Ángel Ramírez Hernández/CAMBIO 22

20 de abril-. Con la ubicación del cuerpo sin vida, del enfermero reportado como desaparecido, horas después de encontrar su carro calcinado, sin despertar la apatía del Fiscal General del estado y, del propio ostracismo de la dormitada dependencia; queda claro que en Quintana Roo, vale más tomar carreteras y otras acciones, a esperar a las autoridades resolver o escuchar las demandas ciudadanas.

Al final de la búsqueda emprendida por familiares del desaparecido que, motivara y obligara a corporaciones policiacas de los tres niveles de gobierno y, a la propia oficina dispuesta a localizar personas desaparecidas, iniciar la búsqueda, el pasado viernes fue ubicado Ramiro Cáceres de 30 años en la comunidad de Nicolás Bravo.

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Ramiro se encontraba desaparecido desde el pasado 13 de abril, luego de una última comunicación con su familia en la que mencionó que se dirigía a su comunidad de origen.

No obstante, ello, la Fiscalía permanecía como oso perezoso con la denuncia de desaparición en mano, demandante de la pronta localización del familiar, puesto por la presión social, en alerta ámber.

Es la segunda ocasión que familiares de desaparecidos inician sus propias pesquisas acá en el Sur, para llegar a su ubicación, los dos, por cierto, mujer y hombre, fueron encontrados sin vida, porque la autoridad no actúo con responsabilidad y decoro; esto aparte, pero no apartados, de los grupos oficiales de búsquedas de personas desaparecidas.

La Fiscalía se ha convertido en una oficina del silencio, callada y desacreditada, con poca o nula respuesta a los delitos de alto impacto que acontecen y dañan rutinariamente a nuestro estado.

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Solo resonantes y vagos resultados en los casos menos apremiantes, y el olvido a quienes trastocan los altos intereses cupulares; pero no se puede esperar más de los ministeriales, al final es la forma sistemática de operar, poco empática al entorno ajeno, aunque lastime y lacere al pueblo justo y sabio.

Una Fiscalía que día a día tiene menos credibilidad ante los escasos resultados, además del silencio convertido en regla para no dañar la imagen del estado con mayor aportación a la nación, vía el turismo.

Apenas pueblo y autoridad iniciaban conjuntamente la búsqueda del enfermero oriundo de Nicolás Bravo; no solo fue ubicado el cuerpo sin vida, también supieron de Clemente, el supuesto victimario, y rápidamente su perfil, “narco menudista”, todo en un combo rápido y expedito, lo que no es usual en la Fiscalía.

Con esto, la Fiscalía y la Secretaria de Gobierno, acabaron con los bloqueos de carretera que afectaron el inicio y transcurrir de la semana santa, en menos cabo de residentes locales, nacionales y extranjeros que “vienen” abordar el Tren Maya.

Sería muy delicado pensar que la Fiscalía fabrica culpables; porque de eso, hoy la familia de Clemente, los acusa, de fabricarle el expediente.

De inicio, la autoridad ministerial estuviera manchando el caso, sacando de la manga que el presunto victimario es también un “dealer”, ¿Tan rápido dieron con ese perfil?, no esperaron que esa información derivara de investigaciones más profundas y meditadas, porque el señalamiento a bote pronto es tan penado, como de lo que se le señala al acusado.

En fin, no queda más que esperar en que termina todo esto, y que la Fiscalía lo explique con peras y manzanas, porque lo menos que esperamos de ella los ciudadanos, es transparencia y honestidad.

 

 

 

redaccionqroo@cambio22.mx

KXL/AGF

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