En México al Año Secuestran al Menos a 10 Mil Migrantes, entre Extranjeros y Nacionales
11 Jun. 2024
-
El pago de millones de dólares en “Falsas Remesas” que han convertido a este delito, en un lucrativo negocio en la Frontera Norte del País
-
Aunque de vez en cuando capta la atención de los medios, la expansión acelerada de los casos de migrantes secuestrados y extorsionados que cruzan el país en su intento por llegar a Estados Unidos pasa, en general, inadvertida.
Redacción/CAMBIO 22
Algunos cálculos moderados estiman que cada año son secuestradas al menos unas 10 mil personas migrantes extranjeras y mexicanas.
Y su rescate, la mayoría de las veces, viene como “falsas remesas” desde Estados Unidos, en donde su familia los espera.
Los grupos del crimen organizado han aprendido a operar como una empresa delictiva de operación táctica, con alto rendimiento económico y una rápida obtención del mismo.
“Disfrazadas de ‘remesas’ enviadas a México, familiares de migrantes secuestrados en Tamaulipas mandaron fuertes cantidades de dólares para pagar el rescate de sus esposas e hijos. Luego de haber sido secuestrados en Reynosa, los migrantes volvieron a Tijuana y mostraron los comprobantes de depósitos bancarios”.
Sergio huyó de El Salvador ante el terror que las pandillas sembraban en su barrio. Por eso decidió salir. Con dinero que su madre le enviaba desde Boston, intentaría llegar a Estados Unidos. Así que decidió emprender el viaje y llegar, en una primera etapa, a México.
Era agosto de 2019 cuando ingresó a Tapachula, Chiapas, y, casi de manera natural, se integró a los miles de migrantes que pernoctan en el Parque Miguel Hidalgo, el principal punto de encuentro de quienes anhelan llegar a Estados Unidos entrando por la frontera sur de México.
Allí conviven y recuperan fuerzas para continuar su viaje. En el parque, Sergio, un nombre ficticio con el que la CNDH resguardó la identidad del joven centroamericano, convivía con otros dos hombres: uno de Guatemala y otro de El Salvador, como él.
Los tres llevaban algo de dinero para el viaje, compartían alimentos e intercambiaban información sobre sus planes, sus familiares. De pronto, un día el guatemalteco no regresó.
“MI MADRE HIZO UN DEPÓSITO DE 2 MIL 800 DÓLARES, OTRO DE 3 MIL Y EL ÚLTIMO DE 4 MIL”
“Un día estaba en el parque, unos hombres me agarraron, me subieron a una camioneta azul, me taparon los ojos y me llevaron a una casa ubicada a poco más de media hora. Me quitaron todo y me amarraron. En el lugar tenían cautivas como a 80 personas más”.
Los hombres que lo secuestraron en el parque eran parte de un comando armado que, de inmediato, le pidió el teléfono de su madre. A Sergio le extrañó que los delincuentes supieran tantos datos personales.
“Le llamaron a mi madre para decirle que me iban a matar si no les daba 10 mil dólares. Diario le hablaban y le ordenaban depositar en Huixtla. Supe que ella hizo un depósito de 2 mil 800, otro de 3 mil y el último de 4 mil dólares”.
La manera en que secuestraron a Sergio es uno de los métodos a los que recurren los grupos criminales: infiltrarse entre los migrantes, ganarse la confianza e ir obteniendo información que, después, utilizan para realizar secuestros selectivos.
Migrantes de diversas nacionalidades intentan cruzar la frontera México-EU en Cd. Juárez, marzo 2023.
Rodolfo Casillas, profesor-investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), ha dedicado varias décadas a estudiar los procesos de migración en y a través de México. Y, en los últimos años, la violencia y la inseguridad en el proceso de migrar.
Por eso, tiene muy claras las cifras de las autoridades mexicanas: el registro oficial destaca que cada año son secuestrados en el país un promedio de 10 mil migrantes extranjeros y mexicanos que viajan hacia Estados Unidos.
Y de todos los estados, explica el investigador, los porcentajes más altos de migrantes secuestrados ocurren en Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Veracruz, Tamaulipas y Nuevo León.
Eso no significa que no sea un fenómeno extendido y que sea nuevo. “No hay ninguna entidad en donde deje de cometerse este ilícito de manera sistemática desde por lo menos hace 15 años”.
Aun cuando los datos oficiales reconocen que se ha logrado liberar a unas 10 mil personas al año, la cifra, cuestiona Casillas, es mayor.
El secuestro de migrantes es un proceso delictivo recurrente y el investigador destaca que se desconoce cuántas otras personas no fueron liberadas por las autoridades, cuántas casas de seguridad no fueron detectadas o cuántas personas sufrieron desaparición forzada.
