En el “Mar de la Felicidad” de Cuba: Sin Condones en las Farmacias y Abortos Clandestinos

• Hay rallies para conseguir preservativos en el mercado negro a precios prohibitivos en un país donde el salario mínimo no alcanza los seis euros al mes

Redacción/CAMBIO 22

Cuenta la leyenda que el Gobierno chino hizo una donación de un millón de preservativos a sus aliados cubanos. Pese a las buenas intenciones de los asiáticos, los condones acabaron como adorno en las escuelas del país. A ningún dirigente del Partido Comunista de China se le ocurrió pensar en la diferencia de tamaño: la talla caribeña obligó a usarlos como globos para disfrute de los colegiales.

Eran otros tiempos, cuando todavía la revolución cubana conseguía satisfacer a duras penas algunas demandas de sus ciudadanos. La realidad hoy es mucho peor: pese a las donaciones internacionales, que no han cesado, la escasez de condones y de otros métodos anticonceptivos es cíclica, se repite casi todos los años. Sus consecuencias son terribles, comenzando por los rallies para conseguir los preservativos desaparecidos de las farmacias en el mercado negro, ya sea en tiendas digitales como Revolico o en Facebook. Por supuesto a precios casi prohibitivos en un país donde el salario mínimo no alcanza los seis euros al mes.

Y todo ello pese a que la demanda debería haber descendido, tras la fuga de más de un millón de personas, la mayoría jóvenes, tras la rebelión popular del 11–J del 2021.

Lo peor llega después: enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y abortos clandestinos. La situación es tan preocupante que un diario gubernamental del interior de la isla, Periódico 26, ha publicado un escalofriante reportaje, titulado “De brebajes y abortivos, los rastros del dolor”, en el que se reconocen experiencias límite de jóvenes de la región. Algo casi inédito para la estrategia del “mar de la felicidad”, como llamaba Hugo Chávez a la isla.

“Una tía le preparó lo que parecía un brebaje mágico. De refilón logró ver las hojas de alguna yerba, una cerveza; la vio triturar varias aspirinas. Al final puso en sus manos un líquido espumoso y caliente. Le sugirió que luego de tomarlo se lanzara varias veces desde la mesa y que esperara. Aquella receta era un secreto ancestral que había salvado a todas las mujeres de su familia de embarazos que no deseaban”, describió la protagonista a la periodista.

El relato es tan crudo como sorprendente, porque para empezar en Cuba no existe tabú alguno sobre el aborto, despenalizado en las 12 primeras semanas de gestación. Las famosas “regulaciones menstruales”, legrados y otros procedimientos, con presencia de medicamentos tan polémicos como Rivanol y Misoprostol, normalizaron de tal forma las interrupciones de los embarazos en tiempos de revolución que situaron a Cuba, primer país en despenalizar el aborto en América Latina, a la cabeza del ránking en la región.

Según el Ministerio de Salud Pública, entre 1980 y 2020 se llevaron a cabo 3.920.758 abortos. Las mismas estadísticas oficiales aseguran que el 39,4% de los embarazos terminan en aborto. Durante años, el aborto se convirtió en algo parecido a un método anticonceptivo.

Al igual que muchas otras, Anlly acabó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), como describió la principal denunciante en el reportaje, Maritza Páez, subdirectora de Ginecobstetricia del Hospital General Doctor Ernesto Che Guevara. “Hay muchas plantas que son abortivas, en internet las encuentras, pero casi nunca se sabe en realidad qué pueden provocarles al cuerpo humano. A veces la paciente llega con días de estar sangrando en la casa y termina con una endometritis, y el tratamiento para eso es histerotomía. ¿Usted se imagina a una adolescente de 12 años de edad sin útero y sin ovarios?”, advirtió Pérez para Periódico 26.

La conclusión del diario airea lo que ya todo el mundo sabe en Cuba, pero que la ficción revolucionaria prefiere ocultar: la escasez de métodos anticonceptivos, sobre todo de preservativos y test de embarazo, “conspira” contra la seguridad de cualquier persona que tenga relaciones sexuales y no quiera concebir un hijo. “No es un secreto que estos productos se encuentran en las redes sociales a precios exorbitantes, alejados del bolsillo profesional. Pero ni modo, hay que adquirirlos y capitalizar su importancia”, se queja la periodista firmante del artículo.

“Tengo varias amigas que se han sacado la barriga (abortar) tres o cuatro veces, una de ellas llegó a las siete. Era algo muy normal en la isla cuando éramos jóvenes (hace dos décadas). Pero ahora, cuando voy de vacaciones para allá y le pregunto a mi primo de 22 años si necesita medicinas o dinero, lo que me pide son condones. Ni siquiera pueden singar [mantener relaciones sexuales] tranquilos”, explica a EL MUNDO M.D, doctora pediatra actualmente en un país europeo.

“El acceso a los condones y los métodos anticonceptivos se ha convertido en algo inalcanzable y no es de ahora. Incluso para el test de embarazo y no hablemos de pastillas anticonceptivas o la del día después, que no existe en Cuba. Esto agrava no sólo los embarazos no deseados, también las enfermedades de transmisión sexual. Y todo ello unido al deterioro de la educación sexual en las escuelas, que es de hace tiempo, no ahora. Este combo dispara la problemática social, que a medio y largo plazo provocará consecuencias profundas en la sociedad cubana”, detalló la activista feminista Yanelys Núñez, cofundadora del Movimiento San Isidro.

Colectivos feministas han denunciado la situación, a sabiendas de que para las activistas del continente el aborto sigue siendo uno de sus principales anhelos. “La falta de recursos ha provocado que muchas mujeres no puedan acceder a un aborto, especialmente si no tienes dinero. Estamos ante la agudización de una especie de privatización del acceso a la medicina y a la atención médica en Cuba, más palpable en los últimos años. Quien tiene dinero puede acceder a este tipo de intervención y también otros tipos”, concluyó Núñez para este periódico.

Fuente: El Mundo

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