Experto Cardiólogo Advierte que el Estrés daña el Corazón de Forma Silenciosa
28 Mar. 2024
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El reconocido especialista argentino Martín Lombardero profundiza en el vínculo entre las enfermedades cardíacas y los diferentes problemas cotidianos. Cómo proteger el bienestar cardiovascular
Redacción /CAMBIO22
¿Por qué ciertas personas, aparentemente sanas, pueden verse afectadas por problemas cardíacos? El estrés y los excesos cotidianos son algunas de las respuestas para entender por qué el corazón, uno de los órganos más nobles y misteriosos de nuestro cuerpo, puede dañarse.
El cerebro maneja nuestras emociones y pasiones, y el corazón tiene un rol clave porque es el resonador de todos los sentimientos. Es decir, tiene una capacidad única para captar las distintas emociones y se activa con los impactos, tanto positivos como negativos. Desde la alegría a la tristeza, cerebro y corazón no funcionan aislados. Pero volvamos a los problemas cardíacos.
“Una emoción negativa no resuelta podría ser el componente para que se desencadene un evento cardiovascular”, dijo el cardiólogo Martín Lomardero (MN 79.096) en diálogo con Infobae.
“El corazón está íntimamente ligado al cerebro y a una conciencia única”, señaló y agregó: “El corazón es el órgano que más información le da al cerebro y esta información, en algunas ocasiones, se da en un instante previo a que el cerebro la decodifique. Entonces, existiría evidencia que el corazón parece recibir información intuitiva antes que el cerebro”.
Cinco consejos para preservar la salud cardiovascular
En la charla con Infobae, el doctor Lombardero enumeró una serie de recomendaciones clave para cuidar la salud del corazón que todos pueden poner en práctica:
- Ejercicio: “No dejar de moverse. Nuestra supervivencia a lo largo de la historia fue a través del movimiento. ´Si quieres que algo se muera déjalo quieto´ canta el poeta uruguayo Jorge Drexler. Estar frente a una computadora 8 horas por día y acumular tensión y estrés sin liberarlo… eso nos enferma”. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda de 150 a 300 minutos de actividad física moderada a vigorosa por semana para una vida saludable y para prevenir el riesgo de enfermedades.
- Nutrición consciente: “En los últimos años la cultura nos ha llevado a una pésima alimentación por la cantidad de azúcar, sal, colorantes y conservantes que tienen los alimentos. Volver a la fuente original de alimentos como frutas, verduras alimentos sin conservantes, manteniendo sana nuestra microbiota, nos hace muy bien al corazón”
- Estar en el peso adecuado: “El sobrepeso es la gran epidemia de la humanidad del siglo XXI y eso genera inflamación y la inflamación genera enfermedad”.
- Gobernar nuestras emociones y utilizar para eso la espiritualidad en cualquiera de sus formas. “La meditación y los ejercicios de respiración son claves para lograrlo. Practicar yoga, hacer terapias psicológicas, mindfulness, ejercicio de respiración. Cualquier terapia o hábito que armonice el cuerpo ayuda a nuestro corazón”.
- Tener un sentido de la vida es clave. “El momento más difícil de la mujer (en mi opinión personal) es el momento del nido vacío. Y el del hombre es el retiro de su trabajo o la tristemente llamada jubilación. La falta de un sentido de la vida una vez que nos ocurre estos momentos claves de nuestra vida, nos puede llevar a un vacío, un fuerte sentimiento negativo qué puede desembocar en enfermedades cardiovasculares. Y este tema también lo veo en la historia de Alberto L., uno de los entrañables personajes del libro”.
La hipertensión, los infartos, el síndrome cardio-metabólico, entre otras, son algunas de las enfermedades cardiovasculares relacionadas a los estados emocionales negativos.
Lombardero es miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), cuenta con una vasta trayectoria en imagen cardiovascular y reconocida experiencia académica, y acaba de publicar el libro El corazón es consciente. Puedes cambiar tu destino cardiológico. En sus páginas parte de historias de pacientes reales que sufrieron una enfermedad cardíaca sin esperarlo. Según el experto, el destino cardiológico es reversible.
¿Cuáles son las señales que el corazón envía como mensaje? ¿Qué decisiones conscientes se pueden tomar para proteger la salud cardiovascular? Son algunas preguntas que plantea el cardiólogo para comenzar a pensar en la unidad integradora mente-cuerpo-cerebro.
“El corazón es consciente porque está ligado a una conciencia única y sufre los estados emocionales negativos que la mente crea”. Y profundiza en la siguiente entrevista.
Los beneficios del slow jogging
El doctor Lombardero retoma los beneficios de una práctica física sumamente beneficiosa para la salud cardiovascular y fácil de poner en práctica. Se trata del slow jogging o slow running: “Es un método de trote muy lento, suave, inclusive más lento que caminar rápido”, dice el reconocido cardiólogo.