Cita, por ejemplo, el secuestro de 32 migrantes en Reynosa, Tamaulipas, ocurrido a fines de diciembre de 2023, del que se supo porque fue denunciado por el chofer del camión donde viajaban.
De otra manera, hubiera pasado desapercibido, como cientos de casos de los que no se llega a saber. Se trata de un delito que se incrementa año con año, ya que las redes criminales también se han sofisticado.
Ahora trabajan como una empresa delictiva de operación táctica y con alto rendimiento económico, cuya “estrategia empresarial delictiva” se resume en cinco pasos:
El secuestro masivo.
La capacidad para trasladar a los secuestrados a otro lugar.
Obtención con rapidez de información de los familiares de los secuestrados.
Contactar al familiar que vive en Estados Unidos para negociar el rescate.
Amenazar y ejecutar actos violentos para que el rescate sea entregado.
De acuerdo con el testimonio de los migrantes secuestrados en Reynosa, sus familiares pagaron un monto estimado en 3 mil dólares por persona vía transferencia. Después de que el grupo criminal cobró el rescate, los liberaron.
Amarela Varela-Huerta es profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, con especialidad en migración y movimientos sociales. Para ella, lo ocurrido en Tamaulipas es la punta del iceberg de la industria del secuestro de migrantes.
En 2010, comenta la investigadora, México ya estaba considerado como el país más violento del mundo para los migrantes, al reportar más de 20 mil secuestros por año y una cantidad aproximada de 72 mil migrantes desaparecidos.
Todos los días existen casos de migrantes secuestrados. Algunos testimonios han sido levantados por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, estudiosos del tema y por los albergues que auxilian a esta población, sobre todo en la franja fronteriza de Tamaulipas: Reynosa, Matamoros, Río Bravo, Nuevo Laredo y San Fernando.
El sacerdote Francisco Gallardo López, responsable de la pastoral de movilidad humana de la Diócesis de Matamoros, ha comentado que el mayor número de secuestros detectados ocurre cuando los migrantes viajan de Monterrey hacia Tamaulipas.
“En esa ruta los interceptan de forma violenta para que sus familias paguen por liberarlos. Se llevan por día de 10 a 15 migrantes que vienen a Reynosa o a Matamoros para atender su cita en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza donde piden asilo a Estados Unidos”, explicó Gallardo López al medio digital tamaulipeco Elefante Blanco.
Las remesas que los mexicanos en el extranjero envían al país han rebasado constantemente los niveles previos. Y se han situado en cifras impensables hasta hace algunos años.
El gobierno federal presume las cifras récord como si fuera un logro de políticas económicas aplicadas. Especialistas y académicos discrepan y destacan que esas decenas de miles de millones de dólares muestran que el país ha sido incapaz de generar las condiciones para evitar la migración de las y los mexicanos que trabajan allá.
También existen voces que alertan sobre un posible uso de las vías por las que se transfieren las remesas para lavar enormes cantidades de dinero procedente del narcotráfico.
Y es que el incremento en la cantidad de remesas enviadas a México no tiene una explicación estructural. El Banco de México reportó que en 2023 el valor de los ingresos por remesas se ubicó en 63 mil 300 millones de dólares.
Una pequeña parte de esas remesas tiene un uso poco visibilizado: sirven para pagar el rescate de los migrantes centroamericanos o mexicanos secuestrados por los grupos criminales.
“Las remesas terminen nutriendo las redes delictivas que se alimentan de los indocumentados y sus familiares”, explica el investigador de Flacso.
El análisis de la transmigración centroamericana por México permite observar que residentes en Estados Unidos envían de manera periódica ciertas cantidades de dólares para sus familiares que transitan por México, a fin de proveerles de recursos durante su viaje.
“Hay un pago creciente del derecho de paso, del derecho a la vida, y los favorecidos son delincuentes diversos”, comenta el profesor Rodolfo Casillas.
El secuestro y extorsión de migrantes es una realidad constante en México. El trabajo realizado por la organización Red Migrante, cuya coordinadora es Eunice Rendón, aporta más testimonios:
“Disfrazadas de ‘remesas’ enviadas a México, familiares de migrantes secuestrados en Tamaulipas mandaron fuertes cantidades de dólares para pagar el rescate de sus esposas e hijos. Luego de haber sido secuestrados en Reynosa, los migrantes volvieron a Tijuana y mostraron los comprobantes de depósitos bancarios”.
Eunice Rendón se refiere a las 18 personas de Guatemala y México que viajaban rumbo a Reynosa, Tamaulipas, el 26 de noviembre del 2023; tres familias fueron secuestradas. Por el rescate de dos familias guatemaltecas, pagaron 29 mil 500 dólares, mientras que el esposo de la mujer mexicana que viajaba con ellos entregó 29 mil dólares para que fuera liberada.
