Erick Borges Yam y el Narcotráfico
2 Oct. 2025
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Despacho 14
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El Violento Oficio de Escribir
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José María Morelos: el espejismo de la calma en el corazón de Quintana Roo
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El municipio que se vende como tranquilo
Alfredo Griz / CAMBIO 22
José María Morelos es un municipio olvidado, colocado en el centro de Quintana Roo, lejos de los reflectores turísticos de Cancún y Playa del Carmen.
Su nombre apenas aparece en los mapas mediáticos, salvo cuando las autoridades presumen cifras a modo: que bajaron los homicidios un 100%, que el narcomenudeo “está controlado”, que el municipio es seguro.
Pero la realidad detrás de las estadísticas oficiales es mucho más dura. En las calles, en las colonias pobres, la droga circula, las desapariciones se acumulan, los cateos son pan de cada semana, y las familias entierran muertos en silencio.

En septiembre de 2024 tomó protesta Erik Noé Borges Yam como presidente municipal. Prometió gobernabilidad y paz.
A un año de su administración, los números y las crónicas cuentan otra historia: una tierra pequeña, con números absolutos mínimos, maquillada por porcentajes que venden un espejismo de calma.
El delito Como Sombra Permanente
Homicidios: números que se manipulan con un dígito
Los datos del SESNSP dicen que en José María Morelos los homicidios “cayeron 100%” en determinados cortes de 2025. Traducido al lenguaje real: si en 2024 hubo un asesinato en el primer semestre, en 2025 hubo cero. La estadística oficial canta victoria, pero la realidad es otra: un solo muerto menos basta para que los políticos vendan un milagro de seguridad.
En municipios pequeños los números absolutos engañan. Un cadáver más o menos significa subir o bajar 100%. Lo que no dicen es que en paralelo corren otras cifras: desapariciones, cateos, decomisos. Ahí está el verdadero pulso de la violencia.

Desapariciones: la cuenta de los que no vuelven
El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas es la base fría que revela lo que no se quiere aceptar. En Quintana Roo, para mayo de 2025, los colectivos denunciaban más de 160 personas desaparecidas en el año. José María Morelos aparece con al menos 9 desapariciones solo en los primeros cinco meses de 2025.
Uno de esos casos terminó en ejecución: un secuestro que acabó con la víctima asesinada. Es la radiografía de un municipio donde la violencia no siempre deja cuerpos tirados en la calle; muchas veces se traga a las personas, las desdibuja en expedientes inconclusos, las diluye en números que engordan bases de datos sin respuesta.
Cada desaparición es un agujero en el tejido social. Cada madre que busca en el monte, cada hermana que pega carteles, es el recordatorio de que la calma que se vende en boletines oficiales es un engaño.
Narcotráfico: la Economía Subterránea del Pueblo
Los cateos se multiplicaron en 2025.
• 29 de junio de 2025: tres narcotiendas fueron reventadas, dos detenidos, estupefacientes asegurados.
• Julio de 2025: cateo en la colonia Guadalupe, otro “punto” de venta caído.

La Fiscalía de Quintana Roo presume resultados: fotos de bolsitas con polvo blanco, comunicados de prensa con dos o tres nombres. Lo que nunca aparece en esas notas es la pregunta de fondo: ¿a quién pertenecen esas tienditas?, ¿quién surte la droga?, ¿qué organización mueve el producto en este municipio rural perdido?
La respuesta, por ahora, se esconde. Lo que se sabe es que hay narcomenudeo vivo, presente, visible en colonias y comunidades. Y que cada cateo no es más que cortar ramas de un árbol que vuelve a brotar con más fuerza.
La realidad que No Cabe en Porcentajes
El discurso oficial habla de reducciones, de paz social, de índices “a la baja”. Pero la vida en José María Morelos se cuenta en desapariciones, en cateos semanales, en calles donde los jóvenes desaparecen de un día para otro y las familias quedan condenadas al silencio.

Los Datos son Claros:
• Homicidios dolosos: en cifras absolutas, mínimos, pero con variaciones que maquillan un “100% de reducción”.
• Desaparecidos: 9 en 2025 hasta mayo, en un municipio que no rebasa los 40 mil habitantes. Una tasa alarmante si se ajusta a su tamaño.
• Narcomenudeo: cateos en junio y julio, aseguramientos, detenidos. Cada operativo confirma la existencia de un mercado subterráneo que no se erradica.
Testimonios Invisibles
Las crónicas locales recogen lo que los informes callan: vecinos que dicen “ya no hay confianza en salir de noche”, familias que esperan en silencio noticias de sus desaparecidos, jóvenes que cuentan cómo la droga llega fácil a las manos.
La gente sabe que los porcentajes son mentira. Que la realidad no cabe en gráficas del SESNSP. Que en los pueblos, cuando alguien desaparece, todos saben el nombre, la edad, la cara. La estadística lo reduce a “un caso más”, pero en la comunidad es un duelo abierto.

Conclusión: un Municipio de Silencios Incómodos
José María Morelos vive atrapado entre el discurso oficial y la realidad de las calles. La administración de Erik Noé Borges Yam presume orden, pero lo que realmente existe es un orden del miedo: pocos homicidios visibles, pero un submundo de desapariciones y narcomenudeo que sostienen el negocio criminal.
La pregunta que queda es brutal: ¿vale de algo presumir una reducción del 100% en homicidios cuando en paralelo se multiplican los desaparecidos y los cateos apenas arrancan maleza de un terreno donde el crimen sigue sembrando?
La respuesta está en la calle, no en los informes:
• En las familias que siguen buscando.
• En las casas cateadas que reabren como narcotiendas semanas después.
• En las miradas de vecinos que saben que la calma oficial no es más que un espejismo.
José María Morelos es hoy el ejemplo perfecto del país de los contrastes: municipios que “mejoran” en estadísticas pero que en la realidad sangran por dentro. Un lugar donde la violencia se esconde en los silencios, y donde cada cifra maquillada es, en el fondo, un insulto a quienes perdieron a un hijo, a una hermana, a un vecino.
redaccionqroo@diariocambio22.mx
GPC/RCM





