“Fue propuesto hace 30 años por el profesor japonés Hiroaki Tanaka, de la Facultad de Deportes y Ciencias de la Salud de la Universidad de Fukuoka en Japón. Tiene todos los beneficios del ejercicio aeróbico, pero con enormes ventajas por sobre el trote clásico, al generar menor impacto en articulaciones. Además aporta grandes ventajas en relación a caminar rápido, porque genera mayor gasto calórico”, detalla.
Lombardero plantea que, a diferencia de trotar o caminar rápido, el poner nuestro cuerpo en modo “slow” también condiciona nuestros circuitos neuronales a mantenerse a un ritmo más pausado y esto permite “tomar consciencia de nuestro cuerpo, de nuestra respiración, del entorno, del paisaje. Simplemente, nos permite pensar. O poner la mente en blanco, ambas condiciones difíciles de realizar en caminata rápida, cuando el cerebro se condiciona en modo “fast”, o trotando, cuando nuestro cerebro se enfoca en el objetivo de llegar”.
Las tres P de Annie Marquier: Pánico, Placer y Poder
La licenciada en Ciencias Exactas y especialista en Psicología Annie Marquier, directora y fundadora del Insituto de Desarrollo de la Persona, en Quebec (Canadá), es una divulgadora de varios conceptos que el cardiólogo retoma en su libro. Uno de los más potentes es el efecto en la salud de las tres P de Annie Marquier: Pánico, Placer y Poder.
“El pánico es un miedo en extremo. La Real Academia Española define el miedo como sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Antes, en nuestra época de cazadores/recolectores, era un miedo instintivo a un depredador. Ahora se ha transformado en un miedo psicológico a la pérdida de lo conseguido, como la condición social, el trabajo o la salud, o bien un miedo a la inseguridad, a la soledad, a la enfermedad o a la muerte. Todo esto genera un modo de vida en alerta permanente, de gran ansiedad por lo que pudiera pasar y seguramente nunca pasará”, describe Lombardero.
Según el cardiólogo, esta brecha entre el instinto humano que puede salvarnos de situaciones de peligro al estrés psicológico agudo, es lo que convierte al pánico en un enemigo. “Del punto de vista fisiológico, el miedo se manifiesta en el cuerpo de una manera muy eficiente, adaptando todos los sistemas para una lucha o una huida. Todos los animales -en este caso haciendo foco en nosotros- tenemos la misma manifestación ante el miedo, y hemos sobrevivido a los depredadores y desastres naturales gracias al miedo”, asegura Lombardero.
Otra de las caras de este siglo y los efectos de la vorágine de la vida moderna, es el reinado del placer, según Lombardero. “El placer, como gratificación inmediata, es la nueva religión, un dios pagano insaciable, porque nada alcanza para contentarlo y lograr el equilibrio. A través de una sociedad occidental de consumo al extremo, los humanos canalizamos la angustia existencial a través de consumir todo lo que se pueda, como único medio para llegar a la felicidad -detalla- y esto incluye el sexo fácil e indiscriminado, las drogas, el alcohol y la compra de cualquier cosa que nos eleve transitoriamente la dopamina”.
El tercer término de esta tríada es el poder, que “ha reemplazado al instinto de protección del territorio”. La mente se pone al servicio de la búsqueda de poder utilizando, en muchos casos, herramientas non sanctas, como todo lo que encierra “el ego, el control, la manipulación y la excesiva competencia”.
Entonces, Lombardero explica que en la situación actual, para una gran parte de la sociedad, “el fin justifica los medios para intentar llegar a una cima inestable y cambiante. El limbo de las emociones nos hace vivir en modo alerta”. Todo esto representa la ruptura de la conexión corazón-cerebro, en la mirada del cardiólogo.
“Son emociones de vibración baja que funcionan como aspiración de falsos paraísos, donde el rey ego domina la mente y la emoción sin gobierno es la reina del sistema límbico. Un reino sin gobierno que termina siendo la base de muchas enfermedades”,define.
― ¿Por qué en su libro El corazón es consciente afirma que el corazón tiene cerebro?
―Hay evidencias científicas de que en el corazón existirían neuronas, aunque no de la forma de las neuronas de nuestro cerebro. Estas neuronas son parte de la vía nerviosa que comunica el corazón con el cerebro. Habría evidencia de que existirían 40.000 neuronas en el corazón y esto tiene que ver con la percepción y la intuición, pero no con el razonamiento. El corazón tiene un cerebro intuitivo.
―¿Qué implica el concepto de cerebro intuitivo?
