Facebook e Instagram las Herramientas mas Útiles para Alimentar los Mercados para el Tráfico Sexual Infantil
1 May. 2023
- Nuestra investigación de dos años sugiere que el gigante tecnológico Meta tiene dificultades para impedir que los delincuentes utilicen sus plataformas para comprar y vender niños con fines sexuales.
Redacción/CAMBIO 22
Maya Jones* tenía solo 13 años cuando cruzó por primera vez la puerta de Courtney’s House, un centro social para víctimas del tráfico sexual infantil en Washington D.C. “Ella era tan joven, pero ya estaba tan destrozada por lo que había vivido”, comenta Tina Frundt, fundadora de Courtney’s House.
Frundt, una de las especialistas más destacadas de Washington D.C. en la lucha contra el tráfico de menores, ha trabajado con cientos de jóvenes que sufrieron una terrible explotación por parte de adultos, pero cuando Maya se sinceró finalmente sobre lo que había vivido, Frundt quedó impactada.
Maya le contó a Frundt que cuando tenía 12 años empezó a recibir mensajes directos en Instagram de un hombre que ella no conocía. Explicó que el hombre, que tenía 28 años, le dijo que era muy bonita.
Según Frundt, Maya le contó que después de empezar a chatear con el hombre, él le pidió que le enviara fotos desnuda. Ella le explicó a Frundt que él le dijo que le pagaría 40 dólares por cada una de las fotos. El hombre parecía amable y no dejaba de hacerle cumplidos, lo que hizo que Maya se sintiera especial. La niña decidió conocerlo en persona.
Entonces llegó su siguiente petición: “¿Puedes ayudarme a ganar dinero?”. Según Frundt, Maya le explicó que el hombre le pidió que posara desnuda para unas fotos y que le diera su contraseña de Instagram para que él pudiera subir las fotos a su perfil.
Frundt comenta que Maya le dijo que el hombre, que ahora se hacía llamar proxeneta, utilizaba su perfil de Instagram para promocionarla con fines sexuales. Al poco tiempo, los compradores de sexo empezaron a enviar mensajes directos a su cuenta, deseando concertar una cita.
Maya le contó a Frundt que ella vio, paralizada, lo que estaba ocurriendo en su cuenta, mientras el proxeneta negociaba los precios y la logística de los encuentros en moteles de todo D.C. No sabía cómo decirle que no a este adulto que había sido tan amable con ella. Maya le dijo a Frundt que odiaba tener relaciones sexuales con esos desconocidos, pero que quería mantener contento al proxeneta.
Una mañana, tres meses después de conocer al hombre, Frundt cuenta que un transeúnte encontró a Maya tirada y doblada en una calle del sureste de D.C., semidesnuda y confundida. La noche anterior, le contó Maya, un comprador de sexo la había llevado a un lugar en contra de su voluntad, y posteriormente recordó que allí la violaron en grupo durante varias horas antes de dejarla tirada en la calle.
“Estaba traumatizada y se culpaba de lo que había ocurrido. Tuve que trabajar mucho con ella para ayudarla a darse cuenta de que no era su culpa”, explicó Frundt cuando visitamos Courtney’s House el verano pasado.
Frundt, que ha ayudado a cientos de niños como Maya desde que creó Courtney’s House en 2008, comenta que lo primero que hace ahora cuando le remiten a un joven es pedirle su cuenta de Instagram. También se utilizan otras plataformas de redes sociales para explotar a los jóvenes que están bajo su cuidado, no obstante, señala que Instagram es la que se utiliza con más frecuencia.
En los 20 años transcurridos desde la aparición de las redes sociales, la explotación sexual infantil se ha convertido en uno de los mayores retos a los que se enfrentan las empresas tecnológicas.
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), los traficantes de personas utilizan internet como “terreno de caza digital”, que les permite acceder tanto a clientes como a víctimas potenciales, siendo los niños el objetivo de los traficantes en las plataformas de las redes sociales.
La más grande de ellas, Facebook, es propiedad de Meta, el gigante tecnológico cuyas plataformas, que también incluyen Instagram, son utilizadas por más de 3 mil millones de personas en todo el mundo.
En 2020, según indica un informe del Human Trafficking Institute (HTI), una organización sin fines de lucro con sede en Estados Unidos, Facebook fue la plataforma que más utilizaron los traficantes sexuales para preparar y reclutar a menores (65%), basándose en un análisis de 105 casos federales de tráfico sexual infantil registrados ese año. El análisis del HTI situó a Instagram en segundo lugar de prevalencia, y a Snapchat en tercero.
El grooming (preparación del menor) y el tráfico sexual infantil, aunque suelen ser temas que se investigan y debaten conjuntamente, son actos distintos. El “grooming” se refiere al periodo de manipulación de una víctima antes de su explotación sexual o con otros fines.
