EU Enfrenta la Elección más Dividida en Décadas; La Polarización Entre Harris y Trump Refleja Años de División Cultural y Política
31 Oct. 2024
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A pocos días de las elecciones, el análisis histórico y social revela cómo la política estadounidense se ha convertido en una extensión de la identidad personal, colocando al país como el tercero más polarizado a nivel mundial
Redacción / CAMBIO 22
La polarización política en Estados Unidos no es un fenómeno reciente ni una simple coincidencia; es el resultado de un proceso histórico complejo que ha llevado al país a una división política y cultural profunda, que se está viendo reflejada en las elecciones que se realizarán este 5 de noviembre entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump.
Para entender cómo se llegó a este punto, es necesario retroceder en el tiempo y analizar los eventos y movimientos que cambiaron la manera en que los estadunidenses se relacionan con la política y su identidad… porque cada sector tiene su voto. No por nada, Estados Unidos es el tercer país más polarizado del planeta, sólo por debajo de Colombia y Argentina.
Y para ello, nos basaremos en el libro del periodista Ezra Klein, ‘¿Por qué estamos polarizados?’, en que detalla de cómo las identidades personales y colectivas han moldeado las alianzas partidarias, haciendo que la política se convierta en una extensión de la identidad individual.
El punto de partida para entender la polarización política en Estados Unidos se remonta a la Guerra Civil estadunidense de 1861, un periodo en el que la cuestión racial fue central. Tras la guerra, el Partido Republicano, nacido como un partido abolicionista, quedó asociado a la lucha por los derechos civiles, mientras que el Partido Demócrata representaba en gran medida a los estados del sur y sus intereses segregacionistas.
Es decir, que hace más de 160 años, los papeles estaban invertidos; los republicanos eran liberales y los demócratas, conservadores.
Durante décadas, los demócratas del sur se mantuvieron en el poder mediante la opresión y la exclusión de los votantes afroamericanos, asegurándose de que la segregación racial se mantuviera institucionalizada. Pero en la época del New Deal en los años de 1930, causada por la gran crisis económica mundial, el Partido Demócrata comenzó a transformarse.
El presidente Franklin D. Roosevelt —que era demócrata— implementó programas de asistencia social para favorecer a los trabajadores y a los pobres, aunque estos programas excluían en gran medida a los afroamericanos del sur debido a la presión de los políticos sureños. Aun así, sentaron las bases para una coalición más inclusiva. Esta tensión interna se intensificó en las décadas posteriores, cuando la lucha por los derechos civiles dividió al partido entre quienes apoyaban la igualdad racial y quienes querían mantener el statu quo.
El movimiento de derechos civiles de los años 50 y 60 fue un punto de inflexión crucial en la historia política de Estados Unidos y una de las principales causas del realineamiento político actual. Con el apoyo del presidente Lyndon B. Johnson, el Partido Demócrata adoptó una postura clara a favor de los derechos civiles, lo que llevó a la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Derecho al Voto de 1965.
Estos avances garantizaron un avance hacia la igualdad racial, pero también provocaron una reacción en el sur, donde gran parte de la población blanca se sintió traicionada por el partido que había defendido sus intereses durante décadas. Este sentimiento de traición fue aprovechado por el Partido Republicano, que implementó la llamada “estrategia del sur”.
Figuras como el senador Barry Goldwater y el presidente Richard Nixon buscaron atraer a los votantes blancos descontentos del sur, promoviendo un mensaje de “derechos de los estados”, que en la práctica significaba oponerse a la intervención federal en cuestiones de segregación. Esta estrategia fue exitosa y, con el tiempo, el sur se convirtió en un bastión del Partido Republicano, mientras que el Partido Demócrata se alineó con las minorías raciales y los progresistas del norte.
La década de 1980 marcó otro momento crucial en la evolución de la polarización estadunidense. La elección de Ronald Reagan como presidente en 1980 se basó en una coalición conservadora que incluía a votantes del sur, cristianos evangélicos y conservadores económicos. Reagan promovía un gobierno limitado, bajos impuestos y una postura firme en defensa de los valores tradicionales, lo cual atrajo a muchos votantes que se sentían excluidos por las políticas progresistas del Partido Demócrata.
Durante este periodo, el Partido Republicano se consolidó como el partido de los valores conservadores y del individualismo económico, mientras que el Partido Demócrata, bajo líderes como Bill Clinton, Al Gore y Nancy Pelosi, intentó encontrar un punto medio al alejarse de algunas posturas más izquierdistas para atraer a votantes moderados. Sin embargo, esta estrategia también generó divisiones internas en el partido, especialmente en torno a temas como el comercio y la reforma del bienestar.
¿Cómo suele ser el voto polarizado en EU?
En el siglo XXI, la polarización se ha vuelto más aguda a medida que las identidades políticas se han alineado cada vez más con otras formas de identidad personal, como la raza, la religión y el estilo de vida. El Partido Republicano se ha convertido en el partido predominantemente blanco y cristiano, mientras que el Partido Demócrata se ha vuelto más diverso, atrayendo a minorías raciales, jóvenes y personas no religiosas.
