Estos Animales Podrían Estar Espiándote: Un Fenómeno Sorprendente en la Naturaleza
21 Oct. 2024
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Algunas especies han desarrollado capacidades únicas para observar a los humanos sin ser detectadas, un comportamiento que intriga a los científicos
Redacción / CAMBIO 22
Durante la Segunda Guerra Mundial se propuso en Estados Unidos un plan que consistía en atar diminutos dispositivos incendiarios a murciélagos para utilizarlos contra Japón.
La imagen de James Bond saltando desde una presa a más de 200 metros de altura forma parte del imaginario colectivo de todos los aficionados a las películas de espías. En el mundo real abundan casos de personajes dedicados a infiltrarse entre las filas enemigas para la obtención de información.
Mata Hari, arquetipo de la mujer espía que utiliza la seducción para conseguir sus objetivos; Garbo (Joan Pujol), el agente español que ofreció servicios de espionaje y contraespionaje durante la Segunda Guerra Mundial, o Sidney Reilly, el personaje real que sirvió de inspiración para la saga de James Bond, son algunos de los espías más famosos de la historia contemporánea.
Sin embargo, muchas veces las historias de espías están muy lejos de las escenas de acción o los gin tonic mezclados, pero no agitados. A lo largo de los siglos, los servicios secretos no han dudado en valerse de la ayuda de todo tipo de animales para infiltrarse en el bando enemigo. Algo lógico, pues la fauna puede entrar en lugares que los humanos son incapaces de llegar, con lo que es fácil que pasen desapercibidos. Sus historias no son tan conocidas como las del 007, pero llevaron a cabo trabajos que fueron como mínimo igual de relevantes que el famoso agente secreto al servicio de Su Majestad. Las que siguen son historias de animales al servicio del espionaje:
Palomas mensajeras
Mucho antes de los mensajes cifrados de extremo a extremo, el seguimiento vía satélite o los buscapersonas, las palomas mensajeras eran una de las herramientas de espionaje más fiables. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, los ejércitos de uno y otro bando las usaban para recabar información del enemigo, pues no eran fácilmente detectables. Y ello las convertía en un activo imbatible a la hora de compartir cualquier información estratégica.
¿Palomas espías? ¿Por qué no? Son unas aves extremadamente comunes de las que nadie sospecha.
¿Por qué palomas? Porque son unas aves extremadamente comunes de las que nadie sospecha. Entre otras funciones, son capaces de ocultarse entre miles de aves, y tomar fotografías desde cientos de metros por encima del objetivo, a distancias mucho más cortas que los aviones empleados para estas tareas de inteligencia.
Animales marinos: belugas, delfines y peces
En 2018 un pescador noruego avistó en aguas de Hammerfest, en el extremo septentrional del país, una beluga que parecía llevar consigo algún tipo de artilugio. Cuando la capturaron, descubrieron que tenía un arnés para una cámara fotográfica con la inscripción ‘Equipo San Petersburgo’, lo que desató una oleada de especulaciones sobre la posibilidad de que se tratara de un espía al servicio de Rusia.
El cadáver de Hvaldimir, la beluga espía, fue localizado en agosto de 2024.
Aquella sospecha no era para nada infundada, pues el animal parecía muy habituado a interactuar con los humanos. De ahí que lo bautizaran con el nombre de Hvaldimir, una mezcla de la palabra noruega para ballena y el nombre de pila del presidente de Rusia. Además, demostró que había sido sometida a un entrenamiento exhaustivo. Por ejemplo, impactó contra barcos e incluso capturó dos cámaras GoPro. Hvaldimir, cuyo cadáver fue localizado en agosto de 2024, es el ejemplo más mediático del uso de animales marinos al servicio del espionaje, pero no el único.
Hace décadas que ejércitos de todo el mundo han utilizado las increíbles capacidades sensoriales y de adiestramiento de los animales marinos, como los delfines y los leones marinos para labores de espionaje. Por ejemplo, el Programa de Mamíferos Marinos de la Marina de Estados Unidos, iniciado en los años sesenta, adiestró a todo tipo de mamíferos marinos para localizar minas submarinas, recuperar equipos perdidos e incluso detectar buceadores enemigos.
