuperación del sector.

Además, estudios recientes señalan que los hijos de ganaderos muestran un desapego hacia la tierra y no desean continuar con la actividad ganadera, enfrentándose a los retos de una práctica que, en ocasiones, no resulta rentable. Esta falta de relevo generacional ha contribuido al declive del sector, ya que no se están incorporando nuevas prácticas productivas ni se está garantizando la continuidad de las unidades de producción existentes.

Según datos oficiales, en 2022, la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) registró un total de 2,651 egresados en diversas áreas del conocimiento. Sin embargo, las áreas de Ciencias de la Salud, Administración y Negocios, y Ciencias Sociales y Derecho concentraron la mayor cantidad de graduados, con 682, 488 y 429 egresados respectivamente. Esto indica que las carreras relacionadas con agronomía y veterinaria representan una proporción menor del total de egresados en la UADY.

A nivel nacional, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2021 reporta que el área de agronomía y veterinaria constituye apenas el 2% de los egresados de educación superior en México. Esta tendencia se refleja en instituciones especializadas como la Universidad Autónoma Chapingo, que en 2022 tuvo 1,236 egresados, de los cuales 860 correspondieron al área de agronomía y veterinaria.

La limitada cantidad de egresados en estas áreas críticas para el desarrollo agrícola y ganadero del país puede estar relacionada con la disminución del interés de las nuevas generaciones en actividades agropecuarias.

Este desinterés podría contribuir a la reducción del hato ganadero y como mencionamos anteriormente a la falta de relevo generacional en el sector, afectando la sostenibilidad y crecimiento de la producción agropecuaria en regiones como Yucatán.

Por otro lado, la falta de infraestructura adecuada para el riego y la producción de forrajes ha exacerbado la crisis no sólo en Yucatán si no en diversos estados también.

Muchos ranchos carecen de sistemas de riego eficientes, lo que impide la siembra y cosecha de alimentos necesarios para el ganado. Esta carencia ha obligado a los productores a depender de fuentes externas de alimento, incrementando los costos operativos y reduciendo la rentabilidad de la actividad ganadera.

En respuesta a esta problemática, el gobierno estatal ha implementado programas como el “Programa para el Mejoramiento Genético y Repoblamiento Ganadero”. Este programa ofrece apoyos económicos a productores pecuarios para la adquisición de sementales de alta calidad genética y vientres bovinos, con el objetivo de incrementar la capacidad productiva y mejorar la calidad del hato ganadero en Yucatán.

Además, se han promovido iniciativas para establecer sistemas de riego fotovoltaico en los ranchos, facilitando la producción de forrajes de corte y garantizando una alimentación adecuada para el ganado.

A nivel federal, programas como “Producción para el Bienestar” y “Fertilizantes para el Bienestar” buscan mejorar los rendimientos de los cultivos y productos agropecuarios mediante apoyos directos y la entrega de insumos a productores de pequeña y mediana escala.

Estas iniciativas pretenden contribuir a la autosuficiencia alimentaria y a la transición agroecológica, beneficiando indirectamente al sector ganadero al fortalecer la producción de insumos necesarios para la alimentación del ganado.

A pesar de la existencia de programas de apoyo gubernamentales como Producción para el Bienestar y los incentivos estatales para el mejoramiento genético y la implementación de sistemas de riego fotovoltaico, estos esfuerzos podrían ser insuficientes frente a la magnitud del problema que enfrenta la ganadería en Yucatán.

La fragmentación del sector, la falta de acceso a créditos productivos para pequeños y medianos ganaderos, así como la burocracia en la entrega de subsidios, limitan el impacto de estas políticas públicas.

Además, el presupuesto destinado al sector agropecuario en México ha sufrido recortes en los últimos años, lo que restringe aún más la capacidad del Estado para atender a todos los productores que requieren asistencia. En un estado donde la ganadería no solo es una actividad económica, sino una tradición profundamente arraigada, la falta de un plan de rescate integral podría llevar a un deterioro aún mayor del hato ganadero y a la pérdida de generaciones de experiencia en el campo.

La distribución de los recursos también es un punto crítico, ya que las grandes unidades productivas tienen mayor capacidad para acceder a los beneficios, mientras que los pequeños ganaderos, que representan la mayoría en el estado, se ven limitados por la falta de asesoría y acompañamiento técnico.

Si bien las iniciativas como la entrega de sementales y la capacitación en producción forrajera pueden generar mejoras en la productividad, su alcance es limitado en un contexto donde se necesita una intervención estructural que incluya financiamiento accesible, infraestructura hídrica eficiente y una política de comercialización justa que impida que intermediarios exploten a los productores. Sin una estrategia integral y a largo plazo, los apoyos gubernamentales corren el riesgo de ser paliativos temporales, dejando sin resolver las causas profundas de la crisis que afecta al sector ganadero de Yucatán.

Sin embargo, expertos señalan que, además de los apoyos económicos y técnicos, es crucial fomentar una cultura ganadera sostenible y consciente. La pérdida de prácticas tradicionales y la falta de capacitación en técnicas modernas de manejo del ganado han contribuido al declive del sector.

Por lo tanto, se hace un llamado a las autoridades y organizaciones relacionadas para implementar programas de formación y asistencia técnica que permitan a los productores adoptar prácticas más eficientes y sostenibles.

La implementación de sistemas de riego fotovoltaico, por ejemplo, ha sido promovida como una solución viable para enfrentar la escasez de agua y mejorar la producción de forrajes.

Estos sistemas permiten a los productores generar su propia energía para el riego, reduciendo costos y dependencia de fuentes externas.

No obstante, es fundamental que su instalación y uso se realicen de manera controlada y consciente, evitando la sobreexplotación de los mantos acuíferos y posibles problemas de salinización del suelo.

La calidad genética del hato ganadero es otro aspecto que requiere atención inmediata. La pérdida de ejemplares de alta calidad genética no solo disminuye la productividad, sino que también afecta la competitividad de la ganadería yucateca en mercados nacionales e internacionales.

Programas de mejoramiento genético, como la adquisición de sementales certificados y la inseminación artificial, son esenciales para revertir esta tendencia y garantizar un hato robusto y productivo.

Además de las iniciativas gubernamentales, la colaboración entre productores es vital para enfrentar la crisis. La formación de cooperativas y asociaciones permite compartir recursos, conocimientos y experiencias, fortaleciendo la capacidad de respuesta ante desafíos comunes. Estas organizaciones pueden facilitar el acceso a financiamiento, capacitación y mercados, mejorando la posición de los pequeños y medianos ganaderos en la cadena productiva.

La diversificación de actividades dentro del sector agropecuario también se presenta como una estrategia para mitigar los riesgos asociados a la ganadería bovina. Incorporar la producción de cultivos alternativos, apicultura o agroforestería puede generar ingresos adicionales y reducir la dependencia exclusiva de la actividad ganadera. Esta diversificación contribuye a la sostenibilidad económica y ambiental de las unidades de producción.

Es imperativo que las políticas públicas se diseñen considerando las particularidades regionales y las necesidades específicas de los productores locales.

La participación activa de los ganaderos en la formulación e implementación de estas políticas garantiza que las soluciones propuestas sean efectivas y adecuadas a la realidad del sector en Yucatán.

La crisis actual de la ganadería bovina en Yucatán es un llamado urgente a la acción conjunta de autoridades, productores y sociedad civil. Solo mediante esfuerzos coordinados y sostenidos será posible revitalizar este sector clave para la economía y la cultura del estado, asegurando su sostenibilidad y prosperidad en los años venideros.

 

 

 

Con Información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

 

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