Redacción / CAMBIO 22

Cancún, 17 de septiembre.- La violencia y la impunidad siguen dejando una huella dolorosa en Quintana Roo. Del 1 de enero al 31 de agosto de 2025, un total de 307 personas fueron reportadas como desaparecidas y no localizadas en el estado, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).

La cifra refleja la gravedad de un problema que, lejos de disminuir, se extiende en todos los municipios y golpea por igual a hombres y mujeres.

Benito Juárez, donde se ubica Cancún, encabeza la lista con 136 reportes (95 hombres y 41 mujeres), seguido de Playa del Carmen, con 67 casos (43 hombres y 24 mujeres) y en tercer lugar se ubica Othón P. Blanco, con 37 hombres y 9 mujeres.

Cancún y Playa del Carmen, ambos destinos turísticos internacionales, concentran la mayoría de las desapariciones, una situación que no solo alarma a las familias de las víctimas, sino que también exhibe la falta de resultados de las autoridades en materia de seguridad.

Sin embargo, el municipio de Othón P. Blanco se ubica en el alarmante tercer lugar de desapariciones, cifra que h ido de la mano con el incremento de la violencia generada por el crimen organizado.

En otros municipios del norte, así como del centro y sur del estado, también se registran reportes: Felipe Carrillo Puerto con 12 personas desaparecidas, Tulum con 10, Puerto Morelos con 7, Bacalar con 7, Cozumel con 6, Isla Mujeres con 5, Lázaro Cárdenas con 4 y José María Morelos con 1.

Además, el registro nacional contabiliza 6 personas cuya desaparición no pudo ser atribuida a un municipio en específico.

Detrás de cada número hay una historia inconclusa, una familia rota y una autoridad que, pese a las estadísticas, parece no encontrar una estrategia efectiva para frenar esta crisis.

Las desapariciones en Quintana Roo ya no son casos aislados, sino un fenómeno constante que afecta a comunidades enteras, desde las zonas urbanas más turísticas hasta los pueblos más apartados.

Colectivos de búsqueda y familiares han insistido en que el estado carece de mecanismos eficaces para localizar a las víctimas y que las investigaciones suelen avanzar con lentitud, lo que perpetúa la impunidad.

Mientras tanto, la población vive con miedo y con la incertidumbre de no saber quién será la próxima víctima.

La cifra de 307 desaparecidos en ocho meses debería ser suficiente para colocar este tema en el centro de la agenda pública.

Sin embargo, la respuesta institucional sigue siendo tibia, sin una política integral que atienda tanto la prevención como la búsqueda efectiva de personas.

Quintana Roo, paradójicamente uno de los principales escaparates turísticos del país, se enfrenta a una crisis silenciosa que erosiona el tejido social y deja al descubierto la vulnerabilidad de sus habitantes.

 

 

 

redaccion@diariocambio22.mx

KXL/RCM

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