Aprovechando que las redes de apoyo de muchos migrantes se encuentran en Estados Unidos, los grupos criminales han hecho pasar los rescates por “remesas”, ordenando a las familias que los envíen bajo ese concepto, explicó Eunice Rendón en una columna periodística.
Un factor que no aparece en primer plano cuando se habla del secuestro de personas migrantes es el de las plataformas y empresas que sirven de conducto para el pago de los rescates.
El profesor Rodolfo Casillas ha intentado estudiar este fenómeno, dado que en el envío de las supuestas “remesas” intervienen instituciones financieras legales e internacionales.
Aclara que no es un fenómeno nuevo. Casillas recuerda en entrevista con Fábrica de Periodismo un encuentro que ocurrió a finales del sexenio de Felipe Calderón entre directivos del banco estadounidense Western Union, un asesor de alto nivel de Calderón, el entonces subprocurador de Asuntos Internacionales de la PGR, Juan Miguel Alcántara Soria; el representante de un albergue para migrantes y el propio investigador de Flacso-México.
“SON SECUESTRADOS, LES QUITAN CELULARES, HABLAN A SUS FAMILIAS Y LOS AMENAZAN CON MATAR A SU PARIENTE SI NO PAGAN EL RESCATE”.
Héctor Silva, director del albergue Senda de Vida, en Reynosa,
La reunión se realizó en el Club de Industriales, en la Ciudad de México. En un momento determinado del encuentro, Casillas se dirigió a los representantes de Western Union, la mayor casa de envío de remesas hacia México, ahora asociada con las tiendas Elektra, del empresario Ricardo Salinas Pliego:
Casillas reconstruye el diálogo:
–Ustedes saben perfectamente quién es la persona que deposita, cuánto deposita, a quién le deposita y en dónde está la persona que va a recoger el envío, ¿cierto?
–Afirmativo –respondieron los directivos del banco
–En tiempo real, ¿ustedes saben si esa persona destinataria está cobrando el dinero o lo acaba de cobrar?
–Cierto.
–¿Ustedes saben que los migrantes que están transitando por México para ir a Estados Unidos reciben de manera dosificada a lo largo del trayecto mexicano de cifras menores para ir sufragando los gastos, digamos de Tapachula a Veracruz, entre 150 y 200 dólares?
–Cierto.
¿TODOS LOS ENVÍOS SUPERIORES A 2 MIL O 2 MIL 500 DÓLARES SON PARA PAGAR UN SECUESTRO? SÍ.
–¿Ustedes saben la nacionalidad de las personas?
–Cierto.
–¿Ustedes saben que cuando un centroamericano manda un envío de EU por un monto de 3 mil dólares a un lugar de México, eso es para pagar un secuestro?
–Pues sí.
–Entonces tenemos una tabla rápida para distinguir –dijo el profesor–: todos los envíos menores o iguales a 200 dólares, son para gastos de traslado del migrante que viaja del sur al norte del país. Y todos los envíos superiores a 2 mil o 2 mil 500 dólares son para pagar un secuestro y ese dinero viene de Estados Unidos o de Centroamérica.
–Así es.
–Y ustedes como banco, ¿lo saben en tiempo real?
–Sí.
–¿Y por qué esa información no se la entregan a la PGR?
–Pues porque no nos la piden –contestó el funcionario de Western Union.
El profesor Casillas les indicó que en la reunión se encontraba el subprocurador Alcántara Soria.
–Licenciado –dijo Casillas, dirigiéndose al funcionario–, pídale esos datos al banco. Para un asunto tan puntual no necesitan un convenio firmado por los presidentes. Eso aquí se puede arreglar.
–Sí, lo vamos a hacer –respondió Alcántara Soria.
A la fecha el investigador no ha encontrado ningún documento o convenio que demuestre que eso pasó. Simplemente no existe.
Una manera efectiva de atacar este delito es cerrando la llave del dinero. “No es la única forma, ni la mejor, pero es una. Si no lo hacen, qué pasa: los secuestros siguen porque tienen la llave abierta para seguir cobrando rescates, a través de cualquier institución financiera”, advierte el profesor de Flacso.
La impunidad que rodea estos hechos ha potenciado e incrementado las actuaciones de los agentes delictivos y los alcances de sus acciones. En 2009, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) destapó el problema en su primer Informe Especial sobre Casos de Secuestro contra Migrantes.
En sólo seis meses, anotó ese reporte, se tuvo registro de 9 mil 758 casos de migrantes secuestrados en el sur, centro y norte de México; esto es, más de mil 600 por mes. El promedio de los montos exigidos a las víctimas identificadas por la CNDH fue de 2 mil 500 dólares por persona.
