• El escritor, reconocido con el galardón por sus novelas históricas, afirma que en este género “el trabajo del autor se parece mucho al de los médiums espiritistas”; comparte que le preocupa la censura

 

Redacción / CAMBIO 22

El escritor Enrique Serna fue galardonado con el Premio Ibargüengoitia de Literatura. El jurado destacó sus novelas históricas y consideró que hay “rasgos que lo acercan desde el punto de vista estilístico” al autor de Las muertas. Se siente halagado, pero dice a La Razón: “Él era mucho mejor novelista que yo”. La distinción la recibirá el 3 de abril en la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Guanajuato. Días antes, habla desde lo que ha hecho que la novela histórica lo atrape hasta su preocupación por la censura, pues está demandado por el historiador Pedro Salmerón por una columna que escribió.

¿Cómo recibe este reconocimiento? Uno de los motivos de mi orgullo es que lleva el nombre de uno de los escritores que más admiro. Lo empecé a leer desde la adolescencia, he escrito un ensayo sobre su obra.Siempre me ha deslumbrado su talento para exhibir la ridiculez humana. En segundo lugar, algo que me da mucha alegría es que es un premio a mis novelas históricas, que no sé si son lo mejor de mi obra, pero sí las que más quebraderos de cabeza me han costado. El premio cayó cuando estaba terminando mi cuarta novela histórica. Me incita a seguir reinventando el pasado.

El escritor, Enrique Serna, en una imagen de 2022, en la CDMX.

El jurado afirma que hay algunos aspectos de su obra que lo acercarían al estilo Ibargüengoitia, ¿qué le parece esa apreciación? Muy halagüeña para mí. Lo que tendríamos en común quizás es que hemos utilizado el humor como una especie de detector de las mentiras de la sociedad mexicana. Su humor es fino, irónico, elegante, y el mío es más corrosivo, más negro, más cruel.

¿Qué ha encontrado de atractivo en la novela histórica para volver de vez en cuando? Para hacer una buena reconstrucción de época es inevitable leer muchas obras áridas en busca de información. Eso equivale a picar piedra, pero cuando se logra extraer el monolito de la cantera, el trabajo de cincelar la escritura recompensa al autor. Otra de las cualidades de este género es que es el único que puede resucitar a los muertos. El trabajo del escritor se parece mucho al de los médiums de las sesiones espiritistas.

En El seductor de la patria y El vendedor de silencio muestra a protagonistas cínicos, pero lejos de ese poder que tuvieron. ¿Cómo logra ‘diseccionarlos’? La historia oficial tiende a satanizar o canonizar a los personajes. Lo que debe hacer la novela histórica es humanizarlos, mostrar la grandeza que está por debajo de aspectos viles de la personalidad y la vileza que está por los aspectos aparentemente intachables. Hay que alcanzar un alto grado de compenetración con los protagonistas, aunque sean detestables como estos dos (Antonio López de Santa Anna y Carlos Denegri) y, al mismo tiempo, mantener una distancia para observar los tumores de su conciencia.

¿Quién o quiénes más podrían ser protagonistas de una de sus novelas históricas? Me atraen muchos, uno es Álvaro Obregón, me parece un personaje de tragedia shakespeariana. Me gustaría contraponerlo con Pancho Villa en una novela. Pero no lo sé, porque ya estoy un poco viejo y en el futuro ya no voy a escribir novelas históricas, porque ya me cansé de hacer fichas, la verdad (dice entre risas).

Dan a Enrique Serna el VIII Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura

¿Qué puede adelantar de la nueva novela histórica en la que trabaja? Es sobre el nacimiento del Imperio Azteca, ocurre 100 años antes de la Conquista. Hay muchas lagunas, a diferencia de las otras novelas históricas que he escrito, donde había abundante información. He tratado, en la medida de lo posible, que la novela sea verosímil.

Por otra parte, en 2024 incursionó en la ópera con el libreto de El vencedor vencido. ¿Le gustaría repetir esa experiencia? Me resultó muy gratificante por el trabajo de colaboración con el gran compositor Federico Ibarra. Sin embargo, la puesta en escena francamente no me gustó, porque el director de escena (Hernán del Riego) era un tipo que estaba preocupado por la corrección política. Intentó en algún momento quitar unas escenas, lo cual, por fortuna, Federico impidió. La producción era muy pobre, deficiente y lamentable. Otra cosa que me pareció triste es que sólo haya tenido dos funciones.

Finalmente, ¿qué le preocupa sobre el México actual? La politización de la justicia. Que se haya logrado torcer la justicia a este grado, que a un rector de la universidad, por cumplir con su deber, se le esté queriendo poner una sanción de 15 millones de pesos, me parece una barbaridad. Me siento bastante amenazado, porque como tengo una columna periodística, lo que puede desencadenar todo esto son oleadas de demandas por daño moral y es una de las maneras de censurar. La reforma judicial es la puerta de entrada para exterminar la libertad de expresión en México. Estoy demandado por el historiador Pedro Salmerón. Fue por un artículo que publiqué cuando iban a nombrarlo embajador en Panamá. El asunto está en los tribunales. Uno se siente amenazado, ya no puede ejercer la libertad de expresión en México.

 

 

 

Fuente: La Razón

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