El “tráfico sexual infantil” es la explotación sexual de un menor específicamente como parte de una transacción comercial. Cuando el proxeneta halagaba y platicaba con Maya, la estaba preparando (grooming); cuando la vendía a otros adultos con fines sexuales, estaba traficando.
Aunque la gente suele pensar en el “tráfico” como el traslado de víctimas a través o dentro de las fronteras, según el derecho internacional el término hace referencia al uso de la fuerza, el fraude o la coacción para obtener mano de obra, o en la compraventa de actos sexuales no consentidos, independientemente de que se produzca o no un desplazamiento.
Dado que, según el derecho internacional, los niños no pueden consentir legalmente ningún tipo de acto sexual, todo aquel que lucre o pague por un acto sexual de un menor –incluido el hecho de lucrar o pagar por fotografías que muestren explotación sexual– es considerado un traficante de personas.
Meta aplica numerosas políticas para tratar de evitar el tráfico sexual en sus plataformas. “Es muy importante para mí que todo lo que construyamos sea seguro y bueno para los niños”, escribió Mark Zuckerberg, fundador de Meta, en un memorándum dirigido al personal en 2021.
En un comunicado en el que responde a una lista detallada de las acusaciones que aparecen en este artículo, un vocero de Meta señaló: “La explotación infantil es un crimen horrible, no lo permitimos y trabajamos enérgicamente para combatirlo dentro y fuera de nuestras plataformas.
Ayudamos proactivamente a la policía a detener y procesar a los delincuentes que perpetran estos grotescos delitos. Cuando tenemos conocimiento de que una víctima está en peligro y disponemos de datos que podrían ayudar a salvar una vida, inmediatamente tramitamos una solicitud de emergencia”.
El comunicado citaba al director del grupo de inteligencia de la organización benéfica Stop the Traffik, que es exsubdirector de la Serious Organised Crime Agency del Reino Unido, quien ha señalado que “millones de personas están más seguras y los traficantes se sienten cada vez más frustrados” gracias a su trabajo con Meta.
No obstante, en los últimos dos años, a través de entrevistas, testimonios de supervivientes, documentos judiciales estadounidenses y datos de denuncias de tráfico de personas, hemos escuchado repetidas afirmaciones de que Facebook e Instagram se han convertido en importantes plataformas de venta para el tráfico de menores.
Entrevistamos a más de 70 fuentes, entre ellas supervivientes y sus familiares, fiscales, profesionales de la protección de menores y moderadores de contenidos de todo Estados Unidos, con el objetivo de entender la forma en que los traficantes sexuales utilizan Facebook e Instagram, y las razones por las que Meta puede negar su responsabilidad legal respecto al tráfico que se produce en sus plataformas.
Aunque Meta sostiene que está haciendo todo lo que puede, vimos pruebas que sugieren que no está informando o que ni siquiera detecta el alcance total de lo que está ocurriendo, y muchas de las personas que entrevistamos señalaron que se sentían impotentes a la hora de conseguir que actuara la empresa.
Los supervivientes
Courtney’s House está ubicada en una tranquila calle residencial en las afueras de Washington D.C. En su interior, Frundt y su equipo han intentado que la modesta casa de dos pisos parezca un hogar familiar, con cómodos sillones y fotos en la repisa.
Frundt, que fue traficada cuando era niña en las décadas de 1980 y 1990, actualmente es una de las defensoras más experimentadas y respetadas de Washington D.C. en la lucha contra el tráfico de personas.
Cariñosa y ferozmente protectora con los niños que tiene a su cuidado, está contratada por los servicios de protección de menores de la ciudad para que identifique a los niños traficados que pasan por el sistema judicial, y asiste con regularidad a las audiencias de los jóvenes que están a su cuidado.
También ayuda a capacitar al FBI y a las unidades de lucha contra el tráfico sexual de la policía local sobre cómo detectar a los traficantes en plataformas digitales, entre ellas Instagram. “Cuando me traficaron a mí, hace mucho tiempo, me anunciaban en las secciones de anuncios clasificados de los periódicos gratuitos”, nos explicó Frundt. “Ahora trafican a mis jóvenes en Instagram. Es exactamente el mismo modelo de negocio, pero simplemente no tienes que pagar por publicar un anuncio”.
Los niños que son remitidos a Frundt, generalmente por la policía o los servicios sociales, fueron explotados sexualmente y controlados: por un novio, un proxeneta, un familiar. Algunos de ellos tienen tan solo nueve años.
Casi sin excepción, tienen una infancia marcada por el abuso sexual, la pobreza y la violencia. Esto los convierte en objetivos perfectos para los depredadores sexuales. “Todos ellos buscan amor y afirmación y la sensación de que significan algo”, explicó Frundt.