De acuerdo con un análisis realizado por el Pew Research en septiembre, el voto tanto para Trump como a Kamala Harris está dividido en varios sectores.
Por sexo, los hombres tienen más probabilidades de preferir a Trump (52%) que a Kamala Harris (46%), mientras que entre las mujeres ocurre lo contrario (52% a 46%). Por raza y etnia, los votantes afroamericanos siguen apoyando abrumadoramente a Harris (84%). Mayorías más estrechas de votantes asiáticos (61%) e hispanos (57%) también respaldan a Harris. La mayoría de los votantes blancos (56%) apoyan a Trump.
En el caso de los latinos, es el más dividido; no vota igual un latino de origen mexicano que un venezolano. Históricamente, las comunidades mexicanas, guatemaltecas, hondureñas y salvadoreñas suelen alinearse más con los demócratas —principalmente por el tema migratorio—, mientras que los cubanos y venezolanos apoyan aburmadoramente a los republicanos —por el tema del comunismo y sus respectivas dictaduras—.
Por educación los votantes sin título de licenciatura se inclinan por Trump entre un 53% y un 44%, mientras que Kamala Harris lidera entre los votantes con quienes tienen estudios uiniversitarios y de posgrado (57% frente al 41%). Por edad, los votantes menores de 50 años tienen más probabilidades de decir que votarán o se inclinarán por Kamala Harris (54%) que por Trump (44%), mientras que los votantes de 50 años o más respaldan a Trump sobre Harris por un margen similar (53% vs. 46%).
Y a nivel religioso, los cristianos protestantes apoyan más a Trump que a Kamala Harris (61 vs. 36%), a excepción de los protestantes afroamericanos. Entre los católicos, la división está por la raza; mientras que los católicos blancos apoyan más al republicano (57% vs. 42%), los católicos hispanos se vuelcan a los demócratas (65% vs. 34%). Los judíos apoyan aún más a Harris que a Trump (65% vs. 34%), y los ateos/agnósticos respandan abrumadoramente a la actual vicepresidenta (82% vs. 18%).
Klein explica, los votantes ya no eligen simplemente entre dos plataformas políticas, sino entre dos visiones del mundo profundamente ligadas a quiénes son y cómo se identifican. Esto ha llevado a que la política se perciba como una lucha existencial, donde ganar o perder no solo implica un cambio en las políticas gubernamentales, sino una validación o rechazo de la propia identidad… es decir, se ha vuelto como un intenso derby de futbol.
¿Cómo influyen los medios de comunicación en la polarización?
Esta división ha sido exacerbada por el discurso de los líderes políticos y los medios de comunicación, que presentan al otro partido no solo como un adversario político, sino como una amenaza para la forma de vida de sus votantes. Los medios de comunicación juegan un papel crucial en la polarización política de Estados Unidos… a diferencia de México, que la gran mayoría de los medios tratan de ser más moderados.
Cadenas como MSNBC, CNN y Fox News; así como diarios como The New York Times, el Wall Street Journal y el Washington Post tienen posturas ideológicas claras que reflejan y alimentan las divisiones del país. El portal AllSides recolecta un gráfico donde se muesta la polarización de los medios en Estados Unidos:
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Medios progresistas: CNN, MSNBC, The New York Times, The Washington Post, la revista TIME, Bloomberg, The Guardian, The New Yorker, ABC News (Disney), CBS News (Paramount), NBC News (Universal) y las agencias AP y AFP
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Medios moderados: BBC News, The Hill, Newsweek, NewsNation y la agencia Reuters
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Medios conservadores: Fox News, New York Post, The Wall Street Journal —los tres, parte del conglomerado de News Corp—, Newsmax, Breitbart
MSNBC y CNN adoptan una postura progresista, enfocándose en temas como los derechos civiles y la justicia social, resonando con la base demócrata. Por otro lado, Fox News y Newsmax se ha consolidado como un bastión del conservadurismo, defendiendo valores tradicionales y una visión crítica de las políticas progresistas, atrayendo a los votantes republicanos. Misma visión se ve en la prensa escrita con The New York Times y el Washington Post, frente al New York Post y Daily Mail.
Desde los años 90, la competencia por la audiencia llevó a los medios a adoptar un enfoque más ideológico para fidelizar a sus espectadores. Cadenas como Fox News, fundada por Roger Ailes y controlada por la familia Murdoch, encontraron un nicho en la audiencia conservadora que se sentía marginada por los medios tradicionales. Del mismo modo, MSNBC y CNN encontraron su público al ofrecer una perspectiva crítica del Partido Republicano y figuras como Donald Trump.
Una situación que es similar en Argentina —el país más polarizado del planeta—, donde los medios tienen una agenda muy marcada a favor del peronismo y del kirchnerismo, o de simpatizar con el presidente Javier Milei.
