Este Hongo Marino Podría ser la Solución Perfecta Contra el Exceso de Plástico
4 Jun. 2024
Redacción/ CAMBIO 22
Si te cuesta imaginar cómo luce el polietileno, solo mira a tu alrededor: se trata de uno de los materiales más utilizados en la industria y, como tal, está presente en botellas, frascos, empaques de alimentos o elementos decorativos. De hecho, desde su desarrollo en la década de 1950, su producción no ha hecho más que crecer hasta suponer en 2019 el 34,8 % del mercado de plásticos a nivel global, según la Asociación de la Industria del Plástico.
No es de extrañar, pues, que debido a su uso masivo este polímero simple haya llegado hasta las zonas más recónditas del océano, afectando gravemente a la salud de los ecosistemas marinos. Pero todavía hay lugar para las buenas noticias: en los últimos años la comunidad científica ha detectado que, a falta de acción humana, los organismos vivos que habitan las profundidades están poniéndose “manos a la obra” para descomponer los plásticos que tanto deterioran los paisajes oceánicos.
En este contexto, investigadores del Royal Netherlands Institute for Sea Research (NIOZ) han publicado recientemente un estudio en la revista científica Science of the Total Environment que muestra las asombrosas capacidades del hongo Parengyodontium album para realizar esta tarea. Y aunque todavía queda mucho por descubrir sobre este poderoso microorganismo, el hallazgo ofrece esperanza en la misión casi imposible de liberar nuestros océanos de la contaminación por plásticos.
EN BUSCA DE HONGOS QUE DESCOMPONEN EL PLÁSTICO
El descubrimiento permite que el hongo se una a una lista muy corta de microorganismos marinos que degradan el plástico: hasta ahora solo se habían encontrado cuatro especies, aunque se sabía que podría haber muchas más. Es por ello que los investigadores fueron a buscarlos en los puntos calientes de la contaminación plástica en el Océano Pacífico Norte, establecidos a partir de corrientes de fondo que los conducen y concentran en diferentes áreas.
De la basura plástica recogida, aislaron el hongo marino cultivándolo en el laboratorio, en plásticos especiales que contienen carbono marcado. “Estos llamados isótopos 13C permanecen rastreables en la cadena alimentaria. Es como una etiqueta que nos permite seguir a dónde va el carbono. Luego podemos rastrearlo en los productos de degradación”, señaló Annika Vaksmaa del NIOZ en el comunicado oficial.
Así pues, en el laboratorio, Vaksmaa y su equipo observaron que la descomposición del polietileno por parte de Parengyodontium album se produce a una tasa de aproximadamente el 0,05 por ciento por día, y que la mayor parte del polietileno que utiliza el hongo se convierte en dióxido de carbono. “Nuestras mediciones también mostraron que el hongo no utiliza gran parte del carbono proveniente del polietileno al descomponerlo”, añade.
Y sí, aunque el CO2 es un gas de efecto invernadero y pareciera que el “excretado” por el hongo también constituiría otra forma de contaminación, nada más lejos de la realidad: los investigadores destacan que la cantidad de CO2 que libera P. album y otros microorganismos durante el proceso de descomposición es la misma que la que liberan los humanos al respirar.
Fuente: National Geographic
EMP