Casi todos los jóvenes que llegan a Courtney’s House son niños afro Ellos, señaló Frundt, están luchando contra los estereotipos que los presionan a sexualizarse a una edad demasiado temprana y los vuelven vulnerables a los traficantes.
Un estudio de 2017 realizado por el Georgetown Law Center on Poverty and Inequality descubrió que los adultos suelen considerar a las niñas afroamericanas como menos inocentes y más conocedoras del sexo que sus iguales blancas. El mismo estudio demostró que con frecuencia se percibe a las niñas afroamericanas como mayores de lo que son.
La mayoría de las veces, explica Frundt, los niños que acuden a Courtney’s House siguen siendo víctimas del tráfico infantil cuando entran por la puerta. Incluso en los casos en que logran escapar de sus explotadores, explicó, los videos y fotos explícitos de ellos siguen circulando por internet. Los traficantes bloquearán las cuentas de las víctimas, lo que les impedirá retirar las imágenes publicadas en sus perfiles.
Frundt comentó que se utilizaban estas publicaciones como forma de promocionar a las chicas para posibles compradores de sexo, quienes enviaban un mensaje directo para comprar contenido explícito o para concertar una cita.
En un momento determinado, nuestra conversación se vio interrumpida por la llegada de cinco chicas adolescentes. Habían regresado de la escuela, y se reunieron alrededor de la mesa de la cocina, platicando y poniendo música en sus teléfonos mientras Frundt les servía un guisado. Después de que comieran, les preguntamos si podíamos hablar con ellas sobre sus experiencias: ¿alguna de ellas había sido explotada sexualmente en las redes sociales o alguien había publicado videos o fotos explícitas de ellas?
Se miraron entre sí y se echaron a reír. Sí, respondieron, por supuesto. Todo el tiempo. Una chica comentó que sentía que “a nadie en Instagram le importa, no les importa lo que se publica. No les importamos ni un carajo”.
Frundt asegura que constantemente le pide a Instagram que cierre cuentas y retire el contenido explotador de los niños que están a su cuidado. “Incluso me llama la policía para preguntarme: ‘Tina, ¿puedes lograr que Instagram haga algo? Si yo no logro que Instagram haga algo, ¿qué esperanza hay para los demás?”.
Cuando le planteamos estas inquietudes a Meta, un vocero respondió: “Tomamos muy en serio todas las denuncias y reportes de contenido que involucra a niños y hemos atendido diligentemente las solicitudes de Courtney’s House. Nuestra capacidad para eliminar contenido o borrar cuentas requiere disponer de información suficiente para determinar que el contenido o el usuario infringen nuestras políticas”.
Frundt comenta que en 2020 y 2021 entabló conversaciones con Instagram para impartir capacitación al personal con el fin de ayudar a prevenir el tráfico de menores en sus plataformas. Ella explica que no se impartió la capacitación ya que, después de un largo ir y venir, en una videollamada los ejecutivos de Instagram indicaron que no le pagarían a Frundt su tarifa estándar de 3 mil dólares, y en su lugar supuestamente le ofrecieron 300 dólares. Cuando se lo expusimos a Meta, no lo negó.
Los documentos judiciales y los fiscales
Lo que hace que las plataformas de redes sociales sean tan poderosas como herramienta para los traficantes –mucho más que las contraportadas de un periódico en el que Frundt fue promocionada cuando era adolescente– es la forma en que permiten identificar y cultivar relaciones tanto con las víctimas como con los potenciales compradores de sexo.
Los traficantes pueden anunciar y negociar acuerdos utilizando distintas funciones de la misma plataforma: los vendedores en ocasiones publican anuncios sobre las chicas que tienen disponibles, y después utilizan mensajes privados directos para discutir precios y ubicaciones con los compradores.
Los documentos judiciales de Estados Unidos ofrecen una visión gráfica de la forma en que se pueden utilizar estas plataformas. En un caso procesado en Arizona en 2019, Mauro Veliz, un hombre de 31 años que fue condenado por conspiración para cometer tráfico sexual de un menor, intercambió mensajes en Facebook Messenger con Miesha Tolliver, que también fue sentenciada a prisión por tráfico sexual. Tolliver le dijo a Veliz que tenía una niña disponible para sexo, así como fotografías de otras dos, antes de indicar que las niñas tenían 17, 16 y 14 años.
Luke Goldworm*, un exasistente del fiscal de distrito en Boston, Massachusetts, que ha investigado y procesado casos de tráfico de personas durante años, señala que el número de casos de delitos de tráfico de menores en plataformas de redes sociales registrados en su departamento aumentó aproximadamente un 30% cada año.