―La razón siempre está en la mente, así como los miedos que tenemos y nos inventamos que están en la mente que, a su vez, repercuten en el corazón. La mayoría de los estados emocionales negativos tienen como factor común el miedo: a la pérdida, a que el otro sea mejor, a que me dejen, a la enfermedad, al mañana, etc. El corazón envía información intuitiva al cerebro y, a la vez, sufre el miedo de la mente. Somos los únicos animales que tenemos traumas del pasado y miedo al futuro, y eso nos aleja del presente. El resto de los animales vive el presente.
―¿Cómo afectan los estados emocionales negativos como el enojo, la culpa, la pérdidas y el estrés al corazón?
― La pérdida tiene como base el miedo, que nos genera un estado de alarma permanente (vía cortisol), similar al estado de alarma que teníamos frente a un depredador hace miles de años. La respuesta del cuerpo es siempre la misma: se activa el sistema simpático, que es nuestro sistema de alerta. El estrés que vivimos en la sociedad actual es el depredador del siglo XXI. Esto implica que la misma respuesta que teníamos como humanos frente a un animal depredador (que podía asesinarnos) hace miles de años, es muy similar, es casi la misma respuesta que hoy mantenemos de forma cotidiana ante situaciones diarias.
¿Si el estrés es un gran depredador, cómo repercute sus efectos en la salud, específicamente en el sistema cardiovascular
Una emoción negativa instalada puede ser el gatillo de un evento cardiovascular que está latente. La raíz de muchas de las enfermedades más prevalentes que sufre el ser humano es inflamatoria. El estrés genera que se prenda el sistema de alarma en forma suave y crónica. Y es lo suficientemente importante como para activar una inflamación crónica sistémica, un aumento del estrés oxidativo (que son los productos de degradación de la formación de energía y son dañinos cuando sobrepasan un cierto límite) y un redireccionamiento de la energía hacia los sistemas de alarma en detrimento de los órganos que realmente la necesitan. Entonces cae la inmunidad, que es la policía del cuerpo, y que va a estar cansada cuando realmente tenga que combatir con un virus, una bacteria o un hongo. Y a su vez la inflamación que genera el estrés crónico va a generar enfermedades inflamatorias como la ateroesclerosis, que genera a su vez, el infarto de corazón o de cerebro.
―¿Cómo es posible cambiar nuestra realidad cardiovascular y mejorarla?
― Somos partícipes de nuestro propio destino Es cierto que hay imponderables, situaciones que son inmanejables. Tenemos mejores medicamentos y técnicas de intervención cardiovascular y la gente sigue muriendo igual de muerte súbita a mediana edad (50 años de promedio), donde el estrés es el factor común. A partir de la toma de consciencia ya comenzamos a bajar el riesgo. También trabajando en la prevención de los aceleradores de la enfermedad ateroesclerótica como la hipertensión arterial, el sedentarismo, la mala nutrición, el sobrepeso, el tabaquismo, entre otras. Además, tenemos que enfocar en gobernar nuestros estado emocionales y bajar el estrés crónico, por ejemplo, con la meditación. Así podemos entonces cambiar nuestro destino cardiológico.
― La palabra energía está muy presente en el libro ¿cuál es la relación que se establece con el funcionamiento del corazón?
―Todo es energía y somos un punto de energía cósmica con efímero paso en un Universo cuyo sentido del tiempo es muy relativo. En el último capítulo del libro, comparo el macrocosmos con el microcosmos, intentando demostrar que no hay diversidad. Los átomos son los mismos. Es la combinación de átomos la que generó la vida en la Tierra. Somos el único punto de energía que tiene consciencia del Universo. Todo nuestro cuerpo se mantiene vivo a través de la generación de energía de los cientos y miles de mitocondrias que existen en cada una de nuestras células.
Uno de los órganos que más mitocondrias tiene en cada célula es el corazón, cuyo campo electromagnético es el más importante del cuerpo. Millones de células transmiten un impulso nervioso a través de un gradiente eléctrico que se genera en los potenciales transmembrana de cada una de las células cardiacas. Si usted multiplica la cantidad de mitocondrias que hay en cada célula por la cantidad de células que tiene el corazón se va a dar cuenta de la infinidad de centrales eléctricas que tenemos para que nuestro corazón eyecte de 5 a 6 litros por minuto de sangre, que es toda la cantidad de sangre que tenemos.
Es decir, en un minuto la sangre da vuelta por todo el cuerpo y cada glóbulo rojo de los 25 billones de glóbulos rojos que tenemos, viajan en un minuto por todo nuestro cuerpo. Todo gracias a la energía del corazón, el gran generador de electricidad para que la sangre circule. El corazón y el cerebro son los dos órganos con mayor campo electromagnético de nuestro cuerpo. Y estarían comunicados también a través de ese campo electromagnético.