¿Por qué las redes sociales agravan la polarización?
Pero con la llegada de las redes sociales exacerbó aún más estas divisiones. Plataformas como Facebook, Twitter —ahora X—, y TikTok permiten a los usuarios consumir contenido alineado con sus creencias, mientras que los algoritmos de estas redes priorizan el contenido más emocional y divisivo, ya que genera más interacciones. En lugar de promover un diálogo equilibrado, los algoritmos refuerzan las ideas preexistentes, alimentando así el ciclo de polarización.
Según Klein, esto ha creado cámaras de eco donde los usuarios rara vez se enfrentan a puntos de vista contrarios. Un usuario que sigue páginas progresistas verá contenido alineado con esa ideología, mientras que uno con preferencias conservadoras verá noticias que refuercen sus creencias. Este fenómeno no solo refuerza las divisiones, sino que también deshumaniza al otro lado, presentándolo como una amenaza.
El caso de Cambridge Analytica ilustró cómo las redes sociales pueden ser manipuladas para influir en el panorama político. En 2016, esta consultora accedió a datos de millones de usuarios de Facebook sin su consentimiento, creando perfiles psicológicos y enviando mensajes personalizados diseñados para exacerbar miedos y divisiones. Esta táctica explotó las brechas ya existentes en la sociedad estadunidense —y de otras partes del mundo—, contribuyendo significativamente a la polarización durante las elecciones presidenciales.
Además, Donald Trump utilizó Twitter para comunicarse directamente con sus seguidores, evitando a los medios tradicionales y desafiando constantemente su credibilidad. Con un tono confrontacional, Trump consolidó una base de seguidores que veía sus mensajes como una fuente de información directa. Esta dinámica no solo fortaleció su conexión con sus simpatizantes, sino que también incrementó la desconfianza hacia cualquier fuente que lo criticara, intensificando la división política.
Tras la adquisición de Twitter por parte del multimillonario Elon Musk, la ahora red X se ha inclinado mucho más hacia el conservadurismo tanto por la eliminación de las moderaciones en red social como de la propia ideología del CEO de Tesla y SpaceX, que en últimas semanas ha respaldado la candidatura presidencial de Trump. La situación se ha agravado a partir del conflicto en Israel, donde los jóvenes progresistas y musulmanes suelen ser más pro-palestinos, mientras que los adultos conservadores y la comunidad judía apoya más a Israel.
Las redes sociales también permiten viralizar contenido rápidamente, lo cual fue aprovechado en ese entonces por Trump para establecer su narrativa y atacar a sus opositores. Esta dinámica de comunicación directa y sin mediación aumentó la sensación de confrontación constante y de estar en una lucha existencial contra el otro lado, donde cualquier crítica era vista como un ataque personal.
La combinación de algoritmos que priorizan el contenido divisivo, la manipulación de datos como en el caso de Cambridge Analytica, y la comunicación directa de líderes políticos ha creado un ambiente en el que la polarización se ha vuelto omnipresente. Las redes sociales no solo reflejan las divisiones existentes, sino que las terminan amplifican, creando un ciclo de retroalimentación donde cada interacción refuerza las posiciones extremas y dificulta el diálogo constructivo.
¿Qué hacer ante la polarización?
Klein señala que, aunque la situación actual de polarización es grave, existen pasos para intentar reducir estas divisiones y fomentar una sociedad más cohesionada, como reformas institucionales, cambios en los incentivos de los medios, regulación de las redes sociales y un enfoque educativo que promueva el diálogo y el pensamiento crítico.
Klein también sugiere un enfoque diferente en los medios de comunicación. En lugar de priorizar la controversia para atraer audiencia, los medios estadunidenses deberían ofrecer una cobertura más equilibrada y fomentar el debate informado. Los incentivos económicos actuales empujan a los medios a buscar la polémica y alimentar las divisiones. Cambiar estos incentivos y fomentar una cobertura más neutral podría ayudar a disminuir la percepción del otro lado como un enemigo existencial.
Además, la regulación de las redes sociales podría tener un impacto positivo. Los algoritmos actuales están diseñados para maximizar la participación, lo cual prioriza el contenido emocionalmente cargado. Implementar regulaciones que limiten la desinformación y el contenido divisivo, así como incentivar a las plataformas a promover información veraz y de calidad, podría ayudar a reducir la polarización.
Finalmente, Klein destaca la importancia de la educación y el fomento de espacios de diálogo.
La alfabetización mediática y el pensamiento crítico son claves para que los ciudadanos comprendan cómo se les presenta la información. Fomentar programas educativos que enseñen a cuestionar la información y considerar diferentes perspectivas puede ayudar a construir una sociedad más resiliente frente a la polarización. Además, crear espacios donde personas con visiones diferentes puedan dialogar y encontrar puntos en común es esencial para reconstruir el tejido social y reducir las tensiones.
Fuente: Excelsior
GPC/MA