“Estamos observando que cada vez más personas con antecedentes penales importantes se pasan a esta área. Es increíblemente lucrativo”, indicó. Un traficante puede ganar hasta mil dólares por noche. Muchas de las víctimas que él vio tenían solo 11 o 12 años, comentó, y la mayoría eran afroamericanas, latinas o LGBTQI+.
Según Goldworm, aunque sus investigaciones involucraron a todas las plataformas de redes sociales, las plataformas de Meta fueron las que detectó con más frecuencia. Otros seis fiscales de diferentes estados nos comentaron que, según su experiencia, se están utilizando en gran medida Facebook e Instagram para preparar a menores y traficar con ellos.
Cinco de estos fiscales hablaron sobre su enojo por lo que consideraban retrasos innecesarios por parte de Meta en el cumplimiento de las órdenes y citaciones firmadas por los jueces, necesarias para recabar pruebas en los casos de tráfico sexual. “Recibimos un mayor número de órdenes judiciales rechazadas de Facebook que de cualquier otro proveedor de servicios electrónicos”, afirmó Gary Ernsdorff, fiscal adjunto superior del condado de King, en el estado de Washington. “Lo que me resulta frustrante es que el intercambio puede retrasar un mes el rescate de una víctima”.
Tres de estos fiscales describieron algunas experiencias en las que, según dijeron, la empresa alegaba tecnicismos, señalaba fallos en la redacción y el formato y retrasaba las investigaciones. En respuesta, la empresa indicó que estas afirmaciones eran “falsas”, y añadió que entre enero y junio del año pasado “proporcionó datos en casi el 88% de las solicitudes realizadas por el gobierno estadounidense”.
La responsabilidad de denunciar
Meta reconoce que los traficantes de personas utilizan sus plataformas, pero insiste en que está haciendo todo lo que está en su poder para detenerlos. Por ley, la empresa está obligada a denunciar al Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC), que recibe fondos federales para actuar como centro nacional de intercambio de información, cualquier imagen de abuso sexual infantil que se comparta a través de sus plataformas. Meta es uno de los principales financiadores del NCMEC y ocupa un lugar en la junta directiva de la organización.
Entre enero y septiembre de 2022, Facebook denunció más de 73.3 millones de piezas de contenido clasificados como “desnudez infantil y abuso físico” y “explotación sexual infantil” e Instagram denunció 6.1 millones. “Meta lidera la industria en el uso de la tecnología más avanzada para detectar tanto el contenido de explotación infantil conocido como el desconocido hasta el momento”, señaló un vocero de la empresa. De los 34 millones de contenidos de explotación sexual infantil retirados de Facebook e Instagram en los últimos tres meses de 2022, el 98% fue detectado por la propia Meta.
Sin embargo, la inmensa mayoría de los contenidos que Meta denuncia corresponden a la categoría de material de abuso sexual infantil (CSAM, por sus siglas en inglés) –que incluye fotos y videos de contenido pornográfico– y no a la categoría de tráfico sexual. A diferencia de lo que ocurre con las imágenes de abuso sexual infantil, no existe ninguna obligación legal de denunciar el tráfico sexual infantil, por lo que el NCMEC debe confiar en que todas las empresas de redes sociales adoptan una actitud proactiva en cuanto a su búsqueda y denuncia.
Esta incongruencia legal –el hecho de que se deban denunciar las imágenes de abuso sexual infantil, pero no se exija legalmente denunciar el tráfico sexual infantil– constituye un problema importante, indica Staca Shehan, vicepresidenta de la división de servicios analíticos del NCMEC. “Resulta preocupante en general lo poco que se denuncia el tráfico”, comenta Shehan. Las empresas de redes sociales “dan prioridad a lo que es (legalmente) obligatorio”.
“Creo que todos podrían hacer algo más”, señala Shehan. “El volumen de material de abuso sexual infantil (CSAM) y el volumen de tráfico (que se denuncia) son como manzanas y naranjas”. Según Shehan, otra razón que explica esta diferencia, más allá de los distintos requisitos legales, es de índole tecnológica.
“El material de abuso sexual infantil es mucho más fácil de detectar. Se han desarrollado tantas herramientas tecnológicas que permiten la detección automatizada de ese delito”.
Un vocero del NCMEC nos indicó que si las empresas de redes sociales no denuncian el tráfico sexual infantil, esta situación permite que este delito prospere en internet. La denuncia del tráfico, recalcó, es crucial para rescatar a las víctimas y castigar a los delincuentes.
Entre 2009 y 2019, Meta denunció solo tres casos como sospechosos de tráfico sexual infantil en Estados Unidos al NCMEC, según consta en los registros revelados tras una solicitud de citación vista por The Guardian.
Fuente THe Guardian
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