En la Lucha Diaria por el Sustento, Recicladores Enfrentan Bajos Pagos y Abandono Institucional
27 Jun. 2025
Redacción/CAMBIO 22
José María Morelos, 27 de junio. – En medio de la informalidad, el abandono gubernamental y la baja paga, don Rafael Vázquez Chiquil, un hombre de 60 años con más de tres décadas de experiencia en distintas actividades laborales, continúa trabajando a pesar de las adversidades físicas y económicas. Desde hace años, recolecta cartón, plástico y otros materiales reciclables como parte de su esfuerzo cotidiano por sostener a su familia, una actividad cada vez menos rentable y más desgastante.
Don Rafael explica que su rutina depende de las llamadas de los chóferes de transporte de carga, quienes le avisan si hay trabajo disponible. Cuando no hay carga, se dedica a recolectar residuos reciclables en calles, tiendas y basureros. “Recolecto lo que se pueda: cartón, plástico… aunque sea poquito, de eso vivimos. Porque la realidad es que no tengo un apoyo normal”, lamenta.
Actualmente, el cartón lo están pagando a solo 50 centavos el kilo. Para obtener una ganancia modesta, debe recolectar y seleccionar minuciosamente el material: “Tiene que estar totalmente limpio, sin cloro ni mezclas… solo el cartón blanco sirve”. Las latas, por ejemplo, las venden a 22 pesos el kilo, pero no siempre hay suficiente para reunir cantidades significativas.
Pese a la precariedad, don Rafael no se rinde. Recuerda que desde los 22 años ha desempeñado múltiples oficios: cargador, chapero, jornalero, recolector… “Cualquier chamba yo la agarro. Lo importante es ganar el pan de cada día y no meterse en problemas”, afirma con orgullo.
Su relación con sindicatos y autoridades ha sido conflictiva. Asegura haber trabajado durante seis años en el sindicato de transporte, pero se retiró tras problemas económicos y falta de pagos. Desde entonces ha seguido trabajando por su cuenta. Hoy en día, declara estar directamente relacionado con el gobierno, aunque señala que no ha recibido ningún documento oficial de retiro, y exige que cualquier cambio en su estatus laboral sea notificado de manera legal.
Además, señala la injusticia en el sistema de compra de reciclables: “Las recicladoras pagan lo menos para ganar más. Ellos dicen que gastan en gasolina y empleados, pero al pobre solo le dan migajas. El cobre, por ejemplo, lo compran a menos de la mitad de su precio real… ¿y cuánto ganan por kilo? Mucho más que nosotros”.
A pesar de las dificultades, su espíritu de lucha permanece intacto. “No hay otra chamba, y uno tiene que aguantarse. Mientras no me llegue una orden de baja, aquí seguiré”, dice. En su testimonio queda reflejado no solo el esfuerzo de un trabajador olvidado por las instituciones, sino el de muchos que como él, todos los días salen a ganarse la vida con dignidad, aún en los márgenes del sistema.
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