“Los secuestradores obtuvieron (en 2009) un beneficio ilícito aproximado a 25 millones de dólares. Las cifras revelan que la actuación de las autoridades no corresponde con la gravedad y frecuencia del delito, pues se ha incrementado como resultado de la impunidad”, afirma la CNDH en su informe.
Hace un par de años, la misma CNDH emitió su tercer Informe sobre Secuestro de Migrantes en México 2011-2020. El resultado: más de 70 mil personas migrantes han sido víctimas de tráfico y secuestro en Tamaulipas, Nuevo León, Chiapas, Tabasco y Veracruz. En ese periodo también se incrementó el monto que los secuestradores exigieron a familiares de los migrantes para liberarlos.
Desde hace 27 años, Héctor Silva, director del albergue Senda de Vida, en Reynosa, ha escuchado las historias que viven los migrantes en su intento por cruzar hacia Estados Unidos.
“Los tres niveles de gobierno saben que los migrantes son secuestrados por grupos criminales que les quitan los celulares, les hablan a sus familias y los amenazan con matar a su pariente para que paguen el rescate y los liberen. Es una práctica en ascenso desde hace ya más de una década y como si no pasara nada”, explica Silva a la reportera.
Desamparados, marginados e ignorados, no hay seguimiento de los secuestros, desapariciones y asesinatos en contra de personas migrantes.
La Fiscalía General de la República sólo inició 11 averiguaciones previas de secuestros a personas migrantes entre 2012 y 2020, según el informe de la CNDH. De ellas, cuatro se encuentran en trámite en Tamaulipas, en cinco no registra el dato preciso dónde ocurrieron y sólo en dos se ejerció acción penal.
A pesar del creciente aumento del número de secuestros contra los migrantes, prevalece el sub registro de datos.
Por ejemplo, la Fundación para la Justicia reporta que la Unidad de Investigación de Delitos para Personas Migrantes de la FGR sólo tiene 38 denuncias por secuestro entre 2016 y 2022, mientras que la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación registró 94 casos entre las personas detenidas por el Instituto Nacional de Migración en el mismo periodo.
En la década de los 90, los migrantes centroamericanos podían transitar por México con relativa seguridad. A partir de 2007, el crimen organizado encontró en su secuestro una fuente estable y constante de ingresos.
Existe varias razones, comenta Simón Pedro Izcara Palacios, profesor de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT): primera, secuestrar a migrantes implica pocos riesgos, ya que raramente denuncian las agresiones que sufren, y, segunda, generan elevados beneficios porque la mayor parte dispone de un capital que utilizan para llegar a Estados Unidos.
Autor de Los agentes facilitadores del cruce fronterizo reclutados por los cárteles mexicanos, Izcara Palacios destaca que los grupos criminales persiguen cobrar rápidamente los rescates y utilizan la violencia extrema para conseguir su objetivo.
El investigador de la UAT entrevistó hace unos años a una mujer guatemalteca con una larga experiencia migratoria y le narró la forma en que se producen los secuestros:
“Los secuestradores se filtran en los grupos de migrantes y se hacen pasar como amigos para obtener información que, después, utilizan los cárteles de las drogas para realizar secuestros selectivos. Por eso, no secuestran a todos, sólo a los que han estado trabajando en Estados Unidos y que tienen familiares allá. Privan de su libertad a quienes pueden pagar y eso es muy redituable”.
En este modelo delincuencial encajaría el caso de Sergio, el joven salvadoreño secuestrado en Tapachula, Chiapas. Durante su cautiverio, permaneció más de una semana en una casa de seguridad, tiempo en que sus captores lo golpeaban y lo drogaban con pastillas. Sólo le daban una comida cada dos días.
Al final, supo que su madre, que trabaja en Estados Unidos, pagó su rescate, pero también se enteró de algo más.
“Oí cómo una persona le decía a la otra: ‘¡Mátelo!’ Me subieron a un coche y cuando frenó, logré escaparme. Empezaron a tirar balazos, corrí hasta llegar a un Oxxo, me escondí en el baño. Entraron a buscarme, le ofrecieron dinero a la cajera y ella les dijo: ‘¡No tengo venta de gente aquí!’.
“Ahora sé que el guatemalteco que conocí en el Parque Miguel Hidalgo de Tapachula, aquel que invitaba a comer, me vendió”. Quienes lo perseguían se fueron. Sergio decidió entregarse en la Estación Migratoria de Tapachula, desde donde lo deportaron a El Salvador, el mismo lugar de donde había salido huyendo ante el terror que las pandillas sembraban en su barrio.
Fuente: Fábrica de Periodismo
redaccionqroo@diariocambio22.mx
GCH