“Entre el Pasado Colonial, La Historia del Arte y la Infancia: Una Exposición de Memorias y Transformaciones”
12 Nov. 2024
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Reflexiones visuales sobre la herencia colonial y su impacto en la formación de la identidad infantil y artística
Redacción/CAMBIO 22
Alexander Tongombol, Fabiola Gonzáles y Rubén Saavedra son los protagonistas de Pasado desfigurado, en la Casa Nacional del Bicentenario, organizada por la Embajada del Perú y la Secretaría de Cultura de la Nación. La exhibición, que estará abierta hasta el 15 de diciembre, reúne 48 obras que incluyen pinturas, collages y técnicas mixtas.
En esta exposición, los artistas peruanos abordan el pasado como un tema central, cada uno desde su propia perspectiva. La exposición invita a los visitantes a reflexionar sobre cómo el pasado, aunque desfigurado, sigue influyendo en el presente. Las obras de Tongombol, Gonzáles y Saavedra destacan la importancia de evocar el pasado con profundidad, trayéndolo al presente de manera significativa.
Así, Tongombol se centra en la fragilidad de la infraestructura colonial limeña, utilizando el cartón como soporte para reflejar una “arquitectura de la angustia”. “Este material no solo simboliza la precariedad de las edificaciones, sino también la vulnerabilidad social de sus habitantes”, escribe Cristias Rosas Chocano, en el texto curatorial.
Tongobol, egresado de la Escuela de Arte de Cajamarca “Mario Urteaga Alvarado”, desarrolló un proyecto que busca resaltar la importancia de preservar el patrimonio histórico del Perú. Utilizando cartón reciclado como soporte, representa el olvido y el abandono de las estructuras arquitectónicas históricas, especialmente las construcciones virreinales, coloniales y republicanas, que aún conservan su belleza a pesar de su decadencia. Estas edificaciones, muchas de ellas ubicadas en el Centro Histórico de Lima y otras ciudades del país, son testigos de una historia rica y significativa, aunque a menudo ponen en riesgo la vida de sus habitantes.
El artista utiliza técnicas mixtas, como óleo, acrílico, acuarela y dibujo, para dar forma a sus obras, que evocan la arquitectura angustiada del entorno. Tongobol explica que cada pieza de cartón tiene su propia historia, marcada por manchas y desgastes, reflejando las cicatrices de un patrimonio afectado por la modernidad y la contaminación visual. Su trabajo no solo busca crear arte visual, sino también suscitar una reflexión sobre la historia y la identidad, invitando al espectador a redescubrir el valor oculto en lo aparentemente ordinario.
Tongobol destaca que su proyecto no es solo un homenaje a las edificaciones en riesgo de desaparición, sino también una invitación a generar conciencia sobre la importancia de preservar el legado histórico. A través de este diálogo visual, espera fomentar un cambio de percepción positiva hacia el patrimonio, resaltando su belleza y la necesidad de protegerlo. Cada obra se convierte en un reflejo de la vida que habita en su interior, capturando momentos de cotidianidad en un contexto de nostalgia y esperanza.
Fabiola Gonzáles, una joven artista visual de Lima, ha centrado su obra entre 2023 y 2024 en una exploración crítica de la infancia. Sus pinturas, que retratan fiestas infantiles, van más allá de la simple celebración para convertirse en escenarios de control y corrección. Gonzáles utiliza estos momentos para revelar patrones de conducta impuestos desde la niñez, que perpetúan una violencia simbólica a lo largo de generaciones.
La artista, nacida en 1995, estudió Pintura en la Pontificia Universidad Católica del Perú y se especializó en ilustración editorial en Toulouse Lautrec. Su trabajo se caracteriza por la deconstrucción de la memoria y la afectividad, elementos que se reflejan en archivos domésticos y espacios privados. A través de técnicas mixtas que incluyen acrílico, spray y tizas pasteles, Gonzáles evoca la naturaleza efímera de la memoria, explorando las tensiones entre lo que se recuerda y lo que se oculta.
En sus obras, Gonzáles busca descomprimir los archivos familiares para ofrecer una representación sin secretos ni artificios. Su investigación artística se centra en momentos cargados de vulnerabilidad, desafiando el mito del creador solitario y generando una extensión emocional en su proceso creativo. Esta forma de amor y protección hacia los recuerdos compartidos se manifiesta en su paleta de colores intensamente saturada, que revela emociones con una presencia vibrante.
La complejidad de recordar una infancia marcada por crisis económicas y la desesperación de los padres por ofrecer estabilidad en un entorno incierto, como los años noventa, es otro de los temas que aborda en su pintura. Las imágenes de cumpleaños y fiestas, aparentemente alegres, son un recordatorio de los esfuerzos por ocultar la precariedad, al tiempo que testimonian cómo esos recuerdos siguen moldeando nuestra percepción del pasado y del presente.
Por su parte, Rubén Saavedra, un artista nacido en Chiclayo en 1992, ha desarrollado una propuesta artística que invita a la reflexión sobre la historia y la estética del arte. Su obra se caracteriza por un enfoque ecléctico que combina elementos autóctonos e hispanos, explorando así la identidad mestiza en toda su amplitud. En ese sentido, Saavedra utiliza su arte para interpelar la memoria colectiva, reconstruyendo los hechos históricos a su manera.
La formación de Saavedra incluye estudios en arquitectura y arte en la Escuela de Bellas Artes “Macedonio de la Torre” de Trujillo. Su trabajo se centra en un diálogo entre lo precolombino y lo contemporáneo, empleando un lenguaje visual que incorpora fotografía, pintura, carteles, arquitectura y escultura. Este enfoque le permite criticar las sociedades actuales, especialmente las de Perú y Latinoamérica, a través de un contraste de ideas, políticas y creencias.
En la exposición actual, Saavedra presenta obras que se construyen a partir de imágenes de la historia del arte y de diversas civilizaciones. Estas piezas buscan distorsionar discursos conocidos para crear nuevas narrativas, ofreciendo una lectura distópica que invita a reflexionar sobre la historia republicana. A pesar de su juego entre lo absurdo y lo situacional, el arte de Saavedra se presenta como un vehículo de evocación hacia la libertad.
Esta mezcla de elementos históricos y contemporáneos es una prueba del imaginario que Saavedra busca transmitir, demostrando que el arte puede ser un medio poderoso para cuestionar y reinterpretar la historia.
Fuente: Infobae
VAC/MER