La destreza de estos animales en entornos submarinos sigue despertando interés de los militares, y la consiguiente preocupación entre las entidades conservacionistas, alertadas por las lógicas preocupaciones éticas que supone utilizar un animal para fines bélicos.
Estas criaturas marinas no son las únicas en engrosar la lista de especies espías. Hace años la NASA pensó que el animal más idóneo para espiar de forma sigilosa bajo el agua era un siluro. Así, la Oficina de Tecnologías y Programas Avanzados de la agencia de inteligencia capturó dos ejemplares llamados Charlie y Charlene y los adaptó con distintos dispositivos electrónicos.
Los peces eran controlados por radio para manipular su maniobrabilidad, su velocidad y profundidad. Su misión no era otra que la de recoger muestras de agua sin ser detectados. La agencia no informó sobre el resultado de los ensayos, pero tampoco ha descartado que se sigan usando.
Drones insectos: ¿El futuro del espionaje animal?
Los avances tecnológicos permiten trasladar el mundo del espionaje animal hasta límites insospechados. A veces, no se trata de adecuar a un animal para convertirlo en espía, sino de desarrollar un robot parecido a un animal. En este sentido, las últimas investigaciones en “biometismo” se han traducido en la invención de ‘drones insectos’, unos pequeños dispositivos controlados a distancia muy similares a los insectos y las aves, una inventiva que fusiona el mundo tecnológico y natural para ofrecer una solución de espionaje única.
La invención no es nueva. Hace años, la Oficina de Investigación y Desarrollo de la CIA diseñó en la década de 1970 un microvehículo aéreo no tripulado (UAV), el primer robot-insecto a historia. Su objetivo no era otro que el de probar hasta qué punto podía utilizarse un dispositivo tan pequeño para recoger información.
Aquel primer invento no era gran cosa: se limitaba a un pequeño motor en miniatura que movía las alas hacia arriba y abajo, cuyo motor se accionaba con una pequeña cantidad de gas. Las pruebas de vuelo fueron satisfactorias, aunque desde la CIA aseguran que los diminutos insectos robots eran incapaces de superar las rachas de viento.
Murciélagos bombarderos
En la Segunda Guerra Mundial, un dentista llamado Lytle S. Adams propuso a las fuerzas armadas de Estados Unidos un plan que consistía en atar diminutos dispositivos incendiarios a murciélagos. La idea era soltarlos sobre ciudades japonesas, donde se posarían en los edificios antes de que se agotaran los temporizadores. Aquel proyecto fue bautizado como X-Ray, y se canceló cuando empezó a desarrollarse el proyecto de la bomba atómica.
“¿Qué podría ser más devastador que un ataque con bombas incendiarias?”, declaró el citado doctor en entrevista al Bulletin of the National Speleological Society. En 1942, el doctor Adams envió a la Casa Blanca una propuesta para investigar el posible uso de quirópteros con fines bélicos. Una idea que, sin embargo, no pasó por ninguna revisión científica. Algunas fuentes indican que el presidente Roosevelt aprobó la propuesta, aunque esta nunca se llevó a cabo.
Ardillas y tiburones en el conflicto de oriente próximo
La escalada de tensión en Oriente Próximo hunde sus raíces en una historia plagada de conflictos diplomáticos que no siempre han acabado en guerra, aunque en ocasiones han alimentado sonadas escaladas de violencia. En 2007, Irán fue acusado de capturar 14 ardillas cerca de una planta de nuclear so pretexto de estar equipándolas con material de espionaje. Los detalles de aquel suceso siguen siendo confusos, aunque destacan potencial que tienen las criaturas insospechadas para vigilar y recopilar información.
No fue el único incidente en Oriente Próximo protagonizado por animales. En 2011, las autoridades saudíes capturaron un buitre del que se sospechaba llevaba a cabo misiones de espionaje para el Mosad. Un año antes, un medio de comunicación informó de una oleada de ataques de tiburones cerca de Sharm el-Sheikh, en el Mar Rojo. Los acusaban de trabajar para los servicios secretos israelíes. A pesar del paso del tiempo, algunos escenarios nunca cambian. Lo preocupante es que se sigan utilizando a los animales para fines bélicos.
Fuente: National Geographic
GPC/MER